ROBERTO LIZANO: "Kitsch"
Exposición
individual del dibujante Roberto Lizano Duarte (Alajuela, N.1951). Obra
reciente (1985-87), trabajos consistentes en dibujos, ensamblajes, móviles e
instalaciones con base en soportes de papel y cartón. Espacio Jorge Debravo.
Del 27 de febrero al 28 de marzo, 1987, de lunes a sábado.
En su caso particular hay una manera de ser que prevalece sobre el objeto recreado y al que sólo el tiempo sabrá hacer justicia. La obra de Lizano, para concluir, “es tan permanente como el pecado”.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 13 de marzo, 1987. Revisado por el autor el 18 de mayo, 2018.
En el pasado reciente, me he ocupado parcialmente
del trabajo de Roberto Lizano, quien exhibe su producción gráfica desde 1980.
Un lapso, por lo demás, demasiado breve para medir el talento de un autor o
artista.
La presente muestra individual tiene la
particularidad de expresar una propuesta novedosa para nuestro medio, si bien
sus recursos técnicos y materiales son ya tradicionales en otros ambientes.
Ante todo, Lizano ofrece una obra en la que
prevalecen los motivos andróginos implicados en signos culturales de origen
griego, japonés y afrocaribeño, dentro de un estilo o manera de hacer que bien
puede emparentarse con el “kitsch”.
Aquí podemos admitir el término, de origen alemán,
como hacer de prisa y corriendo; hacer algo nuevo con algo viejo. El “Kitsch” es, pues, lo convencional que se
hace pasar por verdadero. La facilidad, la mediocridad.
Sin embargo, en los trabajos de Lizano, se dan dos
matices diferenciadores. Uno, propiamente “kitsch”,
que en el ámbito estético puede ser tomado como una actitud; una especie de
corriente permanente dentro del arte, en la relación entre lo original y lo
vulgar.
Otro, se vincula con lo sociológico y es cuando el
“kitsch” se liga al arte de vivir, en
el cual sólo puede hallar su autenticidad. Como producto cultural está hecho a
la medida del ciudadano y la sociedad modestos.
Es, como mencionan algunos estudiosos europeos de
arte, la exigencia de buen gusto dentro de la más absoluta ausencia de gusto;
el arte dentro de la fealdad, el cromo del almanaque corriente.
Pero se desprende de esa inclinación tal
ingenuidad, tal sentimiento de seguridad y armonía, que revela la existencia
del “kitsch” en el interior de todos
nosotros. “El kitsch es tan permanente
como el pecado”, dice, no obstante, Abraham Moles.
Ambigüedad
El dibujante nativo nos enfrenta en la mayoría de
sus obras sobre cartón (móviles, atravesables o bidimensionales) a principios
de ornamentación en un contexto de acumulación, a veces abusivo, cuando no
gratuito.
Esta es una de las características de la tendencia
en que se inscribe su producción al cual se suma la ley de los contrastes de
colores puros complementarios, asociados a los blancos, a los rosas y al “dorado”. A pesar de su existencia como
elemento de desecho los materiales que utiliza Lizano, la mayoría de las veces,
invitan a disfrazarse.
Desde su exhibición en la Plaza de la Cultura
(1985), Lizano realiza dibujos al carboncillo y con tiza de colores, en gran
formato, con signos-símbolos de gran ambigüedad como aves-ojos, en medio de
estructuras geométricas que se transparentan y elipses mezclados con manos
humanas en una dinámica caprichosa. Entre los signos culturales que conserva su
memoria (Grecia, Japón, Limón) se intrincan seres andróginos y cometas que
acentúan una identidad sexualmente ambigua y cierto afecto por el ocultismo,
confundida por algunos con el arte contemporáneo.
La plurisignificación de los contenidos de las
obras de Lizano proviene, no de su riqueza conceptual y plástica, sino de su
apelación a la ambigüedad, al recuerdo o experiencia propia del
hombre-espectador promedio, del hombre “kitsch”
que existe en cada uno de nosotros.
Las influencias patentes en la plasmación de estas obras
son casi las mismas del “kitsch”, la
pintura ultrafigurativa de la segunda mitad del siglo XIX en Europa, el “modern style” revelado en su
contribución al dibujo con una línea asimétrica y tortuosa, rematada en forma
de latigazo.
En sus últimas obras, aun cuando se evidencian las
características apuntadas, se distinguen una cierta ruptura con lo anterior,
tal vez por un mayor control del proceso creativo del autor, como refieren los
trabajos titulados “Adán y Eva” y “Observando Nol” (1987).
Trátase de lo último del autor y, a diferencia del
resto de su exhibición, se destaca una superior coherencia conceptual y
técnica, pues parece haber encontrado una veta visualmente explotable. No
obstante, su dificultad en el estudio del “kitsch”,
se debe a su carácter intuitivo, sutil y no explícito.
En su caso particular hay una manera de ser que prevalece sobre el objeto recreado y al que sólo el tiempo sabrá hacer justicia. La obra de Lizano, para concluir, “es tan permanente como el pecado”.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 13 de marzo, 1987. Revisado por el autor el 18 de mayo, 2018.
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