BRACCI: Salto de Fe

Exposición Retrospectiva “Dulcis in Fundo” de Alvaro Bracci (Roma, n. 1948) 70 obras en técnica mixta, óleo y acrílico, serigrafía, reproducciones digitales, collage, fotolitografía y cerámica. Museo de Arte Costarricense, San José, Costa Rica. Del 26 de abril al 30 de setiembre, de 2018, de martes a domingo.

50 años en la vida de un creador son suficiente tiempo para evaluar objetivamente su legado al arte y a la sociedad.  Sobre todo, cuando ha trabajado consistente y disciplinadamente con todos los medios expresivos a su alcance en distintos contextos sociopolíticos y culturales.

He conocido de primera mano la obra y al artista Alvaro Bracci desde 1984 cuando se integró al grupo Cofradía del que fueron también, parte los pintores Edwin Cantillo, Rafa Fernández, y en distintos momentos Otto Apuy y Gerardo González.

Su obra ha sido influida tanto por su personalidad como por su formación religiosa y profesional.  No obstante, por su disciplina académica y sensibilidad sus padres lo matricularon en un colegio de curas, el San Filippo Neri, en Roma, y más tarde ingresó al Seminario Pontificio Romano donde pasó tres años y desarrolló una antipatía por el sistema eclesiástico católico y colateralmente un interés profundo por el arte. Aunque luego, a su pesar, eligió una rama técnica en un politécnico romano, donde la metal-mecánica y el diseño industrial se convirtieron en oportunidades antes que obstáculos para su desarrollo creativo hasta el día de hoy.

De hecho, la obra representada en la retrospectiva del MAC, es prueba tangible de cada ciclo en la vida de este pintor italo-costarricense, afincado por decisión en Costa Rica desde 1971 pero siempre vinculado conceptual y filosóficamente a su tierra natal.

“Ser y no ser”, Políptico. 1985. Oleos/tela. Alvaro BRACCI. Foto: AKEZ

TRASHUMANTE GEOMETRICO

A diferencia de otros pintores, la obra de Bracci es una sola conceptualmente, si bien temática, técnica y espacialmente ha variado desde su primera exposición individual en 1978.  Cada uno de sus ciclos como pintor está vinculado casi siempre a exposiciones individuales en lo particular y no a etapas de desarrollo conceptualmente diferenciadas.

Sus tres primeros “períodos” como pintor, entre 1978 y 1984 (tres exposiciones individuales correspondientes) definieron su concepto plástico: una obra figurativa y geométrica con base en formas volumétricas y esféricas inspiradas tanto en las matronas italianas como en las indígenas latinoamericanas y dominada por una composición limpia y precisa (dibujada primero y más tarde con base en los pigmentos del óleo) enmarcada por una arquitectura con base en arcos y marcos. 

En 1987 desarrolla un proyecto basado en los evangelios del nuevo testamento que cubren los muros de la Iglesia de San Ramón y que confirman su interés en revolucionar la percepción espiritual a través de su obra. 

Al año siguiente su paleta colórica que nos había acostumbrado a una gama limitada y oscura sobre espacios blancos con base en el negro, el café y el turquesa principalmente, se torna más intensa como en su serie de “mujeres”.  Esa exploración continuará en los siguientes ciclos ahora que la forma geométrica y el contenido han sido dominados.

El sujeto de su imaginería marcará igualmente su desarrollo como pintor como revela la exposición de 1995 en torno al personaje creado por Collodi, “Pinocchio” y en el 2003 “El Quijote” de Miguel de Cervantes que “cabalga” de nuevo en sus serigrafías y obra gráfica del período.

Sus posteriores ciclos expositivos hasta llegar a “Ego sum qui sum” del 2015 sobre los pecados de la iglesia, o la cultura afrocaribeña en “Wa´apin” en el 2017, respetan la norma de ciclo-exposición individual. 

Bracci ha producido consistentemente una obra de visos decorativos, con una técnica meticulosa, sin importar de que medio se trate, que busca contener cuatro preocupaciones genuinas que afirma en su obra con base en vivencias que lo conectan con sus fuentes de referencia artísticas principales:

  1. La afirmación de su origen proletario y militancia social (no partidaria) que lo lleva a criticar abiertamente unas veces, y veladamente otras, la autoridad, el status-quo y la injusticia social.  Ve la política como un medio y no como un fin en su búsqueda plástica. (Courbet)
  2. El arte y la pintura en particular es un medio para provocar la reflexión, al compartir con el destinatario el “yo interno” del creador. (Matisse)
  3. La belleza está ligada al tiempo en que se vive y al individuo que la percibe. Por ello, las figuras y ambientes de sus obras resumen emociones humanas que no pierden vigencia. (Cezanne)
  4. El “yo interno” se expresa más claramente eludiendo la imitación de los fenómenos naturales. Por eso, en el juego geométrico de su obra se respira musicalidad, ritmo y armonía. (Kandinsky)
  5. Toda expresión artística es espiritual.  La arquitectura dominante en sus obras ofrece orden en medio del caos y acoge como en un “hogar protector” a sus figuras. Esto por extensión evoca la familia y la vida espiritual. Bracci resuena ante una audiencia que suele encontrar quietud y paz dentro de un templo dedicado a un Dios al que no sigue.


FE O ESCEPTICISMO

Una constante en la obra de esta muestra retrospectiva, es cuanto Bracci aborrece la confusión.  Su búsqueda del orden, no obstante, es precisa. Pero esto no lo hace añorar el arte académico que por formación le es ajeno, pero tampoco abrazar la “terapia de shock” de algunos movimientos vanguardistas.  

Su obra deliberadamente aprovecha los medios tecnológicos, pero evitando intencionalmente el efectismo sensorial que se vuelve vicio y detiene la investigación del artista. Usa la tecnología, pero no se dejar usar por ella.

Tampoco está interesado en crear para vender y no porque de ello dependa su subsistencia, sino más bien para no caer en la repetición y el conformismo.  Por eso no acepta imposiciones, ni crea por encargo.

¿Qué lo mueve a pintar entonces? Su enfoque relacional.  Su positivismo que se afirma en una obra concebida a lo largo de cincuenta años para la interacción creativa con una audiencia despierta, pero cansada de los ardides y los efectos especiales.  Bracci, claramente cree en la gente, en el futuro, en la humanidad. Su obra no ironiza cuando critica el abuso político, religioso o social.  Muestra el mundo tal y como lo percibe.  No es un escéptico, sino un ser humano que da saltos de fe constantemente.

El escepticismo nunca concluye nada. Por eso a nivel metafísico o espiritual, necesitamos dar saltos de fe, es decir creer y aceptar algo que va más allá de los límites de la razón. En otras palabras, aceptar una verdad subjetiva sobre el significado de la vida.  Por ello, "la más espantosa de todas las cosas es una existencia personal que no puede unirse a una conclusión," escribió acertadamente el filósofo, teólogo y poeta danés Soren Kierkegard (1813-1855)

Aunque Kierkegard no inventó la frase “salto de fe” se le atribuye porque fue el primero en fundamentar filosóficamente el concepto como antítesis del escepticismo intelectual. Por ello, es revelador que Bracci haga una aproximación racional – intelectual - mediante el geometrismo a una realidad existente que desea testimoniar, pero la cual, aunque rica en emociones no procesadas, termina siendo una representación sobria, quieta y espiritual. 

Aun la denuncia, la angustia y el abuso no fomentan en su obra plástica una perspectiva intelectual escéptica de la realidad. Bracci decide trascender la realidad dramática que denuncia “calmadamente” mediante un “salto de fe” que le permite completar su síntesis pictórica, e ir más allá de las etiquetas.

Dulcis in fundo”, título de la retrospectiva, es una expresión latina que resume 50 años de vida artística no limitada a “llegar al final de la carrera”, sino a terminar bien. Bracci nos ofrece su versión genuina de lo que es una “obra maestra”: cada obra en estos cincuenta años ha cimentado el camino hasta su última creación, y nada se explica sin todas ellas. 

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA

Comentarios

Leticia Leon dijo…
No deja de sorprenderme la calidad de su crítica y su producción cada vez más detallada. Un gusto seguirlo.
Emmanuel Calvo Canossa dijo…
Me encantó el enfoque y la amplitud de de la información e interpretación ofrecida en esta crítica
María Vargas dijo…
Una crítica robusta y atinada con un artista prolífico y clave en la escena local.

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