MUSEO DE JADE: Entre el Ritual y la Naturaleza

Exposición “Naturaleza y ritualidad en los pueblos precolombinos”, curada por Priscilla Molina, Virginia Novoa y Wilson Valerio. Selección de piezas arqueológicas de distintos materiales pertenecientes a las colecciones de Museo Nacional, Museos del Banco Central y Museo de Jade. Museo de Jade y de la Cultura Precolombina, San José, Costa Rica. Del 5 de abril al 16 de junio, de 2019, de martes a domingo.


Aunque reducida a la mitad de la sala de exposiciones temporales, la propuesta es bondadosa, no solo por la cantidad de lo expuesto, sino en significación de esos objetos seleccionados que contribuyen a aclarar el propósito y lo pretendido por los museos. Suma el diseño expositivo, mapas, gráficos, textos y fotografías, que contribuyen con el espectador orientándolo y dándole información para asimilar y ser sujeto de su propio aprendizaje.

A modo de premisa, la gran misión de estas instituciones culturales, además de salvaguardar la herencia y tesoros (binomio naturaleza-cultura) que nos lega la casa de todos: La Madre Tierra, es educar y que emerjamos empoderados ante el impacto que provoca dicho patrimonio. 

Lo asimilado en la visita va a ser superpuesto a otras capas de conocimientos (los nuestros y lo que comparten otras personas) pues surten nuevas relaciones o conexiones que deben encadenarse, entretejerse. Si no fuera así de esta manera, que no se produzca ese forcejeo, entre lo nuevo y lo que ya se sabe, la visita al museo resultaría vaga e irrecordable.

Visita guiada por parte de la arqueóloga Virgina Novoa del Museo de Jade. Foto: Museo de Jade.

RECONOCER EL ENTORNO

Con frecuencia me pregunto, cómo sería el paisaje natural del país, en tiempos en que los pobladores originarios produjeron el valioso legado que denominamos “arte precolombino”. 

Cavilación que me motiva a indagar, en qué medida el medio natural y su cultura, incidieron en producir tan singulares tesoros, y a dar muestras de los talentos de sus pobladores y que hoy custodiamos con celo: Creatividad, excelencia en el tratamiento técnico o estilístico en la configuración de piezas en oro, lítica y cerámica.

Pero también debería traerse a colación la capa de acontecimientos mundiales que ocurrieron en esos mismos lapsos de tiempos observados, que por lo general son estudiados separados sin transparentar unos con otros. 

Esto -transparentarlo-, es en suma benéfico en tanto nos ayuda a valorar lo que se produjo en estas tierras, y estudiar además de esas correlaciones, la influencia en fenómenos como la conquista y colonización, que provocaron una quebrazón en nuestra cultura originaria, y que son estudiados desde las actuales posturas.

Estilización y fundición de una langosta en oro. Foto: Museo de Jade

NATURALEZA Y CLIMA

Trasciende que, en Guanacaste, lo que hoy representa un clima abrazador con terrenos polvorientos y agrietados por falta de agua, en aquellos tiempos no lo era, pues el habitat natural se mantenía intacto, no había sido violado por la nefasta deforestación y las nocivas actitudes de los humanos de destruir el entorno con prácticas indiscriminadas de explotación de sus recursos. 

Al contrario, nuestros ancestros vivían bajo aquellos frondosos árboles, sin necesitar de sistemas de clima artificial como los tenemos hoy, o la arquitectura con complejos sistemas de ventilación que son un desvelo para los diseñadores y arquitectos. Lo que construían era la choza con ramas, palmas, trozos de corteza, hojas y otros materiales extraídos del bosque; o sea, todo les era dado por la naturaleza.

Si tenían hambre, para aquellos hombres y mujeres era suficiente ir al río o a la costa; pescar gran variedad de especies de peces, langostinos, cangrejos, y otros frutos del mar o de las aguas de ríos. Para cazar, había suficientes animales que les abastecían de nutrientes. Pero además tenían la tierra donde cultivar tubérculos, la milpa, las frutas silvestres. Su modelo de vida era pacífico, tolerante con su naturaleza y cultura, pero sobre todo respetuoso y practicante de sus creencias.

En el resto del territorio nacional, la diversidad natural demarca los climas distribuidos en las regiones Tropical Húmedo del Caribe, el Central Intermontano y el Tropical del Pacífico. Según uno de los textos de pared en la muestra, definen doce tipos de bosque, con sus diversas zonas de vida y series de ecosistemas específicos caracterizados por grupos de plantas y animales.

Figura de un hongo modelado en arcilla. Foto: Museo de Jade

PAISAJE HUMANO

Para los estudiosos de las ciencias sociales, y en particular la arqueología, lo humano se estudia desde sus manifestaciones culturales (rituales, asentamientos, artefactos, entre otros) con las que interactúa en las diferentes condiciones medioambientales. 

Para los sociólogos nosotros ponemos mano en el entorno, y este a su vez nos hace, modifica nuestras conductas, en una impresionante intreacción que posee el carácter de lo simbólico, pues cada producto es un símbolo que comunica y del cual se puede aprender.

La amplia diversidad del país, repito, incide en la variedad de la fauna: mamíferos, reptiles, aves. En algunas piezas expuestas se deduce dicha diversidad de la naturaleza, con una combinación entre tipos de animales, y también su interacción con seres humanos. Son asociados a sus creencias, y desde ahí es que se adopta el elemento iconográfico de la muestra: el búho que puede representar al chaman, y una cabeza trofeo en su regazo, representado al ser humano caído o porque fenece. 

La representación de la flora, aunque es escasa, existe, y se exponen estilizaciones de frutos y vegetales, entre estos los hongos, con una pieza de un tamaño considerable, aspecto que nos dice lo importante que era para ellos en su alimentación y práctica ritualística.

Talla en piedra. Foto: Museo de Jade

EJES TEMÁTICOS

La amplia colección de piezas artísticas de los pueblos originarios anteriores a la conquista y colonización que poseen estos tres museos capitalinos, permite abordajes como el que hoy ofrecen: “Sostenibilidad y Cultura”, una formulación creciente desde la década de los ochenta y noventa del siglo anterior cuando se reconoce el valor del otro, la "Otredad", y su territorio de actuación, que no es solo geográfico o político, sino potencial de lo propio.

Son aspectos centrales para que los espectadores y visitantes a los museos reflexionen acerca del escenario natural tan característico del país, pero también el simbólico -el paisaje interior-, de quienes habitaron el territorio nacional. Ese panorama permitió a los curadores destacar, como señalan en el comunicado de prensa: “no solo la diversidad natural sino las semejanzas y diferencias culturales que son interpretadas a partir de las investigaciones arqueológicas en las diferentes regiones del país”.

La segunda trama abordada aprecia las creencias de aquellos antiguos pobladores, respecto a los animales, que los posicionaba como espíritus protectores. Agregan: “a partir de lo cual surgieron diversos mitos y leyendas relacionadas con temas como el chamanismo, la muerte, el origen del mundo, entre otros”.

Detalle de una talla en piedra de la figura de un chamán. Foto: Museo de Jade

DESAFÍOS PARA LA INTERPRETACIÓN

Caminar entre esos espacios de la sala de exposiciones temporales con “Naturaleza y Ritualidad”, impele a reflexionar con elocuencia lo que nos enseña acerca de esos contenidos avistados, pero además cuestionarnos ¿cuál es el principal carácter a observar desde la visión del arte? La creatividad, el pensamiento no lineal tan cercano a la teoría del Caos, apreciado en la manera como solucionaron las cosas, el uso y técnicas de elaboración de los materiales, y el estilo o configuración de la forma (en muchos casos minimalista), pero sobre todo la libertad de interpretarlo.

Por ejemplo, una de las piezas que nos sorprende por su belleza es una ocarina con la figura de un pez, encontrada en la Subregión Arqueológica Gran Chiriquí, datada entre el 700 y el 1500 d.C., colección del Museo Nacional; los arqueólogos la asocian a la guerra y a lo funerario, asociado a sacrificios propiciatorios:

“Muchos de los mitos y cosmovisiones sobre el origen del mundo se relacionan con la naturaleza” -acota uno de los textos de sala- y prosigue: “Debido a la riqueza natural con que cuenta Costa Rica existió una interacción entre las poblaciones antiguas con su entorno, estableciéndose un equilibro entre lo cultural y la supervivencia como medios para la producción y constitución de identidades”.


Ocarina modelada y cocida den arcilla. Foto: Museo de Jade

BÚHO: FIGURA PARADIGMA

Se exhibe una escultura en piedra muy singular, un búho sosteniendo lo que representa la cabeza de un ser humano (Buho de piedra llevando cabeza trofeo invertida. Subregión Arqueológica Diquís, 1000-1500 d.C. Colección del Museo del Jade). 

Decía al inicio que importa traslapar las capas de información y pensar lo que ocurría en el mundo en esos mismos lapsos espacio-temporales focalizados por la muestra, y en el caso particular de esta pieza: un arco temporal de quinientos años. Por ejemplo, en Europa se erigía la arquitectura Gótica, y la escultura, antes dependiente de los muros y estructuras de aquellas altas catedrales, empezó a tomar independencia y manifestarse como un arte autónomo, tal y como lo es hoy y lo fue en las civilizaciones clásicas.

Esta pieza en particular, producida entre los quinientos años anteriores a la conquista del continente, me motivó a recordar que en 1272 ocurrió el regreso a Venecia del explorador Marco Polo, relatando acerca de los tesoros encontrados en Oriente. Esas noticias despertaron, como era de esperar, el interés por ir a explorar aquel continente, acrecienta el mito, incluido el interés del genovés Cristóbal Colón de llegar a las Indias navegando hacia occidente, al contrario del veneciano, considerando la hipótesis de Galileo Galilei de la redondez[l1]  de la tierra.

Refiero a esta dialógica, pues, si la muestra es buena, empodera y genera posibilidades de argumentar posibles y muy variadas lecturas. Se dice que las ideas en arte son holones, y que estos se desplazan en el espacio, por lo que una idea puede ser captada acá o al otro lado del mundo. Y, como en materia de interpretación del arte en la actualidad, nada me impide establecer una metáfora o analogía de lo visto o hallado, llamaría a esa pieza “La Pietá del Diquís”, en tanto desde el punto de vista morfológico -con su distancia de lenguaje y discurso, por supuesto-, consienta confrontarla a aquellos temas abordados por Miguel Ángel, en la escultura del Renacimiento.

Pero el asunto del Búho no termina aquí con mí focalización, esta pieza perteneció a la colección de la Iglesia Católica iniciada por Monseñor Bernardo Augusto Thiel, segundo obispo del país. Incluso trasciende que fue parte de una exposición de Arte Precolombino de Costa Rica exhibida en Madrid en 1892, y luego en Chicago, 1893, celebrando los cuatrocientos años del descubrimiento de América.

En un artículo publicado en el Boletín del Museo Nacional por parte de la investigadora Gabriela Villalobos en 2016, titulado “De Obispos, arqueología y museos”…, la historiadora acota: “Cuando la lechuza fue registrada temporalmente en los catálogos del Museo Nacional de finales del Siglo XIX, se describía más ampliamente como “…símbolo de la creación, en donde la lechuza o tecolote tiene en el pico al primer hombre y lo coloca sobre la redondez de la tierra…” (museocostarica.go.cr)

Pero volviendo al carácter de la escultura animalística, y salir de estas conjeturas, la idea es crear un doble del animal, para exhaltar sus cualidades y caracteres simbólicos, que animan al ser humano en sus creencias de sentirse acompañado por el espíritu del animal, sobre todo llenando un vacío respecto a la comprensión del significado e impacto de la muerte. 

Pero ese doble se nos presenta cargado de memoria, de relatos, narrativas, especulaciones, dialógica, pero que hacen rico el trabajo del investigador cultural, quien media con esa cantidad de vectores interpretativos para clarificar los discursos acerca de nuestro arte milenario, pero también hacer creíble la urdimbre de su cultura.

Búho tallado en piedra. Foto: Museo de Jade.

RAZONAMIENTO CONCLUSIVO

Importa reflexionar acerca de lo que nos queda de la visita al Museo de Jade, con la muestra “Naturaleza y Ritualidad”: Permanecen aprendizajes que nos empoderan; pero también persisten aspectos museográficos que incomodan, como algunas fichas impresas sobre papel rojo que distraen la concentración, y restan pureza al montaje. 

No obstante, los curadores dejaron muchas pistas para colectar y anudar durante el recorrido, un sistema de textos en cuyas costuras se deducen y reafirman saberes acerca de este singular proyecto. Quiero repasar algunos de estos conceptos:

La escultura animalística tallada en piedra, modelada en arcilla, y la orfebrería en oro, tuvieron un singular desarrollo y significación en las creencias de los pueblos originarios ancestrales, y de manera paralela develaron mitos y leyendas que las relacionan al chamanismo, y a nociones como la muerte, al ritual del entierro, como también cuestionarse el origen del mundo.

Lo expuesto regenera la existencia de una amplia iconografía relacionada a las creencias animistas, donde plasmaron representaciones de espíritus con forma de animales, los que asistían al chamán o líder espiritual en sus ritos y costumbres. El chamán tenía la capacidad de transformase en diversos animales asimilando sus cualidades y poderes. Sumaba el uso de objetos, vasijas, esculturas, infusiones de plantas y raíces, pero también los cantos propiciatorios de tales ritos.

La interacción que tuvieron las poblaciones prehispánicas con la naturaleza en sus diversos escenarios: la montaña, la selva, las costas, permitió plasmar imágenes de la fauna en estilos realistas, como la vasija lagarto, u otras piezas en oro, todo con diversos grados de estilización o abstracción.

El nivel de destreza y capacidad de detallar apreciado en muchos de esos objetos expuestos, y el simbolismo representado, es un aprendizaje que deberíamos seguir todos nosotros, demuestran el profundo conocimiento de su entorno natural, así como su visión de mundo, como se dijo, animista. 

Aquellas sociedades respetaron la naturaleza y la conservaron. No obstante, subrayan los curadores, el impacto al ambiente se acrecentó en el período colonial hasta la actualidad con la disminución de especies animales y forestales. 

Coincido, finalmente, con la apreciación de los curadores, queda en nuestras manos el retomar esa actitud conservacionista sobre la naturaleza que tenían nuestros antecesores y respaldar nuestro único recurso de supervivencia y vivienda, LA MADRE TIERRA. 

Luis Fernando Quirós Valverde, Investigador, Docente y crítico CCACR

Comentarios

Carlos Barboza Vargas dijo…
Fueron mis primeros maestro, iba al museo a dialogar con ellos, en mis tiempos de estudiante, los dibujaba con atención. Hasta ahora son los artistas con más personalidad creativa de la historia patria. Saludos.

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