ADONAY NAVARRO: Esclavitud de lo Urgente

Instalación “S.O.S.” de Adonay Navarro (Honduras, n. 1974) Galería Nacional de Arte, Tegucigalpa, Honduras. Del 29 de noviembre del 2016 al 7 de Setiembre, de 2018, de martes a sábado.

La recién clausurada instalación del artista conceptual hondureño, Adonay Navarro, titulada “S.O.S.” suscitó un nivel de atención justificado tras un año y nueve meses de exhibición en la Galería Nacional de Arte de Tegucigalpa.

Tres factores han sido determinantes para que “S.O.S.” se convirtiera en un éxito de asistencia como intervención artística:
  1. Su resonancia con la dramática realidad de la deforestación en Honduras
  2. La convergencia del arte conceptual con el arte de la tierra (Land-Art)
  3. Búsqueda de interacción estética sensorial con la audiencia
Pero antes, ¿Quién es Adonay Navarro?

Adonay Navarro es un artista relativamente joven cuya carrera artística formal inició en 1993 tras su graduación de la Escuela de Bellas Artes de Honduras.  A pesar de la cantidad de exhibiciones individuales que ha organizado desde entonces, catorce con la recién concluida en la Galería Nacional de Arte, su obra está lejos de tener un estilo personal definido, y sus conceptos varían tanto de una muestra a otra, que parecen más el resultado del eclecticismo que de una enfocada investigación de los medios y los conceptos.  

El único hilo conductor identificable es su investigación disciplinada, de carácter conceptual, sobre la conexión entre el pasado y el presente de su entorno que le ha permitido desde el 2011, principalmente, conectar gradualmente sus preocupaciones contestarias con una realidad plagada de urgencias.  

Los temas de sus muestras, aun a nivel de anécdota, evidencian esa línea de trabajo:

La explotación minera (tema que viene desde la colonia española) en su exposición “Cielo Abierto” del 2011; el muestrario “gerberizado” de lo que regala Honduras en la colectiva “Honduras se regala” en el 2012;  los vestigios de una arqueología de lo urbano-contemporáneo en “Tegucifossil” del 2013, el consumo comercial en su minimalista muestra “Tierra a la venta” del 2013; la cotidianeidad hondureña en “Invernadero” del 2014; y la realidad que clama por conciencia ecológica en “S.O.S.” en el 2015.  Esta muestra fue un prolegómeno de la instalación en sitio-específico que por espacio de un año y nueve meses se expuso en la Galería Nacional de Tegucigalpa.

Navarro ha recurrido nuevamente en esta oportunidad a la instalación artística, un género de arte contemporáneo que surgió en la década de los 70´s como movimiento artístico con la idea de que la obra prevalezca sobre sus aspectos formales. Como tal la instalación es parte de la experimentación artística, por lo que se exhibe por un tiempo predeterminado y se puede presentar en cualquier espacio. Como en su presente muestra, Navarro aprovecha la finalidad la instalación para sacar un objeto del contexto y situarlo en otro para darle utilización estética.


1.      EL DRAMA FORESTAL HONDUREÑO

La instalación de Navarro aborda el drama forestal hondureño, que bordea la tragedia.  Los siguientes son datos duros que sustentan su investigación: Cerca de la mitad de la población en Centroamérica, aproximadamente 22.5 millones de personas, depende de la madera y el carbón para satisfacer sus necesidades básicas de energía. De acuerdo con la FAO, el consumo de madera como combustible en Centroamérica alcanzó en el 2013, 42.5 millones de centímetros cúbicos.  La mayoría de esa madera se consume en la preparación de alimentos y en menor medida para calentar los hogares y la pequeña industria.

En Honduras, el 43 % de la energía entre el 2005 y el 2011 se obtenía de la madera. Y el mismo porcentaje corresponde a incendios causados en Centroamérica por actividades agrícolas con un promedio de 21.000 incendios que afectan anualmente 677.000 hectáreas en la región.

Cada primavera los campesinos limpian miles de hectáreas de bosques y arbustos y matorrales para uso agrícola.  La vegetación quemada no solo facilita la plantación, sino que libera bastantes nutrientes para soportar el crecimiento de vigorosas cosechas para la estación. Sin embargo, cuando estas prácticas se generalizan terminando coadyuvando en la erosión y la pérdida de biodiversidad.

Los fuegos intencionales junto con la explotación industrial de la madera han ganado a Centroamérica el dudoso honor de tener el más alto ritmo de deforestación en el mundo en los últimos veinte años. 

Centroamérica ha perdido el 19% de sus bosques a un ritmo anual del 1.26%, pasando de 27,639.000 hectáreas de bosques a 222,411.000 en el periodo. Hoy muy poco del área boscosa centroamericana puede ser clasificada como primaria o bosque virgen.

De acuerdo con las Naciones Unidas, el país líder en deforestación en la región es Honduras con el 37.1% de pérdida de bosque en el Istmo. Todo este marco de referencia sostiene el argumento de la inmediatez en la instalación de Adonay Navarro en Tegucigalpa.  El artista estima que debe dar una respuesta a la situación contingente, esclavizando su expresión artística a la dimensión de lo urgente.


2.      CONVERGENCIA CONCEPTUAL Y LAND-ART

Un segundo aspecto que evidencia la obra de Adonay es su comunión como artista conceptual con el arte de la tierra (Land-Art), una ruta en la que le acompañan muchos artistas, entre pintores y escultores.

El movimiento del arte de la tierra (Land-Art) comenzó formalmente en los sesentas del siglo pasado, pero la humanidad ya venía implementando sus postulados en gran escala desde tiempo inmemorial.  Cuando miramos a la historia de la ciencia y la religión, encontramos claras evidencias de esta incubación ancestral en estructuras de piedra celtas como “Stonehenge”, las esculturas de la Isla de Pascua en Chile, y las líneas en el desierto de Nazca, Perú.   

Algunas son tan masivas y extensas que se requiere verlas desde el aire, lo que las vuelve fascinantes porque fueron realizadas antes de la invención de los aviones.

Las vanguardias artísticas del neoplasticismo, el cubismo, el minimalismo y el arte conceptual, entre otras, sobrevivieron en tiempos modernos mediante artistas que tomaron sus conceptos para asociarlos con el arte de la tierra (land-art) que tiene su mismo espíritu contestario.  

No debe extrañar al ver la obra más reciente del autor hondureño de la instalación “S.O.S” que sus comentaristas traten de descifrar su intencionalidad (concepto plástico) mediante referencias a artistas en la pintura y la escultura vanguardistas, tan disímiles entre sí, como Mondrian, Calder, Duchamp, González, Gris, Rothko y hasta Fontana.  Su preocupación por conectar lo que llaman registros en la obra de Navarro, con códigos artísticos conocidos, no agrega nada a la interpretación de la obra del hondureño, antes bien causa confusión.  En otras palabras, las referencias a movimientos y artistas de vanguardia histórica no han explicado hasta ahora su posicionamiento como artista conceptual que se expresa a través del arte de la tierra.

Numerosos artistas contemporáneos adoptaron como Navarro el Land-Art por su actitud anti-sistema, de claro antagonismo al materialismo impuesto por el mercado del arte y sus marchantes.   La paradoja, es que muchas de las obras monumentales del Land-Art son proyectos extremadamente caros de completar (a menudo requieren comprar terrenos y alquilar equipo para remover la tierra) por lo que su sostenibilidad financiera depende del mismo sistema económico que critican.  Es más, para poder apreciar las obras hay que viajar a zonas remotas – más accesibles para los ciudadanos pudientes -  y en ubicaciones solo visibles desde el aire.

Los proyectos en gran escala de este movimiento de vuelta a la naturaleza son más bien elitistas, ya que los que los financian están casi siempre vinculados a galerías y museos que explotan sus concreciones mediante fotografías y videos.
Una forma de evadir esta problemática ha sido el desarrollo del land-art en sitio específico, como lo hace el venezolano Milton Becerra, cuya más reciente exhibición criticamos hace poco.   

Las instalaciones por lo tanto han sido el medio de expresión para estas locaciones específicas, garantizando un mayor tiempo de exposición para el conjunto – basado por lo general en materiales de desecho o simplemente “ready-made” – y perpetuándolo mediante documentación audiovisual suficiente.  Lo cual, es paradójico, ya que el arte-conceptual no se supone que dure o sea perpetuado. El mercado parece haberle ganado a la ingenuidad, nuevamente.


                                                                          Instalación "S.O.S.". Adonay Navarro. 2017

3.     BÚSQUEDA DE INTERACCIÓN ESTÉTICA SENSORIAL

“S.O.S.” es una propuesta técnicamente concebida por un autor disciplinado, pero aun ayuno de concepto plástico claro, aunque navegue en las aguas maritales del arte conceptual y el land-art.  Navarro busca en sus últimas exposiciones e instalaciones fomentar la interacción estética y sensorial con su audiencia, pero los resultados hasta ahora son débiles ideativamente.

Es importante recordar que un aspecto fundacional del Land-Art consiste en producir emociones plásticas en el espectador que se enfrenta a un paisaje determinado, en este caso los “fósiles” de un incendio forestal.

No obstante, el objetivo de este movimiento es alterar, con un sentido artístico, el paisaje, para producir el máximo de efectos y sensaciones al observador. Se pretende reflejar la relación entre los humanos y la Tierra, el medio ambiente y el mundo, expresando al mismo tiempo el dolor, debido al deterioro ambiental del clima que existe hoy en día. Lo principal es la interacción del humano-artista con el medio ambiente.

Navarro, como antes otros artistas de la tierra, utiliza como materia prima para sus obras elementos tomados del medio ambiente, muchos de ellos en decadencia o ruina. El soporte y el material es el propio paisaje existente, el bosque explotado y subyugado por el abuso humano para el presente caso.

En términos técnicos, Navarro echa mano de la intervención del paisaje, pero en un entorno recreado y específico, una de las tres salas de la Galería Nacional para fomentar una interacción regulada con el medio ambiente, modificando una fracción del paisaje del bosque consumido por el fuego. No olvidemos que lo que vemos no es el bosque quemado, es una alteración de la topografía y los elementos por parte del artista creando una nueva estructura con su propia dinámica artificial.

La instalación artística “S.O.S.” es consistente como género con la idea de que la obra prevalezca sobre sus aspectos formales. Navarro, no obstante, ha extraído el objeto del contexto y lo ha situado en otro para darle utilización estética.  A primera vista, es una escena limpia, higiénica, y hasta fría.  No conmueve, no altera el estado emocional de quien transita a través de ella, ni mueve a la acción ecológica concreta.

A pesar de que, como género, la instalación permite el uso de cualquier medio físico, visual o sonoro, e incluso la interacción con los medios audiovisuales electrónicos y el performance, el autor ha desperdiciado la oportunidad de crear una experiencia de interacción con el espectador para despertar sentimientos o reflexiones.


                                                           Imagen: "Estética de la destrucción" - Otto Apuy. 1992

Se ha dejado a un lado la estimulación sensorial vista, oído, gusto, tacto y olfato.  Aún tengo en la memoria, la instalación del artista conceptual, Otto Apuy, titulada “Estética de la destrucción” de 1992 con motivo de la inauguración del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo en la capital costarricense.  

En esa oportunidad, Apuy recreó el bosque quemado, pero con base en una dinámica sensorial en tiempo real con antorchas humeantes, fuego, sonidos crepitantes, videoarte y hojas que se entregaban al público y, que al estrujarlas reproducen el ruido del fuego en la madera.  Las comparaciones pueden ser odiosas, pero establecen una didáctica que no debe ser ignorada especialmente cuando usamos medios de expresión que buscan comunicar lo urgente de manera efectiva a una audiencia saturada de ruido y datos.

La instalación artística no solo es el montaje y el ordenamiento de objetos producidos o intervenidos en un espacio o ambiente; las instalaciones tienen sentido en las ideas fundamentadas que concibe y presenta el artista en su obra física o intangible y lo que éstas provocan en la interacción con el espectador.

Adonay Navarro transita como un malabarista conceptual sobre el hilo del arte del arte de la tierra sin comprometerse por completo, simpatizando con los postulados contestatarios, por lo menos a nivel formal, pero con una clara falta de empatía por lo que estos suponen en términos de integridad y concepto para el artista contemporáneo.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC

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