ROBERTO LIZANO: "Kitsch"

Exposición individual del dibujante Roberto Lizano Duarte (Alajuela, N.1951). Obra reciente (1985-87), trabajos consistentes en dibujos, ensamblajes, móviles e instalaciones con base en soportes de papel y cartón. Espacio Jorge Debravo. Del 27 de febrero al 28 de marzo, 1987, de lunes a sábado.

En el pasado reciente, me he ocupado parcialmente del trabajo de Roberto Lizano, quien exhibe su producción gráfica desde 1980. Un lapso, por lo demás, demasiado breve para medir el talento de un autor o artista.

La presente muestra individual tiene la particularidad de expresar una propuesta novedosa para nuestro medio, si bien sus recursos técnicos y materiales son ya tradicionales en otros ambientes.

Ante todo, Lizano ofrece una obra en la que prevalecen los motivos andróginos implicados en signos culturales de origen griego, japonés y afrocaribeño, dentro de un estilo o manera de hacer que bien puede emparentarse con el “kitsch”.

Aquí podemos admitir el término, de origen alemán, como hacer de prisa y corriendo; hacer algo nuevo con algo viejo. El “Kitsch” es, pues, lo convencional que se hace pasar por verdadero. La facilidad, la mediocridad.

Sin embargo, en los trabajos de Lizano, se dan dos matices diferenciadores. Uno, propiamente “kitsch”, que en el ámbito estético puede ser tomado como una actitud; una especie de corriente permanente dentro del arte, en la relación entre lo original y lo vulgar.

Otro, se vincula con lo sociológico y es cuando el “kitsch” se liga al arte de vivir, en el cual sólo puede hallar su autenticidad. Como producto cultural está hecho a la medida del ciudadano y la sociedad modestos.

Es, como mencionan algunos estudiosos europeos de arte, la exigencia de buen gusto dentro de la más absoluta ausencia de gusto; el arte dentro de la fealdad, el cromo del almanaque corriente.

Pero se desprende de esa inclinación tal ingenuidad, tal sentimiento de seguridad y armonía, que revela la existencia del “kitsch” en el interior de todos nosotros. “El kitsch es tan permanente como el pecado”, dice, no obstante, Abraham Moles.


Ambigüedad

El dibujante nativo nos enfrenta en la mayoría de sus obras sobre cartón (móviles, atravesables o bidimensionales) a principios de ornamentación en un contexto de acumulación, a veces abusivo, cuando no gratuito.

Esta es una de las características de la tendencia en que se inscribe su producción al cual se suma la ley de los contrastes de colores puros complementarios, asociados a los blancos, a los rosas y al “dorado”. A pesar de su existencia como elemento de desecho los materiales que utiliza Lizano, la mayoría de las veces, invitan a disfrazarse.

Desde su exhibición en la Plaza de la Cultura (1985), Lizano realiza dibujos al carboncillo y con tiza de colores, en gran formato, con signos-símbolos de gran ambigüedad como aves-ojos, en medio de estructuras geométricas que se transparentan y elipses mezclados con manos humanas en una dinámica caprichosa. Entre los signos culturales que conserva su memoria (Grecia, Japón, Limón) se intrincan seres andróginos y cometas que acentúan una identidad sexualmente ambigua y cierto afecto por el ocultismo, confundida por algunos con el arte contemporáneo.

La plurisignificación de los contenidos de las obras de Lizano proviene, no de su riqueza conceptual y plástica, sino de su apelación a la ambigüedad, al recuerdo o experiencia propia del hombre-espectador promedio, del hombre “kitsch” que existe en cada uno de nosotros.

Las influencias patentes en la plasmación de estas obras son casi las mismas del “kitsch”, la pintura ultrafigurativa de la segunda mitad del siglo XIX en Europa, el “modern style” revelado en su contribución al dibujo con una línea asimétrica y tortuosa, rematada en forma de latigazo.

En sus últimas obras, aun cuando se evidencian las características apuntadas, se distinguen una cierta ruptura con lo anterior, tal vez por un mayor control del proceso creativo del autor, como refieren los trabajos titulados “Adán y Eva” y “Observando Nol” (1987).

Trátase de lo último del autor y, a diferencia del resto de su exhibición, se destaca una superior coherencia conceptual y técnica, pues parece haber encontrado una veta visualmente explotable. No obstante, su dificultad en el estudio del “kitsch”, se debe a su carácter intuitivo, sutil y no explícito.

En su caso particular hay una manera de ser que prevalece sobre el objeto recreado y al que sólo el tiempo sabrá hacer justicia. La obra de Lizano, para concluir, “es tan permanente como el pecado”.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 13 de marzo, 1987. Revisado por el autor el 18 de mayo, 2018.

Comentarios

Walter Rojas Hidalgo dijo…
Hola , buenas tardes, esta crítica sobre la obra de Lizano data de 33 años atrás, no he vuelto a ver obra reciente, pero muchas obras maduran y se robustecen con el tiempo y saltan apreciaciones y elementos que pueden enriquecerla, eje. la reutilizacion de materiales, pero manteniendo su lenguaje estético-conceptual y los sustratos en los que ha trabajado históricamente el señor Lizano sus apreciaciones serían las mismas o hay algún cambio en la crítica de su obra. Muchas gracias
Excelente pregunta. La última muestra que conozco del Sr. Lizano data del 2019 en Museo Juan Santamaría y algunas contribuciones en colectivas. Los elementos constructivos como medio de expresión siguen presentes, igual que el origen de los temas étnicos y su lenguaje plástico básico. Cuando empezó su carrera resultó novedoso por el aprovechamiento de materiales de desecho, pero no he notado un cambio dramático o innovador desde entonces, solo continuidad en su vena estilística original. Hoy podría escribir mas ampliamente sobre lo que publique hace 33 años, pero sinceramente sería mucho más riguroso que entonces.

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