ARÓSTEGUI: Descubrimiento y Formula

Exposición individual del pintor Alejandro Aróstegui (Nicaragua, n. 1935). 23 obras sobre tela en técnica mixta y “collage”. Galería Nacional de Arte Contemporáneo (GANA). Del 14 al 31 de agosto, 1986,  de lunes a sábado.

El artista nicaragüense, Alejandro Aróstegui, que radicó por varios años en Costa Rica, realizó un primer aporte a la plástica nativa, al confrontar su testimonio, ubicable dentro de la figuración en 1986.

He dicho anteriormente que su proceso artístico, dentro de una trayectoria de un cuarto de siglo, señala una evolución estilística, coherente con su indagatoria plástica. Prueba de esa gradual transición es el cambio verificado entre su pintura del decenio de los 60, monocroma y patética en su expresión, y la del decenio de los 70, donde es evidente un colorido sobrio, sostenido en la gradación tonal y concepto que busca lo simple por medio de ciertos elementos geométricos y del entorno social, como lata y tierra arenosa.

El elemento lata, redescubierto por el pintor a mediados de los años 70 ha sido primordial y le ha permitido consolidar su obra.

Su presente muestra contiene, en buena parte, conversión de ese descubrimiento plástico es una fórmula de aceptación.

                                   "Mesa verde con objetos", 1986. Técnica mixta.

DESCUBRIMIENTO

Durante su periodo de formación en Europa y Norteamérica, el autor tuvo acceso a los recursos formales de las principales tendencias al Informalismo, “Art Brut” (arte feo) del pintor y teórico francés, Jean Dubuffet; y del “expresionismo abstracto”, de pintores como Jackson Pollock y Willem de Kooning.

Ya en 1964 había realizado una serie de obras de paisaje casi urbano, en torno al lago de Managua, donde empleaba materiales propios de los métodos informales europeos y norteamericanos, que exaltaba la textura desdibujando los límites entre pintura y escultura.

Por  entonces era un autor sensible que se inscribía en la figuración, empleando recursos formales de las vanguardias contemporáneas del período; pero situaba su obra en una tendencia descriptiva de lo social, muy en boga en Centroamérica. No obstante, testimoniaba lo misérrimo a partir de elementos propios de los barrios marginales de su patria.

En esas barriadas y en la basura que las rodea, encontró el pintor la lata de desecho, verdadero protagonista de su ulterior evolución.

Hacia el final de la década de los 70, empiezan a privar los materiales plásticos sobre lo anecdótico y el objeto: la lata, la cual por pertenecer a la cultura del desperdicio, sigue siendo reconocible para el espectador. Pero además se mantiene como punto de partida en la creación del autor, de lectura para el espectador y de encuentro entre éste y el pintor.

"Plano gris con tres objetos", 1987. Técnica mixta.

FÓRMULA

La lata ha sufrido tanto una evolución como  una involución, ya que cuando el pintor la dejó emplear como ”collage”, pasó a figurar como elemento plástico, en cuadros de grandes dimensiones, siempre como punto de inicio para otros testimonios.

Ocurre, sin embargo, que tras conseguir independizar a la lata de su anécdota consumista, el común de los espectadores y coleccionistas comenzaron a gustar de esa anécdota y su vinculación social con lo misero de nuestras sociedades subdesarrolladas, lo que les permitía explicarse lo inexplicable, la esencia por el tema anecdótico.

Aróstegui, que se empezó a reiterar hace unos años, ahondaba con nuevas propuestas y variantes; sin embargo, pareciera que hoy su proceso se circunscribe a la lata desechada, sin la cual sus cuadros no se sostienen en términos de profundización e indagatoria plásticas.

Esto último explica, en parte, por qué ha vuelto a las complacencias gratuitas, dejando parte de los colores originales correspondientes a los desechos metálicos, así como sus membretes de lubricantes, lo cual ocurre principalmente, en un contexto aséptico hacia lo misérrimo de su origen.

Corolario de su trabajo es algo “muy atractivo” con fines decorativos; los valores plásticos han sido debilitados por la reiteración de su descubrimiento, con carácter de fórmula.

En su presente exhibición es notable cómo sólo dos obras tituladas, respectivamente, “Mesa flotante con cinco objetos grises” (1985) y “Mesa con tres latas” (1984), de las 23 presentes, explicitan la primacía del valor plástico sobre el anecdótico. Mientras las restantes son, por lo general, extensiones y repeticiones, a veces imbuidas de nostalgia, de la obra de los 60, como su paisajístico “Nocturno” (1985), de la pintura metafísica en “Dos mesas sobre paisaje” (1986) o de Magritte, en la estructura de “Mesa flotante con tres objetos y paisaje” (1983).

Los ejemplos citados podrían ser resabios de indagatorias postergadas o no concretadas. Algo así como estudios sin principio ni final o “golpes contra la pared”, para escapar a un estilo que, como el suyo, al comercializarse, podría incidir en su creatividad e imponer, en cuanto artista, las futuras condiciones de su labor, si no se interpone una rebeldía.

Estoy convencido de que Aróstegui es un pintor  con oficio y talento suficientes para superar su actual posición plástica. Ello demanda una gran cantidad de autocrítica y un distanciamiento de aquello que lo ha hecho famoso más allá de Centroamérica y que, sin embargo, amenaza con perderlo.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el 5 de septiembre, 1986. Revisado por el autor el 13 de abril, 2018.

Comentarios

Otto Apuy dijo…
Enorme artista, y va a crecer en el futuro.
Carlos Barboza dijo…
Arostegui a estas alturas de su labor plástica, no tiene que demostrar nada, su obra ha influenciado comienzos de artistas en Costa Rica. Ahora que haga lo que le de la gana, saludos Juan Carlos.

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