Salón Nacional 2019: CAOS DETERMINISTA
Colectiva de
artistas nacionales y residentes en Costa Rica seleccionada por el jurado internacional
del Salón de Artes Visuales 2019. 41 obras en pintura al óleo, acrílico,
acuarela y técnica mixta, instalación, fotografía, arte-libro, cerámica y video.
Museo de Arte Costarricense,
San José, Costa Rica. Del 18 de mayo al 31 de agosto,
de 2019, de martes a domingo.
Esto sucede, aunque el arte sea un sistema en rigor determinista, es
decir; su comportamiento puede ser completamente determinado conociendo sus
condiciones iniciales. En buen
costarricense, “por la víspera se saca el día”.
Finalmente, en la categoría otros medios, se premia la animación digital de corta duración de Wilson Ilama titulada “campo de entrenamiento para soles fracasados”. Con los recursos tecnológicos disponibles a nuestro alcance en la era digital y viniendo de un trasfondo metropolitano, no deja de sorprender que la claustrofobia del espacio virtual sentida por las jurados cause mayor inquietud que los espacios cerrados y temporales en que habitamos en las urbes. Basta subir a un ascensor en cualquier edificio concurrido para experimentar la velocidad del movimiento de distintas direcciones en un espacio encapsulado.
RAMPANTE NARCISISMO
Juan Carlos Flores Zúñiga y Mariamalia Sotela Borrasé
Uno de los beneficios tangibles del lenguaje en general, escrito,
verbal, auditivo y/o visual, es que nos brinda la capacidad de crear mundos
diversos, conceptual y físicamente. Su
plasticidad permite que naveguemos, por ejemplo, entre el abismo de las
contradicciones y el relativismo del sistema artístico contemporáneo y la
innegable necesidad de encontrar significado y propósito a lo que se comunica
mediante el hecho artístico.
El caos no es en sí mismo negativo en el ámbito de las artes visuales,
sino más bien una oportunidad para definir proactivamente un orden o norte como
alternativa a la amenaza de ir a la deriva hacia el vacío de la nada que
explotan los sistemas del mercado y la moda.
No obstante, las artes visuales, pese a su caótica diversidad, no son ajenas
a los principios físicos del caos que investigadores científicos han definido
como sistemas complejos y dinámicos.
El arte es un tipo de sistema complejo y a la vez, dinámico, no lineal,
muy sensible a las variaciones de las condiciones iniciales. Así las cosas,
ligeras variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes
diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo
plazo.
UNA CRÓNICA PUNTUAL
Los salones de artes visuales que con carácter oficial se organizan
alrededor del mundo a partir de la semilla plantada por el Salón Carré del
Palacio del Louvre, Francia, en 1699, son un entorno propicio para demostrar
como opera el “caos determinista” desde el proceso de selección, pasando
por la premiación y terminando con la curaduría con fines expositivos
temporales.
El propósito central de la organización del Salón de Artes Visuales
2019, segundo certamen desde que se restableció el evento en el 2017, por
parte del Museo de Arte Costarricense (MAC) es “contar con una lectura
renovada de la producción actual en el campo de las artes visuales, y a la vez
fortalecer a las nuevas generaciones de artistas que se están formando en el
país” (MAC, 2019)
En otras palabras, el salón es una especie de crisol en el que se
mezclan las distintas contribuciones de los artistas visuales residentes
localmente, y que busca estimular a las nuevas generaciones de productores
artísticos.
Sin embargo, el propósito de este nuevo salón se distancia, filosófica
y contextualmente de los realizados a lo largo de la historia de las artes
plásticas costarricenses en varios aspectos medulares:
1. ES
UN EVENTO ORGANIZADO POR CURADORES/HISTORIADORES
La participación
de los medios de comunicación como patrocinadores y organizadores de este
espacio de confrontación anual/bienal era la norma en el pasado. Los primeros
salones tuvieron lugar entre 1928 y 1937 organizados por medios de prensa
nacionales, principalmente el desaparecido Diario de Costa Rica.
Además
de crónicas sobre asuntos culturales, estos medios publicaban críticas y
comentarios sobre artes plásticas periódicamente. Desde hace más de una década
no se publica y/o difunde crítica profesional e independiente de artes visuales
en los medios de comunicación nacionales.
2. NO
HAY MEMORIA POSTRAUMÁTICA DE LOS SETENTAS
El
“trauma” causado a los artistas y la cultura local por la primera Bienal
Centroamericana de Pintura que tuvo lugar en 1971 con motivo del 150
aniversario de la independencia centroamericana se ha sublimado. En esa oportunidad la historiadora Marta
Traba sin articular mayor criterio, ni someterlo a discusión, redujo
drásticamente la lista de participantes e incidió decisivamente para que los
otros jurados José Luis Cuevas y Fernando Szyszlo declararán desiertos los
premios con excepción de la obra del guatemalteco Luis Díaz por su tríptico
“Guatebala 71” que se ajustaba más a su expectativa militante políticamente de
entonces.
Esto llevó a intelectuales y autoridades locales como el escritor Alberto Cañas a restablecer los salones nacionales como medio claramente sociocultural de “reivindicación” tras lo sucedido con el rechazo a la producción artística nacional ocurrida en la citada Bienal.
Esto llevó a intelectuales y autoridades locales como el escritor Alberto Cañas a restablecer los salones nacionales como medio claramente sociocultural de “reivindicación” tras lo sucedido con el rechazo a la producción artística nacional ocurrida en la citada Bienal.
3. RESTRICCIÓN
DE ESPACIOS PARA EXHIBICIÓN Y CONFRONTACIÓN
La
limitación de espacios para mostrar la producción anual de los artistas locales
tanto profesionales como no establecidos se intentó salvar mediante el restablecimiento
de los salones nacionales a partir de 1972 buscando la confrontación entre propuestas
y generaciones. “Reunirse anualmente
para revalorar el trabajo de un año” razonaron los organizadores de
entonces.
Bajo
este enfoque operaron los salones nacionales de artes plásticas entre 1972 y
1993. Desde los noventa, sin embargo, los espacios para exhibir arte, tanto
públicos como privados, se fueron reduciendo drásticamente por la falta de
visión y de políticas culturales apropiadas para el desarrollo de las artes
visuales tanto en el sector privado como público.
El Salón Nacional de Artes Visuales 2019 es un esfuerzo tímido y
sesgado que busca, en parte, dar continuidad a la “visibilización de la
producción artística del país” como revela la selección de 41 obras
correspondientes a 32 autores (as) por parte de un jurado internacional.
EL ROL DE LAS JURADOS
Estamos frente a un esfuerzo importante por parte de la dirección del
MAC, pero que es demasiado estratégico para dejarlo solo en manos de curadores
e historiadores arte y del evidente sesgo de género en la selección del jurado
compuesto por Caroll Yasky (Chile), Choghakate Kazarian (Francia) y Juliana
Gontijo (Brasil).
Cada jurado suele filtrar conforme a su experiencia, conocimiento y
preferencias subjetivas lo que quiere mostrar como fruto de su esfuerzo
examinador. No es cierto que exista la
objetividad en este ámbito. De hecho, es natural que quienes tienen la
oportunidad de servir como jurados en un certamen como el presente, conforme
más conocen de conceptos, historia y prácticas artísticas más padezcan de “parálisis
paradigmática”. Es decir “su opinión experta constituye criterio profesional
válido”.
Por ello, es que para ejercer el criterio saludable y profesionalmente,
conforme más conocemos, más necesitamos “desaprender” intencionalmente
para evitar los juicios y prejuicios que impiden y/o restringen la libre
experimentación del producto artístico sin metodologías críticas.
Lo anterior es lo que distingue al historiador y/o curador del crítico de arte esencialmente, como ya hemos explicado ampliamente en este espacio (Visite, https://arskriterion.blogspot.com/2018/11/critica-de-arte-haciendo-una-diferencia.html)
Lo anterior es lo que distingue al historiador y/o curador del crítico de arte esencialmente, como ya hemos explicado ampliamente en este espacio (Visite, https://arskriterion.blogspot.com/2018/11/critica-de-arte-haciendo-una-diferencia.html)
Si hay algo que el pasado puede enseñarnos es a no menospreciar las
oportunidades de mejora continua en este tipo de convocatorias artísticas. Si se quiere la participación tanto de
artistas veteranos como noveles, la convocatoria debe cumplir realmente con la
promesa de “promover la pluralidad de visiones”, pero esto se incumple
tácitamente por la composición del jurado y la organización de las bases del certamen. ¿Cuáles fueron los criterios de selección del
jurado?
En el acta que suscribieron, las jurados reconocen que en la selección
no primaron “criterios previamente acordados ni preconcebidos”, pero que,
sin embargo, se alinearon con las intenciones del Salón de “aportar una
nueva mirada a la escena artística costarricense”.
Para ello, recurrieron a los textos aportados por los artistas visuales como memoria para el acercamiento a sus propuestas. Sin embargo, afirman haber premiado “aquellas que presentaron propuestas fuera de las narrativas convencionales”. ¿Qué es una narrativa no convencional” cuando en cada una de las categorías de premiación distinguieron obras de narrativa elocuentemente convencional?
Para ello, recurrieron a los textos aportados por los artistas visuales como memoria para el acercamiento a sus propuestas. Sin embargo, afirman haber premiado “aquellas que presentaron propuestas fuera de las narrativas convencionales”. ¿Qué es una narrativa no convencional” cuando en cada una de las categorías de premiación distinguieron obras de narrativa elocuentemente convencional?
PREMIOS A LO CONVENCIONAL
En la categoría bidimensional fue premiado un óleo pintado en el 2018 por
Ruth Bonilla titulado “Retrato de padre”.
El jurado parece haber sido impresionado por la “sinceridad”
de la artista al representar en forma cotidiana y fondo monocromo una relación
afectiva con una figura paterna.
En un país con una larga tradición pictórica de retratos familiares, (Leer
crítica en https://arskriterion.blogspot.com/2019/07/extrana-infancia-en-el-mac-inocencia.html)
sorprende que el jurado afirme que valoraron “la calidad formal
y conceptual de todas las propuestas”. ¿Qué tiene de único el retrato premiado en
términos de simplicidad iconográfica, dominio técnico y carga emotiva?
En la categoría tridimensional se premia a la ceramista Ana Victoria
Murillo por sus dos piezas del 2019, “Ofrenda a la
feminidad I” y Ofrenda a la feminidad II”. Nuevamente pregunto: ¿Cuál es la nueva
narrativa? Si ponemos atención al discurso de género más reciente, la única
forma de conectar estas obras con la corporalidad ancestral y terrenal es
realizando la polémica “arqueología de género”
que consiste en una intervención ideológica del pasado para reposicionar a la
mujer en el centro del discurso artesanal o artístico.
Pero bueno, las jurados interpretan que “las mamas”
cerámicas revelan “la calidez nutritiva combinada
con el salvajismo amenazante de su multiplicación.”
¿Qué es mas amenazante la nutrición mamaria o la multiplicación de las mamas?
En realidad, conociendo la gran contribución de artistas nacionales a la
cerámica no utilitaria, creo que la lectura de las jurados hace un flaco favor
a la obra, a la artista y al medio.
Finalmente, en la categoría otros medios, se premia la animación digital de corta duración de Wilson Ilama titulada “campo de entrenamiento para soles fracasados”. Con los recursos tecnológicos disponibles a nuestro alcance en la era digital y viniendo de un trasfondo metropolitano, no deja de sorprender que la claustrofobia del espacio virtual sentida por las jurados cause mayor inquietud que los espacios cerrados y temporales en que habitamos en las urbes. Basta subir a un ascensor en cualquier edificio concurrido para experimentar la velocidad del movimiento de distintas direcciones en un espacio encapsulado.
El loop de Wilson Ilama es definitivamente un campo de entrenamiento para percepciones fracasadas. El videoarte con base en la animación es de larga data, sin olvidar que e l género como tal emergió a principios de los sesentas en Alemania. No hay nada nuevo bajo el sol como para considerar esta una narrativa no convencional ya sea por el medio empleado por Ilama o por el texto con el artista intenta explicarla.
"Campo de entrenamiento para soles fracasados", 2018. Videoarte. Wilson Ilama. Foto: MAC.
RAMPANTE NARCISISMO
Pero reflexionando un poco más, tal vez debamos tener compasión por el
jurado. Al fin y al cabo, son solo curadores e historiadores de arte, que no
ejercen la crítica de arte porque no es su objeto profesional, sino que
producen acercamientos subjetivos a los objetos que seleccionan y exhiben
conforme a su experiencia y paradigmas académicos y museográficos. Además,
trabajan con base en lo que se les presentó en el certamen.
Este certamen como antes bienales y salones atrae autores que producen
para concursar, por eso la mayor parte de las obras, no debe sorprender, son de
data reciente.
No obstante, es difícil trazar un proceso artístico disciplinado, técnica
y conceptualmente, con base en una o dos obras de autoría reciente, y eso claramente
no es responsabilidad del certamen o de las jurados. Lo que sí reclama atención
del investigador en arte y el espectador atento es el rampante narcisismo de
las obras presentes en el salón que revelan por una parte inmadurez del artista
en ciernes y por otra una moda artística contemporánea que se niega a morir.
Debemos mucho de la resiliencia del narcisismo en el arte actual no
solo a factores psicológicos de una generación ávida de fama instantánea desde
que Andy Warhol lanzó su profecía sino a
figuras como Marina Abramovic - a quien el mercado ha levantado al nivel de “gurú”- quien profesa su independencia con respecto a
cualquier “influencia”
pasada o presente y que habla de su obra como si fuera el resultado de una
transmutación personal hacia el objeto artístico y de este de regreso a la artista como parte de su mismo ser. El
objetivo, no obstante, es completarse plenamente a través del objeto artístico.
Un matrimonio hecho en la tierra entre el narcisismo y el fetichismo.
"Pornodiario", 2019. Álbum fotográfico. José Miguel Rosales. Foto: Juan C. Flores Zúñiga
FACILISMO Y FÓRMULAS
La selección del salón 2019, por ende, es tan anodina como la
participación. Y la falta de criterio
mostrada tan recurrente como la debilidad ideativa y técnica de lo exhibido.
No hay una sola propuesta en este salón nacional que se salga de lo
convencional, a pesar de los esfuerzos aislados por no parecerlo. Se trate de
representaciones figurativas o neofigurativas, de tema paisajístico (marinas o
rurales), de revelación físico-sexual, de género, o simbolismo fantástico, las
piezas en exhibición repiten un patrón ya recurrente en el arte costarricense.
En el decenio del sesenta, artistas hoy veteranos o consagrados por los
historiadores de arte locales, sustituyeron la profundización conceptual por
modas pasajeras y artificios técnicos. Respondía así a una demanda externa que
pedía obras de “avanzada” (no convencionales) y con un dominio de aspectos
meramente formales o informales, según la óptica con que se mire, cumplieron
esa solicitud sin procesar lo que recibían como influencia externa cayendo a
menudo en el plagio y la fórmula.
Casi sesenta años después, la presente colectiva incluye paisajes y
retratos en los que nadie se ocupa de expandir las posibilidades formales, cromáticas
e ideativas como sí lo hicieron en su momento a manera de rompimiento Dinorah
Bolandi y menor grado Margarita Bertheau.
Lo que sí domina es el ejercicio desmedido del narcisismo como ya
apuntamos sobre vetas explotadas hasta la saciedad desde el modernismo. Es el
caso del “Pornodiario”
del 2019 desarrollado por José Miguel Rosales Villareal integrando fotografías instantáneas de un cuerpo desnudo y su falo.
En una especie de "selfie" pictórico exploramos otra arista del
narcisismo con el acrílico “Leyéndome” pintado
por Irene Calderón Fernández en el 2018 o, el estudio de autorretratos 1.1 y 1.2
titulados “Yo (No) soy Batman” pintados
al pastel por Juan Carlos Herrera que no son lo que son en términos de autoafirmación.
Otro tanto ocurre con la pretensión intimista de los arte-libros o
mixtas de Estefany Carvajal Muñoz tituladas respectivamente “Confesión de una hermana mayor” y
“Confesión IV” y
en la pintura al óleo de Ivanna Yujimets Hernández titulada irónicamente “Que calor hará sin vos en el verano”.
No faltan obras que revisitan lo truculento del artificio técnico
propio de la escuela de las instalaciones de los setentas y ochentas como “Avivamientos” desarrollado
Jeffry Ulate Castro y Oscar Figueroa Chávez donde los interesados pueden
introducir sus cabezas para experimentar algún tipo de “iluminación” o las
piezas emparentadas orgánicamente con el cacao y maíz. Se trata de la instalación
de piezas torneadas con base en cacao puro titulada “Forma oral” de Juan José
Alfaro y el montaje en pared de Alessandro Valerio Zamora que denotativamente titula
“Maíz Pujagua”.
Como dije al inicio, el comportamiento de un sistema complejo y dinámico
como el del sistema artístico contemporáneo representado en el presente salón
nacional, puede ser completamente determinado conociendo sus condiciones
iniciales. En otras palabras, la
ausencia de desviaciones con respecto al convencionalismo dominante permite
pronosticar un sistema dominado por el facilismo, y la degradación de las fórmulas
dictadas por el mercado y la moda.
Si hay algo que merece rescatarse en medio del caos determinista de la
selección, premiación y exhibición de este nuevo salón nacional, es la intención
tanto del MAC como del jurado de construir un discurso o narrativa (llámese
lectura, fallo, o curaduría) en un espacio de exhibición oficial, para
justificar el caos oscilante de la producción artística reunida con una curaduría
aséptica que pretende disimular la pérdida de norte.
Mientras no exista una confrontación estética tangible entre diversas
narrativas representativas del quehacer técnico y conceptual de artistas tanto
veteranos como noveles el salón nacional seguirá siendo un terreno estéril para
el desarrollo de las artes visuales.
Juan Carlos Flores Zúñiga y Mariamalia Sotela Borrasé
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