RESUMEN ANUAL: Celo y Oficio (III Parte)

Resumen anual: escultura, cerámica y fotografía. Tercera entrega y final. Autores nacionales y extranjeros que confrontaron su obra durante 1985, en galerías locales y que fueron objeto de crítica.

Escultura

En Centroamérica somos posiblemente el único país que cuenta con un número significativo de escultores, en términos de cantidad, calidad y trayectoria. No hay explicación suficiente para este fenómeno; pero podría hallarse algún origen en la tradición escultórica precolombina nativa, especialmente en piedra y en la figura del militar y escultor del siglo XIX, Fadrique Gutiérrez.

Sin embargo, la actividad escultórica en esta tierra sufre de escasa confrontación pública y de la irregularidad creativa en que han caído muchos autores. La razón de esto parece ser la conducta temperamental de nuestros escultores y su mutuo celo, acentuado por el otorgamiento en mayo de 1983, del premio del salón de escultura, Juan Rafael Chacón, a José Sancho, en uno de los fallos más polémicos para uno de los más “jugosos” premios que ha conocido el ambiente artístico local.

La flor y nata de nuestros escultores concurrió con obra al evento, y hoy la mayoría ha limitado deliberadamente sus aspiraciones: Olger Villegas, Carlomagno Venegas, Mario Parra, Aquiles Jiménez, Miguel Ángel Brenes, Crisanto Badilla, Fernando Calvo empiezan apenas a salir de su testimonio y actitud venal para exhibir en el medio.

Hay un “impasse” en la actividad y una baja en la calidad, derivada de un serio problema de insuficiente disciplina y autocrítica. Las esporádicas presentaciones de Crisanto Badilla (Heredia, n. 1941) afirma una desproporcionalidad figurativa en sus pequeños paisajes escultóricos en bronce, que revelan el estudio más de un lenguaje técnico nuevo para él, que de un concepto, como lógica respuesta a un proceso y una conducta artísticos. 


"Bañista", 1986. Madera de Gavilia. Emilio Arguello.

Otro tanto ocurre con Argüello (Heredia, n. 1947) quien sigue reiterándose, sobre antiguos motivos sociopolíticos  y psicológicos, sin profundizar, temática y conceptualmente.

Tenemos, por otra parte, el caso de Mario Parra (San José, n. 1950) quien a diferencia de los anteriores y a pesar de su aislamiento voluntario, va concretando una obra con base en una investigación seria de los materiales (plastilina, tiza, madera, barro). 

Su obra ennoblece el medio a partir de una intencionalidad plástica (concepto), que se alimenta de la existencia. A veces, sin embargo, su búsqueda se torna ambigua al recurrir a conceptos trasnochados del panfleto latinoamericano o de manera alegoría decorativa.

De todos, José Sancho (Puntarenas, n.1935) es, tal vez, el más constante y disciplinado investigador, si bien sigue tratando de suplir su debilidades conceptual con el oficio que llega a veces a un desesperante, por lo estéril, preciosismo. Asimismo peca, como muchos, al adoptar otras maneras de hacer se evidencian en la toma de elementos abstractos y figurativos, por igual, lo que parece en el escultor un conflicto, al no afirmar el camino de la figuración o entrar de lleno en la configuración por la vía de la definición.

Tienen en común estos autores una búsqueda que los lleva casi siempre a nutrirse de dos veta tradicionales, por formación o identidad: la animalística y la imaginería.

Esos puntos de partida se convierten, sin embargo, en ataduras más que en puentes para crecer. Olvidan que un hombre, sobre todo un artista, es la suma de lo que se recuerda y de los que se olvida: a veces debe aprender para después olvidar, y concretar lo propio con autenticidad, que es lo que seguimos ayunos.

Otra situación, es la de Franz Wuytack (Bélgica, n. 1934) quien muestra poseer identidad y una obra auténtica, independientemente de que nos agrade o no. 

Con un consumado oficio, no cae en la trampa del acabado final preciosista, y su concepto surge de su ser al testimoniar angustia y dolor. Su actual punto de partida es el legado precolombino y su medio de madera, pero su solución existencia lo lleva a profundizar. No le interesa el tema, la anécdota, la circunstancia o el mercado; concreta en la obra tridimensional la comunicación vital.

Cerámica

1985 ha permitido confirmar la existencia de procesos plásticos alternativos a partir de medios tradicionales, como es el caso de la cerámica. Los hombres de Ana Ossembach y Gerardo Selva, por ejemplo, refieren a una obra funcional enriquecida en diseño y color por una intencionalidad artística que convierte los artefactos en únicos por su factura y diseño así como en intermediarios del gusto artístico.

Mientras, Xinia Marín e Ivette Guier se encuentran, hace varios años, en otro ámbito de investigación no funcional, sobre todo en el caso de Guier (San José, n. 1950) con sus esferas: no utilitarias. Testimonian la individualidad y en el entorno social mediante una técnica artesanal-estética, que permite evocar el fin de un mundo viejo cuya unidad, miedos y prejuicios, con actos humanos más libres, no por ello, mejores ni menos inciertos.

Tanto Guier como los otros ceramistas han introducido un cambio de actitud en el público hacia la manifestación del barro en términos artísticos. Hay una recuperación tangible del conocimiento, indispensable para que exista el arte, la artesanía.

Fotografía

En el pasado disfrutamos de una gran actividad fotográfico-artística; pero la demanda de un mercado que pagaba bien la fotografía comercial, sumada a la incertidumbre de poder vivir del arte, llevaron a muchos profesionales a buscar otras opciones comerciales o profesionales y/o a impartir lecciones (Daniel Monge, Genaro Mora, Jim Theologos, Adrián Valenciano, etc.). 

El resultado es un empobrecimiento del medio, caracterizado por experimentaciones gratuitas que se testimonian públicamente como en el caso de Victoria Cabezas, cuya búsqueda oscila entre los existencial y lo onírico, sobre piernas e iconos televisivos femeninos, que acentúan sin fuerza.

Tenemos también a un Carlos Uribe que, como otros, falla no en lo técnico-formal, sino sobre el surco, fingiendo ante la cámara, posando indolentemente.

El español, Javier Guerrero (n. 1941) , cuya experiencia en la fotografía de escenas teatrales es ampliamente conocida, nos compartió una colección documental sobre rincones de España, con una débil intencionalidad artística.

Su muestra alimentada por su reconocimiento del paisaje rural y urbano (Madrid y Toledo, entre  localidades), se mueve sobre dos ejes: el nostálgico y el orgánico. Su visión se desarrolla con soltura para la emoción del recuerdo, nostálgico, mientras que con el paisaje natural, orgánico suele no aportar nada excepto postales turísticas.

A modo de contrapunto de lo nuevo y lo ”viejo”, de lo accidental y la disciplina, de lo nacional y lo universal, las exhibiciones de la estadounidense Eve Sonneman y el extinto francés Eugene Atget, respectivamente, fueron medulares.

Sonneman, suponiendo ignorancia sobre la fotografía artística en nuestro país, exhibió imágenes en general fuera de foco, mal compuestas, anodinas, mal iluminadas, que manifestaban ausencia de unidad de color y concepto. Su falta de rigor en términos de realización, selección y exhibición hablan muy mal de la “vanguardia” neoyorquina.


"El eclipse", 1912. Fotografía en blando y negro. Eugene Atget.

Caso muy distinto el de Atget (Francia, m. 1927) quien documentando la vida y la arquitectura como intentó un poco Sonneman, pero en color, logró hacia el final de su vida, intuir una nueva estética de tono contestatario en su composición libre, alejada de la foto documental de 1900 (El dadaísmo).

La sencillez y limpieza de las fotos de Atget hablan con seguridad de una disciplina que no necesitaba inventar efectos y que se nutría de una visión entrenada y un sentido casi natural de la composición.

El año que pasó permitió la confrontación más frecuente de escultores, ceramistas y fotógrafos cuya obra ausente sólo puede explicarse por la gestación de un proceso artístico en la cerámica y falta de carácter y disciplina en algunos fotógrafos y escultores.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 3 de Enero de 1986.  Revisado por el autor el 14/3/18

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