La Picto-Escultura del Arte-Libro

Comprar y disfrutar de mapas con los cuales usted no puede navegar, en un texto que usted no puede literalmente leer. Estudiar cuidadosamente oscuras, prestadas y fragmentarias fórmulas matemáticas o criptografías que para el común de los sentidos carecen de significado tal vez parezca excéntrico.

Sin embargo, a través de la historia, los conocedores en arte han buscado y consumido con apetito justamente esa clase de artefactos. ¿Por qué? ¿Quién puede explicarlo? Tal vez exista un irresistible misterio en tales objetos, ya sean antiguos o contemporáneos, que lleva a algunos a intentar extraer orden de su aparente caos.

Los artistas en libros pertenecen a esa élite que ha visto la vida como arte, y que ha comprendido que el caos provee la dosis necesaria de misterio que todos nosotros requerimos para mantenernos asombrados, desafiados, y obligados a sacar sentido del sin sentido, ese que tiene significado solo para el artista.

VARIADA HISTORIA

La historia de los artistas en libros es tan variada como los artistas que trabajan en esta forma de expresión. Un libro de arte, es, en el nivel más básico, un trabajo hecho por un artista dentro de los límites de las estructuras formales del libro. Como la mayoría de las “nuevas formas” de expresión artística, se empezó a desarrollar a fines del decenio del cincuenta y principios de los sesentas.

El arte-libro tiene evidentes afinidades con los trabajos e ideas de los Futuristas, los Dadaístas y los Surrealistas. Sin embargo, libros hechos por artistas trabajando en este medio después de 1960, en Norteamérica y Europa son diferentes por su énfasis en ciertas ideas y los efectos de tales ideas en la forma física de los libros producidos.

Aunque es difícil indicar una sola específica y definible estética o una dirección formal distinguible en los arte-libros, existe una preocupación central de la cual la mayoría de los desarrollos en este campo se han derivado: definiciones de arte y el papel del artista y las instituciones artísticas.

En líneas generales entre 1960 y 1975 los artistas en libros trataron de desenfatizar la estética formal de sus objetos y reemplazarla con un arte de ideas y procesos, mientras luchaban por un sistema de mercado artístico menos desigual.

El énfasis a fines de los setentas y en los ochentas giró hacia recobrar en el arte del libro los valores del oficio, el valor estético y la unicidad, sin negar el mérito del libro como forma de comunicación y experimentación conceptual.

"Obelisk Stare", artelibro de Tim Ely: Foto: CCACR

REVALORAR EL ARTE

Informados de la destrucción de las mayores colecciones de libros en el mundo debido a que fueron hechos a partir de 1850 con papeles ácidos derivados de la madera, muchos artistas en libros procuran actualmente garantizar que sus obras no solo duren más de 500 años, sino que puedan ser restaurables, cosa que no ocurre con la mayoría de los libros en bibliotecas públicas alrededor del mundo.

Formados en su mayoría como pintores, escultores o artistas gráficos, los artistas en libros tienden a dedicar muchos años al dominio del oficio de hacer libros y sus componentes materiales antes de consolidar su concepto plástico en ellos. La artesanía del libro como estructura contenedora y significante deber ser dominada antes de lo que el lenguaje estético lo use como vehículo.

Los artistas se vuelven artesanos para luego ser artistas-artesanos el resto de sus vidas. No escriben novelas, ni sus energías se consumen en producir libros de cocina, de viaje, o ediciones de bolsillo baratas. Ellos hacen arte-libros. Sus nombres han empezado a irrumpir en el mercado de arte; Tim Ely, Ed Ruscha, Lilian A. Bell, John Baldessari (Estados Unidos), Weissmuller, Philip Smith (Inglaterra), Therese Weber (Suiza), Joyce Smith (Israel) y Patricia Figueroa (España).
Y aún en latinoamérica, donde más mujeres que hombres han asumido el liderato, como Nirma Zárate (Colombia), Lourdes Cedrán (Brasil), Lil Mena y Magda Santonastasio (Costa Rica).

Ellos y ellas son parte del puñado de pioneros que han expandido el lienzo moviendo la pintura y la gráfica  lejos de la tradicional “ventana en el espacio” y la expansión modernista de la pintura de caballete al mundo de los libros hechos a mano, donde la pintura sustituye el texto escrito, evolucionando a través de las páginas con las encuadernaciones de remotos castillos y monasterios medievales y donde las antiquísimas caligrafías de China, Tibet y Egipto así como viejos mapas y fórmulas matemáticas han surgido como un nuevo estilo de dibujo.

DOS TENDENCIAS

Dos tendencias dominantes han sido definidas claramente: la tradicional que utiliza el libro como contenedor que ennoblece la unidad del trabajo de arte contenido ya sea en un dibujo, grabado, poesía, fotografía, etc. como el libro  presentado por Jasper Johns en la Bienal de Venecia;  otra la experimental, que considera que el artista debe dominar la estructura y construcción de libro, pero a partir de ahí desarrollar su propio concepto plástico sin limitaciones excepto el respeto al material y la estructura, vale decir que el libro debe durar, su oficio debe ser impecable y la obra concretada no debe ser parte de la estética del deterioro tan popular en los sesentas y setentas. 

Los arte-libros de Magda Santonastasio, se pueden considerar dentro de la primera escuela. Los libros son vehículos que contienen y transforman los grabados y poemas que transportan. Textos levantados a mano, a la vieja usanza, en caliente, relativos a la vida secular de especies animales y humanas en entornos tropicales húmedos son ilustrados mediante grabados en metal monocromos que dimanan la misma sencillez y esencia de los “haiku” japoneses.

La factura manual y única de cada libro así como su iconografía protegen la esencia de esas diáfanas percepciones ligadas a la naturaleza y a la humanidad.

La segunda escuela es ilustrada por el estadounidense Tim Ely, quien vendrá al país en 1992, y cuya obra se ilustra. Ely se inspiró en ruinas y materiales desechados, los huesos, piedras y artefactos del arqueólogo.

Philip Smith, el curador de la última exhibición de Ely en el Victoria and Albert Museum of London, apuntaba que Ely “combina por ejemplo, fragmentos del detritus de las pirámides egipcias con acrílicos, o piezas esculpidas en hueso y usa estas como incrustaciones en las cubiertas de sus libros, logrando una excitante pátina que enriquece las coloridas texturas de su superficie. Él también se inspira en las formas de los libros medievales, por su rugosa cualidad y espontánea organicidad la cual se refleja en su propio trabajo”.

De los artistas en libros citados, y a quienes he podido tratar personalmente, una nueva similitud emerge, su calma, la ausencia de agresividad en sus modales, que los hace lucir como samuráis levantando su espada cuando conversan. Tanto su tono como su volumen trabajan juntos para explicar su obra con la humildad de un ”simple” artesano quien no se considera a sí mismo un “artista”. Carecen en general del agresivo exhibicionismo del artista-vendedor contemporáneo, lucen felices con su trabajo, y rehúsan sacrificar la calidad de sus arte-libros únicos a la febril vida social del artista de metrópoli, aunque en su mayoría viven en ciudades de ritmo vertiginoso, Nueva York, Londres, Bogotá, Sao Paulo, San Diego.

PINTURA-LIBRO

La pintura no difiere del libro por cuanto la estructura del libro informa al artista de la misma manera que el lienzo al pintor. De ello no resulta un libro más que se perderá en el ambiente de las bibliotecas y los archivos, sino un libro con carácter e independencia.

Es cierto que aún la pintura es más aceptada como medio artístico y producto artístico que el arte-libro e incluso la gráfica, pero como advierte Tim Ely, ello se debe a que tradicionalmente el libro ha contenido literatura.

Y cuando el libro ha sido finamente encuadernado a mano para satisfacer a un determinado cliente he permanecido como un producto elitista en una colección privada. Como contraste, sugiere Ely, cuando el libro es un objeto pintado este tiende a gravitar ligeramente hacia mayores audiencias en cuanto expresión artística.

La literatura, es muy distinta de los libros hechos a mano, pero la historia de la factura de libros ha progresado, hacia la literatura, resultando en una simbiosis, muy difícil de separar. Por ello, la valoración artística del libro depende de que autores como Ely, Cedrán, Zárate y Mena hagan del libro un verdadero vehículo para el artista y no sólo a un medio atractivo para el mundo literario.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p,2D Publicado el domingo 6 de octubre, 1991.
Revisado por el autor el 6 de abril, 2018.

Comentarios

Carlos Barboza Vargas dijo…
Es un volver a los libros de Horas. Donde la historia se explicaba con imágenes. En nuestra Galería Costa-3, difundíamos y exponíamos este tipo de obra, el Libro artístico, en los años 70 del siglo XX. Saludos Juan Carlos.

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