MARTIE GENGER: ¿Arte o Feminismo?

Exposición individual de La autora Martina Anna Roberta Genger (Holanda, n. 1936): “Mujer”. 41 trabajos con base en tejido con dos agujas en fibras de algodón, lana, acrílico y soporte de metal, vidrio y madera. Galería Nacional de Arte Contemporáneo (GANAC). Del 18 de febrero al 29 de marzo, 1987, de lunes a sábado.

A modo de atisbos, algunas muestras colectivas han permitido, desde 1985, el conocimiento de la obra y trayectoria de la autora holandesa, Martie Genger, residente en nuestro país desde 1983.

La presente exposición es su primera individual en términos locales, por lo que constituye su tarjeta de presentación, con base en tres series denominadas “Fuera de juego” (1979-1981), “¿Cómo cerrar?” (1981-1982), y “Mujer” (1986-1987)

Cada una de ellas representa un eslabón en la búsqueda y afirmación de un manifiesto a favor de cierto tipo de mujer.  De ahí que su muestra no sea, precisamente, de arte.  Antes bien, testimonio la imagen de la mujer (la mujer vista por la mujer) con una agresividad desvirtuada por su hostilidad al entorno social y cultural, controlado por el hombre (indica la autora), quien “sabe lo que es la opresión, pero hace lo mismo con su propia mujer”.  La verdad es que las teorías acerca de la feminidad no han aportado, hasta ahora, resultados satisfactorios. Sea porque son sectarias o por otros motivos.

Y, sin embargo, la diferenciación biológica, la distinta anatomía y la consiguiente actitud hacia el cuerpo, parecen incidir en la producción artística, como en el caso que comentamos.  La hostilidad que se respira en la GANAC se ratifica con las afirmaciones de Genger, cuando dice, “Mi trabajo es una oda a la libertad tejida por medio de las agujas del odio”.


Esterilidad

En un sentido estricto no se puede afirmar que la tejeduría sea un medio de alienación para las mujeres, quienes deben armarse de disciplina y paciencia para dominar sus intrincados aspectos técnicos y artísticos en una tradición milenaria.  Habría que sostener si ello fuera cierto, que la práctica de la pintura al óleo o la escultura alienan al hombre porque demanda también mucha disciplina y paciencia.  Aceptar como tejeduría su exhibición sería insultar a las artistas que transforman el espacio y el arte con sus propuestas plásticas propias, con base en técnicas tradicionales.

Dichosamente nuestro medio se ha visto enriquecido, de unos años a esta parte, con una naciente tradición en la tejeduría, tanto funcional y decorativa como de efectos plásticos y acento no figurativo. Contamos, no obstante, con valores talentosos y audaces que se concretan a producir arte, y no “arte femenino”.

Porque para un creador o creadora, el género no debe primar sobre el concepto plástico cristalizado a partir de un oficio y conocimiento profundos.

Es oportuno puntualizar que la autora foránea utiliza la tejeduría como una excusa para manifestarse en la causa “feminista”, la que no es necesariamente la de las mujeres, aunque afirma para criticar a las que no le siguen, que “ella está alienada de sí mismo, desconcertada interiormente, retorcida, en un estado incompleto, usada y desechada, con un abismo desleal hacia las otras mujeres”.  

Las series presentada por Genger tienen, asimismo, una relación con el materialismo de la cultura occidentales y con cierta cronología, suponemos personal, de esta mujer.  Fuera de juego” está dominada por las fibras de algodón, y sus temas aluden a un estado mental infantil evocado por el color blanco y la textura suave; “¿Cómo cerrar?”, se caracteriza por emplear los soportes metálicos como elementos para testimoniar una etapa de ruptura con “la soledad inventada por el hombre” y que parece sufrir sólo “la mujer”.  

El gris de las láminas evoca emociones contradictorias, frialdad (o ¿frigidez?), deseo ante el rojo sexual.  Mientras los contrastes entre blanco y negro, cierto juego de los opuestos resueltos ante la aparición del rojo que marca la serie.  

Finalmente, “Mujer” reproduce, en apariencia, objetos textiles, algunos industrializados, pero sin ningún rasgo de utilidad; si bien forzados a ello a pesar de su realidad de no ser.  Aquí la fibra preferida es el acrílico.

El acento puesto en el contenido permitirá el empate de los objetos exhibidos con cierta conducta posmoderna, la que postula que el objeto de arte corresponde a ideas, condiciones y experiencias que este no contiene, pero a las cuales hace referencia por medio de la analogía, la metáfora, el símbolo o la alegoría.

No en vano el posmodernismo refleja el universo no artístico.

Genger, no obstante, consciente de sus posibilidades de manifestación temporal y de las oportunidades que el arte brinda para emitir opiniones, aparentemente desinteresadas, no pierde el tiempo en la estética.  Se ocupa más de enarbolar, por medio de sus objetos-pancarta, un testimonio sospechoso y gratuitamente hostil.

A modo de nota final, debe indicarse que la tejeduría no funcional demanda un manejo adecuado del espacio que rodea los objetos y que estos deben transformar, pero eso parece materia desconocida para la autora.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 6 de marzo, 1987.
Revisado por el autor el 23 de Mayo, 2018.

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