OSCAR PANTOJA: Autenticidad

Exposición “Llave para la lectura del espacio” de Oscar Alandia Pantoja (Bolivia, 1925-2009): 17 piezas en óleo, dibujo y grabado.  Galería Enrique Echandi.  Del 29 de julio al 6 de agosto, 1985, de martes a domingo

Desde su primera muestra en Costa Rica, en 1971, el artista boliviano Oscar Alandia Pantoja no ha dejado de sorprender a un mundo de agudo eclecticismo dictado por el gusto y la moda, por su total coherencia, en conducta y obra artística, al responder a un proceso auténtico donde la creación parte de la realidad latinoamericana.

Los reconocimientos que ha recibido a lo largo de tres décadas de práctica pictórica son sólo puntos de referencias para marchantes de arte, curadores y consumidores de varios continentes.

Es grato confirmar, con su actual confrontación basada en la obra creada durante su residencia en Costa Rica, que el tiempo y los halagos no han hecho mella en él, antes bien, han aumentado su exigencia, sin llevarle a gratuitas experimentaciones plásticas en su estilo no figurativo.

La muestra de su reciente trabajo permite varias lecturas según el lenguaje empleado, ora pintura al óleo, ora grabado intaglio, ora dibujo con tinta negra, ya que cada uno reserva su autonomía y se une al resto por sus calidades intrínsecas más que por unidad estilística.

Aquí el grabado o el dibujo no son meras extensiones de lo que el autor no ha podido resolver en la tela con los pigmentos, ya que cada lenguaje es original.

Sus óleos sin título, como la restante obra, se agrupan bajo la poética de una frase metafísica: “Llave para la lectura del espacio”.

De eso se trata, pero va más allá para ofrecer una primera calidad telúrica, de identidad cultural definida, en su caso, como en el del peruano Fernando de Szyszlo y el mexicano Gunther Gerzso, por una descomposición de la realidad latinoamericana en valores plásticos; texturas que sugieren lo pétreo, luces doradas que afirman atmósferas evocadoras de la soledad y lo ancestral.


"Abstracción", 1985. Oleo sobre tela..


CRÍPTICO Y COMUNICABLE

Pantoja comulga con lo críptico y, al mismo tiempo, “comunicable”, ya que llega a la entraña propia de las cosas, sin obviedad, a través de cierto enfrentamiento de la realidad con la poesía.

Si bien ha buscado “equivalentes plásticos” a realidades del Altiplano que conoció en La Paz, de joven, como su colega Szyszlo, que logra metáforas visuales de lo precolombino, su solución es algo diferente.

Porque, aunque atraído por lo telúrico, por cultura, su visión es espiritual y siendo su vivencia profundamente urbana, no le interesa lo figurativo para representarlo en su obra, aunque a veces trascienda inconscientemente.

Un claro ejemplo de esto último lo da uno de los óleos presentados, donde una atmósfera creada por la gradación de tonos claros y oscuros de amarillos y marrones evoca un tótem descompuesto en partes que nuestra retina unifica como la memoria de algo visto.

Además, Pantoja cree que no existe el azar porque casi siempre interviene su conocimiento de interpretación de la realidad que ha vivido y vive.

Así, sus grabados intaglio, de líneas nerviosas sobre fondos húmedos, evocan la trama de la naturaleza que se abre sobre el asfalto, las aceras y los edificios en una dialéctica entre la cara de la naturaleza y la del hombre, que puede ser, para quien quiera ver, poesía en lo urbano.



"Grafito urbano", 1985. Tinta negra con cucharilla sobre papel.

DINÁMICA LÚDICA

Sus dibujos en cambios participan de una dinámica lúdica lograda mediante el empleo de una cucharilla que, cargada de tinta negra, invade el papel de arriba abajo, logrando tramas a modo de pequeños cáñamos que se superponen creando una falsa sensación de paciencia, esfuerzo y concentración, cuando en realidad sólo hay un hermoso juego de línea y espacio.

Las calidades obtenidas por Pantoja en el óleo, y en otras técnicas, provienen principalmente del agotamiento de las posibilidades físicas del pigmento mediante el “frottage”, el empaste, el raspado y el lavado (ver explicación al final).

Cualquier instrumento se ennoblece en este proceso de agotamiento; pincel, espátula, la mano o la cuchara, porque el resultado final es una obra plena de la que casi nunca podemos quejarnos porque le falte o sobre algo.

Cada forma es trabajada por el autor según su propia estética, sin hacer trampas o intentar engañar al espectador, quien no tiene que sufrir cuando su criterio le indica, aunque no le sea fácil explicarlo, que se encuentra ante una obra de arte vigorosa, auténtica y bien terminada.

Eterno trashumante, Oscar Pantoja vive buscando la poesía de la realidad que representa con abstracciones que carecen del dogma de lo puro, y se abren a todo tipo de nutrientes que se redescubren.

La atmósfera en su obra, que otros llaman poética, surge sin negar lo antiguo, lo ancestral, lo precolombino, la realidad, pero la solución plástica expuesta ahora, resulta de una aguda sensibilidad para interpretar – reflexionar – sobre esa verdad y luego comunicarla a otros con autenticidad.


"Sin título", 1983. Oleo/tela. 

Nota:
Frottage es un término francés que designa una técnica consistente en obtener formas aleatorias a partir de una superficie natural cualquiera: al frotarla con la ayuda de un lápiz, surgen rugosidades.  El empaste propio del óleo consiste en superponer pinceladas con pigmento una sobre otra, lo que produce efectos a veces sorprendentes. El raspado se basa en el uso de un instrumento punzante, el cual sirve para hacer incisiones sobre las capas de pinturas distribuidas en la superficie del cuadro. Finalmente, el lavado consiste en limpiar la capa pictórica con aguarrás o trementina, dejando siempre algo de pigmentos, y con lo que se obtiene una calidad pictórica diferente con lo que queda.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2018), p.2B. Publicado el viernes 9 de agosto, 1985. Revisado por el autor el 6 de setiembre, 2018.

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