CARBALLO, CASTRO Y FABA: Indolencia
Exposición
colectiva de manifestaciones gráficas: Fernando Carballo, Fernando Castro,
Rolando Faba. 32 piezas en tinta china, pigmento de óleo, grafito y “collage”
sobre cartón. Espacio Jorge Debravo. Del 20 de noviembre al 12 de enero de
1986.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B Publicado el 17 de enero, 1986. Revisado por el autor el 18-3-18
Desde mediados de 1985, las confrontaciones públicas en
galería oficiales han venido perdiendo calidad, especialmente con la
incorporación de falsas expectativas, en términos de promoción, y de falsos
valores, en términos de oferta visual. Esto es especialmente cierto en la
pintura, pero en forma reciente, en las manifestaciones gráficas.
La grafía (palabra griega que designa la actividad
gráfica, tanto en su modalidad de escritura como de dibujo) es un término
especialmente útil hoy para incluir una serie de manifestaciones que, sin ser
arte, al ocuparse de ilustrar lo circunstancial, adquieren cualidades
artísticas, como ocurre en el diseño, el cartel y la ilustración.
No obstante, existe algo en común entre las
manifestaciones gráficas, en especial entre el dibujo y el cartel o “afiche”:
su principal característica es la línea que designa, señala, a diferencia de la
escritura que, cada día, se define más como un sistema simbólico racional,
conectado con el lenguaje.
Por ello, quien dibuja o “lleva a pasear una línea”, como
decía el pintor suizo Paul Klee, se diferencia del cartelista en que la línea
es, a la vez, el tema de su expresión, mientras que para el diseñador gráfico
la línea no es el tema, sino un medio para comunicar una idea global que desea
se comprenda de un solo vistazo, como en la publicidad.
Este marco conceptual nos permite entrar en el análisis
de tres autores gráficos costarricense que se dividen en dos búsquedas: el
dibujo y el “afiche”. Y digo búsqueda porque en uno más que en otros, pero sí en todos, no se
concreta aún una identidad: sólo maneras de hacer o construir sus imágenes
monocromas.
"La Esperanza", 1985. Técnica mixta. Fernando CARBALLO. Colección privada. Foto: AKEZ
Fernando Carballo (n. 1941), de quien me he ocupado en otras críticas, es la pieza de resistencia de la muestra: su notoriedad “avala” a los otros expositores, con los que tiene poco en común.
“Galería de Familia” es un conjunto de óleos sobre papel, en los cuales vuelve en forma recurrente a los rostros, descompuestos unos y expectantes otros, con una que otra excepción en los “mofits”, como una espalda femenina.
Está aquí nuevamente la síntesis formal a la que técnicamente ha evolucionado en los últimos años; se vale de cierto esquematismo y de la mancha en lugar del trazo, para crear una expresión, generalmente sombría. Aunque mancha, sigue procurando dibujar en un sentido más amplio, valiéndose de la lección oriental que considera la escritura, el dibujo y la pintura, objetivamente, como partes de un mismo quehacer “han”.
Hay, asimismo, una búsqueda de gesticulación por medio de la mancha, sí bien en la obra reciente y en la anterior, la anécdota o tema sigue dominando; contiene una expresión gestual libre de la tendencia hacia el compromiso sociopolítico que caracterizó la obra de Carballo desde 1973 cuando tuvo lugar su primera exposición individual, hasta 1982 y, luego, solo parcialmente en los siguientes años, como una aventura más política que artística.
No hay cambios profundos: de una obra a otra hay solo ligeras variaciones, no sólo sobre el mismo tema, sino sobre la misma superficialidad de quien busca estimular sólo la epidermis.
Sin embargo, y esto es lo que interesa en Carballo, no parece rendirse a la evidencia y sigue buscando su propio concepto, pero con una intencionalidad plástica ambigua.
"Dibujo No 8", (Serie "Acerca del hombre) 1985. Tinta china sobre cartón. Colección MAC.
Foto: AKEZ.
Fernando Castro constituye un punto intermedio en esta
muestra. Su pasado dedicado al cartel y al dibujo meramente decorativo se ha
transformando en violencia gratuita y, por ende, inocua. Con sus
representaciones sucesivas de formas humanas, una al lado de la otra, intenta provocar
la ilusión óptica-mental de que se desplaza, además de sugerir, con esa técnica
futurista llamada “cinematismo”, una supuesta descomposición del ser en el no
ser, de la vida en muerte, de la construcción en destrucción.
Poco importa que sus dibujos sin título resulten o no
agradables al espectador, como tampoco importan el tema ni el medio empleado
para comunicar; el problema o deficiencia de Castro es que no se comunica
efectivamente a partir de una anécdota explícita, por falta de profundidad ideativa,
y calidad formal. Es notorio esto último al realizar un dibujo donde la línea
se desperdicia en sinuosidades decorativas y tensiones nerviosas, huecas por
estar atadas al tema.
Por su parte Faba pertenece, por derecho propio, al
terreno del cartel, pues deliberadamente y no por los recursos que
emplea--siluetas de tiro al blanco--, busca la idea global, propia de mensaje
publicitario.
No intenta liberar sus componentes constructivos para que ellos
nos participen de una dialéctica, con sus múltiples mensajes sino que más
bien los mediatiza limitando la lectura
libre por parte del espectador.
Cuando presenta el díptico en grafito, “Cazadores”, el
mensaje es claro y único: soldados (guerra) armas (muerte), personas
(víctimas). Por otra parte, sus “especies en peligro” y I y II, en tinta china y “collage” son,
en cambio, pequeños divertimentos visuales sin mayor trascendencia en cuanto a
imaginación, interpretación y profundidad. Juegos ópticos que se pueden
aprovechar mejor en la publicidad o para colgarse en un muro público, no
para una galería de arte.
La participación de estos tres autores tiene una
utilidad: confirma que casi cualquier persona puede exponer en Costa Rica y que
su autocrítica usualmente depende de un entorno manipulado por las autoridades
culturales que están dispuestas a transigir ante los mensajes de estas obras
gráficas, mensajes que son improductivos estéticamente para la sociedad.
En lo particular, los tres autores gráficos confirman una
vez más que en nuestro medio la honestidad creativa sigue siendo, casi siempre,
un asunto de ética personal, adaptable a las circunstancias del mercado, la
moda y el gusto oficial de directores de museos y galerías. De otra forma, ¿cómo
podría explicarse una exposición sin confrontación e indolente como la de
Faba-Castro y Carballo?
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B Publicado el 17 de enero, 1986. Revisado por el autor el 18-3-18
Comentarios
Es curioso que las expectativas del crítico, que en ese momento se vieron frustradas contrastan con la exitosa trayectoria de la muestra en los años siguientes, cuando a partir de su exhibición en el Carpenter Center for the Visual Arts de la Universidad de Harvard en 1986 fue objeto de interés de la comunidad académica de la costa oeste y en especial de la Dra. Shifra M. Goldman, destacada historiadora e investigadora del arte latinoamericano quien en 1989 organizó una muestra itinerante en importantes espacios de seis ciudades de California con cobertura adecuada y críticas positivas.
Hay quien dice que nadie es profeta en su tierra, yo diría que lo que para unos es soso para otros es picante.
Agradezco al Sr. Crítico por su interés en nuestra obra en aquel lejano principio y por el rigor con el que juzgó la muestra, concuerdo con él en algunos de los puntos señalados.
La crítica seria y rigurosa es clave para el desarrollo de las artes, lamento que actualmente muchos piensen que es superflua.
Hago esta aclaración sobre un hecho que en su momento no tuvo mucha divulgación como un aporte a la historia del arte costarricense.
"Vita brevis, ars longa, occasio praeceps, experimentum periculosum, iudicium difficile"
R.Faba