CRÍTICA DE ARTE: Haciendo una Diferencia a la Vez
En el continente ha sido
frecuente la queja sobre la ausencia de crítica de arte sistemática y
profesional. Sin embargo, cabe ponderar
las siguientes interrogantes primero: ¿Debe existir o no la crítica de arte en
el medio artístico? Y luego ¿Sobre qué bases?
La crítica de arte colombiana, Marta Traba, abrió brecha desmitificando el arte,
pero creando nuevos mitos con la neofiguración contestataria.
En principio, la crítica de arte se define como una
especialidad artigráfica que consiste en interpretar el hecho artístico:
tradicionalmente se limitaba a valorar y reseñar obras y exposiciones no
consagradas por la historia del arte.
Esta definición, sin embargo, es insuficiente en el contexto
sociocultural local y en un mundo globalizado donde la producción cultural
mimética, improvisada y hasta truculenta es mercadeada igual que la obra que
deriva de una disciplina artística, un concepto claro y un comportamiento
íntegro.
Es insuficiente en medios donde la ignorancia y la desinformación
artística están a la orden del día y donde el autor o autora, a falta de una
exigencia crítica sistemática, convierte la honestidad creativa en un asunto de
ética individual sujeta a las variaciones de la moda, el mercado y el gusto
“oficial” del público.
DEFINICIÓN ALTERNATIVA
Una alternativa que enriquece la definición de la
crítica de arte es aquella que la considera como una forma de literatura que
condensa o amplifica, enfatiza u ordena, o intenta armonizar todas las ideas
que vienen a la mente cuando esta es confrontada por el fenómeno
artístico.
Debemos al poeta y crítico
francés, Paul Valery, el que la crítica de arte haya progresado del vituperio a
la metafísica. Esta revolución es la que
explica porqué todavía hoy leemos crítica de arte. Bien apuntaba, Charles Baudelaire que “No había un solo momento en que la crítica
no haya estado en contacto con la metafísica”.1
Para establecer un fundamento claro, la metafísica es
la rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y
principios fundamentales de la realidad. Esto incluye la clarificación e
investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que entendemos
el mundo, como entidad, ser, existencia, objeto, propiedad, relación,
causalidad, tiempo y espacio.
Poner atención con rigor obstinado al objeto artístico
es una cualidad inherente al crítico profesional. Pero, los historiadores de arte y otros
académicos en un afán de convertir a la crítica de arte en otra disciplina
académica anteponen la definición de una metodología a la experiencia del hecho
artístico. En otras palabras, tratan de convertir la crítica de arte en algo
que no es como la historia del arte o la retórica curatorial.
No podemos confinar la crítica de arte a la disciplina
académica porque sería el fin de esta, pero si podemos aceptar que este género
literario existe en razón del objeto artístico que examina. La crítica consiste en tomar decisiones como
si importaran.
O como lo expresa el crítico David Hickey, “La crítica trata de canalizar cambio, y cuando
nada cambia, cuando nadie disiente. ¿Quién necesita la crítica?”2
Charles Baudelaire representa la tendencia histórica de la crítica de arte como extensión de la poesía.
SIN CRÍTICA PREVALECE EL
DINERO
Como ha señalado el crítico David Levi Strauss “sin crítica, la única medida de valor en el
arte es el dinero, y esa medida ha probado ser tanto inconsistente como
anquilosante. Entiendo que a los banqueros y administradores de fondos de
inversión lo prefieran, pero no entiendo porque los artistas lo han soportado
por tanto tiempo”3
Si la crítica es devaluada, los artistas y los
curadores no tendrán otra elección en la presente crisis de valores relativos
que depender de la canción que toque el mercado.
Por lo tanto, a la tarea de interpretación del hecho
artístico coetáneo el crítico de arte – crítico porque posee criterio – se suma
el papel de desmitificador.
Este papel es a menudo resentido por la comunidad
artística que percibe una amenaza sobre su seguridad económica y prestigio
social, así como para coleccionistas y marchantes que no quieren que se
evidencie la fragilidad de las propuestas estéticas que promueven sustentadas
más por el currículo, los premios y los artículos laudatorios de encargo.
El crítico se erige en “desmitificador”, en potencial
destructor de falsas mitologías artísticas, a la vez que descubre los falsos
valores de apreciación en el arte: lo complaciente y superficial que se fomenta
en aras del “esfuerzo”, una deficiente producción cultural aunque la defienda
como afirmaba la crítica venezolana, Marta Traba, “un público que quiere tener héroes aunque se demuestre que fueron
cobardes, y que mantiene a ultranza a genios locales después de que sus páginas
se han convertido velozmente en polvo y ceniza”.4
El curador, el comentarista, el periodista y el
crítico de arte nada pueden aportar si lamen la obra artística con efusiones
líricas de tercer orden tranquilizando al público y obteniendo, a cambio, gran
simpatía de esos “artistas” y de ciertas audiencias y medios.
El crítico de arte, saludable y profesional, no debe
buscar complicidad con la mentira, ni con la superficialidad. Debe testimoniar
la verdad estética entendida como la suma de conocimientos y experiencias que
le permite articular un criterio: como el artista auténtico todo esto resulta
de la disciplina, el conocimiento, la integridad y la valentía.
La historia reciente ha demostrado que el desarrollo
de la cultura desde el ámbito estatal mediante el fomento de la actividad
artística financiada con fondos gubernamentales termina siendo un lastre para
la misma cultura que se busca establecer.
En las artes visuales, por ejemplo, constatamos que la
dirección de los principales entes de promoción y formación cultural está en
manos de burócratas, llámense académicos en arte o ciudadanos ilustres.
Su concepto de la plástica no es dinámico, ni
libre; antes bien, neutralizan la confrontación necesaria entre arte y público,
creando un entorno donde sólo expone y es premiado el autor no controversial,
que tiene buena relación con el director y/o curador de la galería o museo; o
en su defecto, el que cuenta con un amplio currículo y premios.
En la práctica, la obra artística que debería ser lo
primordial resulta relegada y cuando es objeto de comentarios oficiales tiene
mucho de resabio anodino y clisé.
LA CRÍTICA NACE DEL ARTE
¿Por qué el arte necesita de la crítica? Porque la
crítica es un reflejo de este, un lugar fuera del arte que sirve para
reflexión, el discernimiento y la conexión con un mundo mayor. Por supuesto,
que se puede producir un “arte por el arte”, pero qué sentido tiene si su
conexión con el mundo real se vuelve tenue, y la relación con lo social
desaparece. Si un artista y su arte quieren engancharse con la realidad, si
quieren discusión y confrontación, necesitan de la crítica.
Por otra parte, un crítico no produce aisladamente.
Por el contrario, su papel lo conduce a múltiples nutrientes políticas,
sociales, económicas, psicológicas y culturales en las que debe mantenerse
actualizado e investigando.
Por eso, su criterio implica discernir lo esencial, a
partir de una multitud de datos e ideas, buscando distanciarse de sus
preferencias, y las del mercado. Hay,
sin embargo, un problema colateral derivado de los nutrientes de la crítica y
es la ausencia de un pensamiento y sensibilidad crítica propia y a la vez,
latinoamericana: el crítico, no obstante, suma su experiencia nacional a las
referencias internacionales, a falta de referencias críticas sistemáticas y
relevantes en el subcontinente.
No hay una metodología apropiada a la crítica de arte, se requiere experimentar el arte sin
prejuicios estéticos o paradigmas académicos para escribir sobre este con integridad.
PORCIÓN EXCÉNTRICA
No debe extrañar que esta realidad haya convertido a
nuestra región en lo que Octavio Paz llamaba; “una porción excéntrica de Occidente”, que tiene crítica, pero
carece de pensamiento crítico propio.
Nuestra porción dice el poeta e intelectual mexicano, “conoce la sátira, la ironía, el humor, la
rebeldía heroica, pero no la crítica, en el sentido recto de la palabra. Por eso tampoco conocemos la tolerancia,
fundamento de la civilización política, ni la verdadera democracia, que consiste
en la libertad y que reposa en el respeto a los disidentes y a los derechos de
las minorías. Nuestros pueblos viven
entre los espasmos de la rebeldía y el estupor de la pasividad”.5
En este contexto, el ejercicio de la crítica tiene
connotaciones peligrosas. Tanto que
muchos críticos en distintos ámbitos, aunque rigurosos y honestos, optaron por
renunciar a la actividad interpretativa y desmitificadora.
Si el entorno no favorece el desarrollo de la crítica
de arte, se puede preguntar uno: ¿Para que arriesgarse a practicar la crítica
sistemática y profesional?
La respuesta es que sin crítica no puede darse en
nuestro medio una producción cultural de calidad universal e influencia global.
Mientras el halago gratuito sustituya el criterio,
mientras la medida de la integridad creativa sea la ignorancia del espectador
y, mientras, los cínicos y charlatanes dominen la escena cultural, como
burócratas del gusto, marchantes inescrupulosos, o autores inauténticos, no
habrá calidad que señalar.
El crítico debe permanecer tan libre como el propio
artista, de manera que pueda enfrentar las presiones interesadas en asimilarlo
a los intereses creados o, en su defecto, por sacarlo de circulación.
Es un serio error de los artistas atacar la crítica
porque esta es su propia progenie, y futuro. O como lo puntualizó Baudelaire, “Es del vientre del arte que nace la
crítica”.6
Más que nunca, la integridad, disciplina, conocimiento
y valentía de la crítica son la única garantía que tiene el arte y su
audiencia, sobre la validez de lo que comunique como objeto de su crítica en
las artes visuales, como en cualquier otro campo de la vida.
M.A., Juan Carlos Flores Zúñiga, AICA, BSc, CPLC, ACC
Notas:
- Baudelaire, Charles. Salon de 1846: Delacroix
- Hickey, David. Discusión en el Instituto de Arte de Chicago en 2005 que James Elkins y Michael New incluyeron en su libro “El Estado de la Crítica de Arte: Seminario de Arte (Rutledge, 2007)
- Levi Strauss, David. “De la metafísica al vituperio: Crítica de Arte como si todavía importara”. Revista ART, 3 de mayo, 2012.
- Traba, Marta. Arte Latinoamericano. Pp.- 54-56. Ediciones de la Biblioteca EBVC, Caracas, 1972.
- Paz, Octavio. Palabras al simposio sobre arte latinoamericano de Austin, Texas en “Puertas al Campo” Ediciones UNAM, México, 1966.
- Baudelaire, Charles. Salón de 1846: Delacroix
Comentarios
Felicitó al grupo que integra tan profesional equipo!!!