MARGARITA BERTHEAU: Obra y Carácter

Exposición retrospectiva de la pintora Margarita Bertheau (1913-1975): “Recordar a la Bertheau”. Instituto Nacional de Seguros, primero y undécimo pisos. 84 obras del período 1943 a 1974 en óleo, acrílico, temple, acuarela y dibujo más un retrato al óleo realizado por Francisco Amighetti. Del 10 de junio al 10 de julio, 1986, de lunes a viernes.

Con frecuencia me ha inquietado el por qué de mitos sobre la obra artística de una persona si lo que en la práctica ha sido más decisivo para la imagen de ese autor o autora es su personalidad. Así las cosas, se suele sustituir el criterio estético por la amistad o el afecto.

La presente retrospectiva de la pintora y educadora Margarita Bertheau, ha reavivado en mí esa interrogante. Más aún cuando para no pocas personas que conocieron su contundencia en los juicios estéticos y la seguridad que inspiraba sobre los asuntos de la vida y del arte, ella sigue vigente, aunque sólo sea en el recuerdo con emoción.

Bertheau forma una “troika” indiscutible con las escritoras, fenecidas, Eunice Odio y Yolanda Oreamuno: fuertes convicciones, desplantes públicos, soledad en la intimidad y la pretensión de concretar un testimonio por medios artísticos.

"Retrato de Yolanda Oreamuno", 1943. Acuarela. Colección MAC. Foto: JCFZ

ESCUELA

Hay además en ella, una pasión por la enseñanza que se tradujo en el desarrollo de la “escuela” nacional de acuarela, y la afirmación consecuente de una generación en esa técnica y con mercado propio (Ana Griselda Hine, Gisela Stradman, Cecilia Pastor, Margarita Gómez, Fabio Herrera y Magda Santonastasio, entre los más conocidos).

Es la única escuela acuarelística que conocemos localmente y a la cual se debe la práctica continua del género del retrato, y del paisaje por medio del pigmento diluido en agua sobre papel. Sabemos que la acuarela es limitada en cuanto a la expresión de grandes contenidos sociales, y más propicia para el momento individual y emotivo. 

Sin embargo, la huella de la Bertheau, con pocas excepciones, no ha sido profundizada por sus seguidores sino reiterada estérilmente por medio de cierto “facilismo” en la factura de la acuarela.

No obstante, existen en importantes diferencias entre su personalidad y su obra plástica.  En su quehacer asume, de los impresionistas, la búsqueda de la luz fluctuante, mira subjetivamente el mundo que le rodea, pinta en cualquier lugar e impone un recorrido visual que sus seguidores repiten hasta el hastío: marinas de Golfito, paisajes de Escazú, interiores y exteriores de casonas de adobe, y flores, entre otros motivos.


"Botes", 1970. Acuarela. Colección BCCR. Foto: JCFZ

SIN CONCRECIÓN

No descubre en su entorno natural y urbano un nuevo ángulo, a la luz de los aportes universales de un Turner o un John Marín. Impone, eso sí, en sus acuarelas descriptivas, la tristeza bucólica de la casona de adobe. Apela a la nostalgia del espectador por los interiores agónicos de esas viviendas: tristes, húmedas y oscuras. 

De hecho, desaprovecha las posibilidades lumínicas del interior de las casonas donde los cambios de luz difieren de los que se producen en los espacios abiertos, por lo que nunca llega a reflejar plenamente la monocromía y la atmósfera lumínica de los espacios interiores.

Algunas de las marinas expuestas, especialmente aquellas que evocan estados anímicos, interesan por el tratamiento que hace del agua, al crear transparencias y grises con cierta libertad y sobriedad. Son especialmente interesantes las de mediados del decenio del 60.
       
Por otra parte, denota problemas en el dibujo, por el abocetamiento que evidencian la mayor parte de las acuarelas, donde, además, se notan claramente los trazos del lápiz que trata de cubrir con varias capas de color.

Su empleo de la gama de los grises y de la mancha no es novedoso, aún en el decenio del 60 cuando empieza a experimentar con grandes zonas de color difuminado, a modo de veladuras.

"Sin título" (Florero). 1974. Acuarela. Colección MAC. Foto: JCFZ

En cuanto a sus retratos en acuarela y al óleo, justo es reconocer que son más obra de la amistad que de un interés específico por el retrato como género artístico; pero es evidente su interés en el estudio del desnudo femenino. Son visibles los problemas de oficio en su pintura al óleo (ver, por ejemplo, el retrato de Nidia Fischel).

El manejo irregular de los planos rectangulares dentro de sus acuarelas, así como la solución de la base de las puertas, especialmente en su serie de interiores, en los inicios de la década del 70, hace pensar en problemas para manejar los principios de composición.

La aventura no figurativa reflejada en sus acrílicos “Derrumbe” y “Hacia la costa” (1969), sí como su acuarela titulada “Sobre un tema de André Breton” (1958) no pasan de ser una aventura sin mayores efectos en su trayectoria.

Margarita Bertheau es una autora que se acercó plásticamente al problema de la realidad como representación visual, sin definir con claridad sus aspectos artísticos y los documentales o nostálgicos.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 4 de Julio, 1986.
Revisado por el autor el 9 de abril, 2018.

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