“EL NEGRO TAMBIÉN ES COLOR”: Desagravio o significación
Exposición Colectiva:
“El negro también es color”. 19 piezas en óleo, acrílico, esmalte, laca y
técnica mixta. Espacio Jorge Debravo. Del 24 de octubre al 17 de noviembre, de
1985, de martes a domingo.
Es una verdad universal que sin criterio plástico no se
pueden cumplir a cabalidad las tareas que entraña una galería de arte, no
obstante, en la selección rigurosa de lo que se exhibe se honre al artista
auténtico.
Sin embargo, nuestro medio muestra conductas contrarias a
lo expuesto, como cuando el 13 de setiembre pasado, el grupo panameño Ñuwo
(Fuego, en lengua guaimí) debió desmontar sus cuadros y protestar
simbólicamente por el incumplimiento de funciones del Museo de Arte
Costarricense (MAC), en lo relativo a la exposición de su obra.
Se les confeccionó un modesto catálogo con serias
omisiones y errores, varias veces se les cambió la sala, así como la fecha de
apertura, pese a que la solicitaron un año antes.
En una crítica al respecto (La Nación, 20/9/85, P.16A)
denuncié esa anómala situación, destacando la conducta digna de Ñuwo, en la que
no jugó ningún papel su “calidad”, que no venía al caso.
Dije, entonces que la sala “Jorge Debravo” era “un inefable espacio donde sólo exponen
autores de insipiencia artística conocida” o sin currículum.” Me base en la
conducta de los y las funcionarios (as), las exposiciones del MAC y en sus
propias confesiones en ese sentido.
Sin embargo, el incidente y tal vez otras razones que
escapan a mi conocimiento, hicieron meditar a esas y esos funcionarios (as) que,
aunque siguen considerando que el espacio Jorge Debravo debe ser para
exposiciones de principiantes, montaron una colectiva que reivindica, con el
prestigio de algunos de los expositores, el “estatus” de la sala ubicada en Cuesta de Moras, en pleno corazón de
la capital.
Bajo el título “El
negro también es color” confrontan obras en diversas técnicas de autores
conocidos, permitiendo un recorrido histórico y artístico sobre el empleo del
color negro en la pintura costarricenses, recorrido que va de 1959 al presente.
Lola Fernández, Carmen Santos, Manuel de la Cruz
González, Edwin Cantillo, y Rafa Fernández, entre otros, prestigian y legitiman
un sitio destinado a la inexperiencia y el deseo de exponer. Así sin saberlo, desagravian al grupo
panameño Ñuwo que protestó por los desatinos del Museo de Arte.
Esto es positivo por dos razones: 1) involucran a autores
reconocidos en la tarea de cambiar la actitud de los jóvenes que sólo trabajan
para exhibir y vender, y 2) con su participación demandan un criterio riguroso
de quienes administran los sitios de exposición.
"Magia No 1" (Ritual). 1984. Acrílico y otros materiales s/tela. Luis Chacón
DEFICIENCIA
CONCEPTUAL
En cuanto al concepto museográfico, “El negro también es color” tiene una grave deficiencia; a saber: no
profundiza en ese concepto con una didáctica complementaria a la lectura visual
de la muestra, lo que lo torna confuso y hasta arbitrario. Igual pudo llamarse “El rojo también es color”.
Ahora, si la idea era informar sobre una verdad
reconocida por todos los pintores – desde los rupestres a los renacentistas y
de ahí a los contemporáneos-, que el negro también es un color, el error no
podía ser más craso.
Intuitivamente el espectador más despistado no niega la
categoría de color al negro, mucho menos un artista auténtico y
profesional. El negro ha sido siempre
considerado color, porque fisiológica y psicológicamente produce sensaciones y
tiene significado y efectos definidos; también porque al ser mezclado con otro
color cambia su carácter.
En otras palabras, se define el negro como color desde el
momento en que nuestro ojo lo percibe como tal.
Los únicos que no emplearon el negro fueron los impresionistas que
aligeraban la paleta (gama de pigmentos) de tonos sombríos y turbios, en favor
de pigmentos claros y luminosos, para representar fielmente las fluctuaciones
de la luz sobre los objetos.
Por otra parte, el texto del catálogo contribuye, en su
brevedad, a confundir al observador, al dividir la muestra en dos tendencias:
“…hacia lo geométrico…y el otro grupo
tendiente hacia lo caligráfico, o bien, hacia una actitud sugestiva que se
opone que se opone ante todo a lo racional”.
Más adelante se precisa, en el catálogo, que en el primer
grupo “el color negro es un elemento
supeditado y apenas diferenciado de la composición total o superficie plástica”. Es oportuno acotar aquí que el hecho de que
cualquiera de los expositores ponga énfasis, por ejemplo, en lo geométrico, no
implica que niegue la emoción o que ésta no exista en su obra.
Igualmente, no se puede afirmar que autores como Lola Fernández o Fabio Herrera nieguen lo racional. Aunque se pueda indicar, para fines didácticos, que en la no figuración hay testimonios de la inteligencia y en otros de la sensibilidad, no es cierto que estos extremos eliminen la emoción o la razón; antes bien, son énfasis que en el mismo cuadro de Edwin Cantillo o de Lola Fernández, coexisten en armonía.
Igualmente, no se puede afirmar que autores como Lola Fernández o Fabio Herrera nieguen lo racional. Aunque se pueda indicar, para fines didácticos, que en la no figuración hay testimonios de la inteligencia y en otros de la sensibilidad, no es cierto que estos extremos eliminen la emoción o la razón; antes bien, son énfasis que en el mismo cuadro de Edwin Cantillo o de Lola Fernández, coexisten en armonía.
En cuanto a que el negro esté supeditado o diferencia a
un autor u obra de otro, es como decir que el rojo diferencia a un pintor de
otro. El negro es parte del conjunto y, a menudo, es el que más impone su
carácter: evoca autoridad u orden, no sólo la fácil y obsoleta receta de que
significa luto, tristeza o
depresión.
depresión.
"Sin título", 1963. Técnica mixta sobre madera. Alberto Berrocal Binde.
LEGITIMACIÓN
La irregularidad de algunos aportes en esta colectiva no
perjudica su aporte cultural a la misma. Podemos percibir el color negro como
figura en “Muchacha se siente observada”
(1966) de Disifredo Garita: como fondo, en “Magia
No 1” (1984) de Luis Chacón; como mancha, tachista, en “Trocha” (1981) de Fabio Herrera; como
estructura en “Propuesta No 78”
(1983) de Edwin Cantillo.
También el negro permite un recorrido visual del
informalismo, en “Movimiento” (1964)
de Juan Luis Rodríguez; la pintura de acción y chorreado en “Caminantes” (1964) de Felo García o el
constructivismo en “Composición No 300”
(1970) de Alberto Berrocal.
Un aporte significativo es el trabajo al óleo presentado
por Carmen Santos, titulado “No 88”,
que realizó este año. Desconocida para algunos, la pintora Santos, tiene a su
haber la primera exposición de obra no figurativa de un artista costarricense,
en la década del cincuenta (Expuesta en el D.F. de México y en Nueva York).
Esta artista, que trabajó por varios años con el
muralista mexicano Diego Rivera, presenta una sugestiva obra matérica que, partiendo
de un oficio exasperante por su minuciosidad, trasciende la trampa de la “cocina”
para comunicar su viva esencia.
Pese a los obvios errores del montaje y del concepto de
la colectiva, se revela un giro hacia lo positivo al legitimar, con obra de
calidad, el espacio Jorge Debravo.
Discrepo, sin embargo, con la tesis del MAC en el sentido
de destinar una galería tan céntrica a los autores que no aportan con su
producto cultural ni al arte ni al entorno sociocultural en que viven, pues
para ello hay múltiples “galerías”
privadas e improvisadas que gustosamente reciben obra sin someterla a ningún
escrutinio.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
Fuente: La Nación. SINABI (2019), p.2B. Publicado el 1 de noviembre, 1985. Revisado por el autor el 23 de enero, 2019.
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