KASUYA SAKAI: Acción Efímera

Exposición individual del pintor Kasuya Sakai (Argentina, 1927-2001)). 32 pinturas en acrílico. Galería Nacional de Arte Contemporáneo (GANAC). Del 24 de octubre al 28 de noviembre, 1986, de lunes a sábado.
       
Hay varios malentendidos acerca de la pintura, pretendidamente geométrica y abstracta, que realiza Kazuya Sakai, el argentino de formación japonesa y residencia mexicana y estadounidense, que deben aclararse antes de emitir un juicio sobre su primera muestra en el país.
       
En primer término, el diseño geométrico se remonta al neolítico, donde constituía un elemento decorativo, a veces simbólico. El geometrismo de este período, que significa lógicamente una evolución del paleolítico, implica un proceso: desde la imitación de la naturaleza en la primera fase, hasta la meditación, clasificación y comprensión abstracta, en la siguiente etapa o acentuación del neolítico.
       
En el siglo XX, el geometrismo ha sido empleado como un instrumento expresivo. En América Latina, ha costado mucho esfuerzo que se le respete, porque en el arte prevalecen las razones miméticas sobre las seminales. Es decir, aquellas sintetizadoras de lo racional.
       
Autores como Sakai, proclives al geometrismo, no producen, sin embargo, una pintura de ese carácter, pues no son geométricas en su actitud interna.
       
Tampoco su obra es abstracta en el concepto contemporáneo de no figurativa, revelada en su construcción de planos a partir del paisaje urbano, en los cuales trata de crear una falsa perspectiva o tercera dimensión, a menudo estridente, producida por los medios de comunicación electrónica como ya lo retomó antes el “pop art”.
"Genroku No 11", 1985. Acrílico/tela. Foto: Archivo CCACR

¿QUIEN ES KASUYA SAKAI?

Traductor, escritor, crítico, orientalista, editor y pintor. Como tal, su trayectoria revela primero una formación caligráfica, posiblemente de origen japonés, que nutre una pintura lírica y casi gestual, de apariencia informal, en el decenio del 50; una pintura fáctica, con base en recortes de prensa y de revistas, con los que compone en la década del 60, un mundo figurativo y de referencia real.

En el decenio del 70, pasa a una producción de gran acento en las tonalidades, donde utiliza bandas de color que atraviesan el plano pictórico y, posteriormente, juega con una pintura de relaciones de color, dispuestas según arcos de círculo. Esta es la pintura que presentan en la GANAC, junto a su serie de Genroku (1985).

"Genroku No 35", 1985. Acrílico/tela. Foto: Archivo CCACR

CONTROL Y AZAR
       
La exhibición se puede dividir de acuerdo con dos percepciones aparentes; una, el azar; la otra, el control.
       
La primera atañe a su serie “Genroku”, cuya etimología corresponde a “moneda de oro” y designa el Siglo de Oro Japonés (siglo XVII), caracterizado por un gran colorido en su pintura y un desarrollo pleno de la economía, la sociedad y la cultura nipona.
       
Esta serie, la más numerosa de la muestra, está formada por planos de color, integrados para crear una ilusión “objetual” y de profundidad con manchas y chorreados que simulan gratuitamente el azar. 

Recuerdan la pintura de “campo matizado” que permitía a sus seguidores la composición por medio de segmentos de color previamente elaborados y dispuestos azarosamente en la superficie, simulando cierto constructivismo.
       
Se trata de telas donde los bordes prácticamente no existen y por medio de esfumados o estarcidos se auspicia una sensación de perspectiva a partir de planos superpuestos, en pugnación con colores planos, en otras secciones del cuadro.
       
Comulga esta serie con la segunda en la sustitución de la expresión por la percepción, dada la recurrencia abusiva de los efectos óptico-mecánicos, dentro de superficies que evocan la frialdad o el sobrecontrol.
       
Los elementos, principalmente curvas o arcos de círculos, describen movimiento y meandros sobre una superficie neutra, donde dominan los verdes, azules o rojos, que recuerdan el “pop art”.
       
Cualquier libertad óptica está referida a los meandros, que descubren en su discurrir imperfecciones que alejan la obra de una especie de perfección en sí misma, como pretendiera su autor.
       
El estarcido rompe esa perfección con una ilusión de movimiento óptico, que sólo afecta la epidermis del espectador. No obstante, su obra es de acción efímera. Cobra su sentido pleno y temporal, sólo en conjunción con quien la recibe, la acepta o la rechaza.

En resumen, estamos ante una pretensión de pintura abstracto-geométrica que, en un sentido recto, no lo es. Ello nos permite concluir que la obra exhibida y realizada por Sakai, es un testimonio que, conceptualmente, aporta al arte sólo divertimento personal y epidérmico.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 7 de noviembre, 1986.
Revisado por el autor el 19 de abril, 2018.

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