JESÚS SOTO: Abstracción en el Espacio y el Tiempo
Exhibición retrospectiva “IV Dimensión” de
Jesús Rafael Soto (n. 1923, Ciudad Bolívar, Venezuela; m. 2005, París). 60 obras
e instalaciones de sus series “Volúmenes Virtuales”, “Extensiones”, “Progresiones”, y “Penetrables” desarrollados entre 1950 y 1997. Museo Guggenheim,
Bilbao, España. Del 18 de octubre del 2010 al 9 de febrero, de 2020, de lunes a
domingo.
Sin embargo, a diferencia del arte conceptual donde la mente del
espectador es libre de dirigirse a cualquier parte a pesar de que se le hace
una propuesta de contenido específica y con frecuencia contestaria, el arte
cinético ordena la percepción de la audiencia imposibilitando que se desvíe,
aunque lo intente solo para provocar sensorialmente. De hecho, no
requerimos contexto o análisis previo al experimentar el arte cinético como si
en otras escuelas y movimientos artísticos.
Por ello, la tercera dimensión escultórica fue el medio más empleado por
el cinetismo, especialmente, a partir de los años sesenta del siglo anterior,
aunque su intención más ambiciosa era tocar lo inmaterial de una cuarta
dimensión como veremos más adelante
La retrospectiva de Soto que se exhibe desde octubre del 2019 y hasta
febrero del 2020 en el Guggenheim Bilbao bajo el título de “La Cuarta
Dimensión”, no hubiera sido posible sin la ventana abierta en 1965 en Nueva
York por el Museo de Arte Moderno.
Esta última y resiliente serie es una mezcla de objetos
abstracto-geométricos, escultura minimalista y jardín de juegos, sus simples
rejillas de coloridos tubos de PVC son usualmente suspendidos desde marcos
independientes y, a menudo, colocados en espacios exteriores. Soto los
consideraba efímeros, y solo unos cuantos de ellos han sobrevivido el
inevitable desgaste y uso.
La primera clave fue la música, en la que fue entrenado inicialmente por su padre quien era violinista. De hecho le dedicó mucho de su tiempo desde antes su comienzo en la pintura en Venezuela, que continuo cuando se instaló en París, donde fue vecino del compositor y
director Pierre Boulez, cuyas ideas sobre la repetición y la variación musical
redefinieron sus convicciones sobre las artes plásticas. Allí también conoció
al guitarrista español Paco Ibáñez, quien se convertiría en uno de sus más
íntimos amigos y con quien tocaría muchas veces.
Mariamalia Sotela Borrasé y Juan Carlos Flores Zúñiga
Una de las
pretensiones de los pioneros del arte moderno fue convencernos de que la
verdadera obra artística nunca estará completa en el soporte físico en que se
la plasma y comunica, sino que provoca y demanda la participación de una
audiencia que la contempla y la procesa cerebralmente para constituir una
experiencia integral. Esto es particularmente cierto en el caso del
arte conceptual y el arte cinético que emergieron primero en Europa en la
segunda mitad del siglo pasado.
Otra diferencia fundacional entre el arte cinético
y las escuelas artísticas precedentes es que fue la primera desde el
renacimiento, recordemos a Leonardo Da Vinci, en lograr una síntesis entre dos
expresiones creativas humanas: las artes y las ciencias.
"Muro óptico", maqueta pintada sobre madera. 1951. Foto: Guggenheim Bilbao.
PRETENSIÓN
CINÉTICA
El término acuñado por Víctor
Vasarely en 1953 inspirándose en los descubrimientos de la cinematografía y los
principios del movimiento de los gases propios de la termodinámica desarrollada
por el francés Nicolas Sadi Carnot en el siglo XIX designa la representación del
movimiento, el espacio y el tiempo.
Antes de él, la
expresión había sido ya empleada por los constructivistas rusos en la década
del veinte, particularmente por Naum Gabo (1890-1977) quien en su Manifiesto Realista
rechazó “el error heredado ya del arte egipcio, que veía en los ritmos
estáticos el único medio de creación plástica” y quiso reemplazarlos
por los ritmos cinéticos: “formas esenciales de nuestra percepción del
tiempo real”.
Por su formación
científica primero, y artística después, Gabo sentó las bases del cinetismo que
evocan en el espectador movimiento e inestabilidad, gracias a ilusiones
ópticas, que cambian de aspecto según el punto desde donde son contempladas o
por la luz que reciban sean obras con movimiento físico o virtual.
Notables son los ejemplos de tres tipos de
obras cinéticas:
- Estables: es decir aquellas cuyos elementos son fijos, dispuestos de tal
manera que el espectador deba rodearlos para percibir el movimiento. Como
ocurre en la obra del ruso Naum Gabo (1890-1977), titulada “Construcción
lineal en el espacio No 2” realizada en 1920.
- Móviles: que
producen un movimiento real debido a diferentes causas, cambiando su
estructura constantemente como en la “Trampa para langosta y cola de
pez” de 1939 realizada por Alexander Calder (1898-1976); y,
- Penetrables: consistentes, por general, en un ensamblaje en un espacio real
específico que requiere que el espectador entre en ella para poder
percibirla a medida que la atraviesa como en el “Azul penetrable”
realizada en 1999 por el venezolano Jesús Rafael Soto (1923-2005), maestro
del artista que nos ocupa en la crítica de hoy.
Es crucial, sin
embargo, precisar que Vasarely a diferencia de Gabo buscaba generar un efecto
espacial a través del uso de superficies bidimensionales creando la ilusión de
movimiento en tiempo real, donde la imagen formada en la retina de quien
percibe fuera manipulada virtualmente por efectos ópticos. En otras
palabras, el cinetismo con énfasis óptico de Vasarely buscaba que la obra artística cambiará durante el acto
mismo de percepción del espectador.
Por eso cuando el
cinetismo fue “canonizado” internacionalmente a raíz de la emblemática muestra
del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), en 1965, llamada “El Ojo
Receptivo” (“The Responsive Eye”) curada por el historiador de
arte William Seitz no se usó inicialmente el término “Op-art” sino el de abstracción
perceptual para referirse al cinetismo.
La muestra que
omitió otras expresiones notables del cinetismo como los móviles y esculturas
de Alexander Calder y George Rickey buscó presentar el movimiento de origen
principalmente europeo como un nuevo tipo de pintura, mostrando piezas únicas e
irrepetibles en su catálogo.
Sin embargo, el
éxito de la muestra que permitió el lanzamiento mundial de numerosos artistas
latinoamericanos afincados en Europa como Julio Le Parc, Carlos Cruz Diez,
Eduardo MacEntyre y Jesús Soto, entre otros, popularizó los patrones
abstracto-geométricos que generan efectos ilusorios y provocaban un tipo de
narcosis visual permeando todos los medios culturales masivos como la moda, la
publicidad y hasta el diseño interior.
El posicionamiento del arte cinético explotado comercialmente como “Op-art” a raíz de la exitosa exposición del MOMA tuvo el efecto colateral de que fue oscurecido por una explosión comercial, sensacionalismo, histeria y el efecto de imitadores que aprovecharon el momento para repetir sin conocer.
El éxito supuso un
drama para muchos de los pioneros como el italiano Getulio Alviani (1939-2018)
quien declaró “Nos robaron nuestra libertad artística y nuestros
derechos de autor, nos saquearon. Todo el mundo se puso a utilizar nuestras
obras de forma errónea y a malinterpretar nuestras investigaciones, sacando
conclusiones disparatadas, vulgarizándolo todo y privándolas de todo sentido.
Las despojaron de toda la energía vital que cada uno de nosotros les habíamos
insuflado”.
Sin embargo, en el
mediano plazo los resultados fueron más positivos que negativos para el arte y
los artistas en general. Uno de los grandes beneficiados fue el venezolano
Jesús Rafael Soto. A pesar de que solo contaba con 43 años en 1965 y
cierto prestigio local en París, la exhibición “The responsive eye”
constituyó su plataforma de lanzamiento internacional y le permitió participar
al año siguiente en la Bienal de Venecia con su primer “pre-penetrable”.
La presente
retrospectiva no es exhaustiva, pero mediante las poco más de sesenta obras
reunidas, que incluyen una gran obra pública colocada junto al estanque del
edificio de Gehry, permiten conocer de primera mano todos los períodos en la
carrera del artista venezolano.
Destacan en la
exhibición ejemplos de las grandes series que desarrolló principalmente en
Europa, como “Volúmenes virtuales” (obras suspendidas en el aire que
evocan figuras geométricas); “Extensiones” (piezas colocadas sobre el
suelo que, vistas en movimiento, generan una especie de halo, una bruma), “Progresiones”
(que salen tanto del techo como del suelo, pero no llegan a juntarse nunca,
creando una tensión por la uniformidad interrumpida).
Y finalmente, su
conocida serie de “Penetrables”, consistente de instalaciones masivas
fabricadas con varillas metálicas o plásticas, que buscan materializar efectos
sensoriales que el resto de las creaciones solo sugerían. No obstante, producen
la ilusión del movimiento y del paso del tiempo y a la vez provocan ruidos
reales, no sugeridos, una suerte de melodía repetitiva.
DE GUAYANA A PARÍS
Nacido en Venezuela en 1923 y afincado después
de 1950 en París, Soto rompió en los cincuentas con la separación tradicional
entre pintura y escultura mediante investigaciones tempranas sobre la óptica
del objeto hasta profundizar en la ciencia del movimiento espacio temporal que le llevó a integrarse al primer grupo de
artistas cinéticos en París junto a Alexander Calder, Marcel Duchamp, Jean Tinguely, Iacov Agam, Pol Bury y Víctor Vasarely, con quienes expuso formalmente arte cinético en la muestra "Le mouvement", en 1955, por primera vez.
La exhibición curada por Manuel Cirauqui
incluye obras tempranas propias de sus exploraciones ópticas como la composición dinámica, sin título, un óleo sobre tela de 1950 que resume su punto de partida cuando aún se
encontraba en Maracaibo, Venezuela.
Otro tanto ocurre
con su pintura sobre madera Maqueta para “Muro Óptico” de 1951.
Admirador en el
inicio de su carrera de Cézanne y Van Gogh, su obra se movió rápidamente hacia
la abstracción geométrica, hasta que según cuenta el propio artista descubrió casualmente
el efecto “moiré” en algunos de sus cuadros, por lo que decidió
estudiarlo a profundidad. Esto es notable en
otra de sus obras tempranas en la exhibición titulada “Vibración negra”,
un óleo sobre tela y metal de 1960.
Los patrones “Moire”
se refieren a los efectos visuales dinámicos que tienen lugar cuando se
sobreponen dos estructuras en forma de rejilla sin que coincidan con precisión
ya sea porque una de las líneas es más ancha que la otra o porque sus ejes
respectivos forman un ángulo de 30 grados o menos. El término moiré se debe a la similitud de
estas ilusiones ópticas con las que ofrece la apariencia de la seda muaré.
Nuestro cerebro no
puede evitar percibir curvas u ondulaciones donde en realidad solo hay líneas
rectas. Por el mismo fenómeno, la
continuidad de las líneas se quiebra donde hay intersecciones en las que solo
podemos percibir sombras o borrones que físicamente no están realmente
presentes.
Muchos de los
avances en la investigación y aprovechamiento en el arte de este efecto se deben
a partir de los sesentas del siglo pasado al investigador estadounidense Dr. Gerald
Oster quien descubrió que el efecto se potencia cuando la composición se ve
bajo la luz roja y disminuye hasta desaparecer cuando se proyecta sobre ella
luz azul.
Como biofísico Oster
se interesó mucho en la fotoquímica investigando los efectos de la luz sobre el
ojo humano en particular los fosfenos (lo que se ve cuando se presiona
suavemente un ojo cerrado). La aparición de estos se ve alterada bajo el
influjo de drogas como el LSD, y la mezcalina, las drogas de moda cuando coincidentalmente se
populariza el cinetismo globalmente.
CINCO CLAVES PARA
LEER A SOTO
Curadores, críticos e historiadores han
coincidido en señalar cinco claves transversales en términos de influencias
decisivas en la obra de Soto desde sus comienzos en París.
De hecho, en una entrevista
brindada en París en 1965 declaró que “Mi objetivo es liberar los materiales
hasta hacerlos tan libres como la música −aunque aquí quiero decir música no en
el sentido de melodía, sino en el sentido de relaciones puras.”
La segunda clave,
fue la abstracción de Malévich y Mondrian que conoció primero mediante
litografías cuando estudiaba arte en Caracas y luego directamente durante su residencia en la capital francesa.
La tercera fue el uso de materiales
como el plexiglás, inspirado en precursores como László Moholy-Nagy, lo que
ayudaría a trasladar el valor de sus obras desde lo material a lo conceptual.
La cuarta clave
fue la inclusión de la figura de la espiral, que documentaron artistas como
Marcel Duchamp y Man Ray en la obra “Rotative demisphère” (1925), para
engendrar un nuevo nivel perceptivo; y finalmente, la quinta clave, fue la
utilización de procedimientos de reproducción contemporáneos, que le ayudarían
a difundir sus trabajos de forma masiva.
La muestra en Bilbao
evidencia las tres últimas claves, en obras como la serigrafía a color sobre plexiglás
de 1955 titulada “Espiral” de la serie “Sotomagia” y en la obra sin
título pintada sobre hierro y madera realizada en 1958.
"Penetrable blanco y amarillo", 1968. Metal pintado, marco aluminio y paneles de plexiglás.
Foto: Guggenheim Bilbao
LÍNEA ASINCRÓNICA
Las
experimentaciones de Soto se separan temporalmente, influencias aparte, de la
producción cultural dominante en Europa y América, en los cincuentas y sesentas
creando una especie de asincronía entre su proceso y su entorno que explicaba
diciendo “Uno puede inventar algo verdaderamente extraño y nuevo como hizo
el Dadaísmo, solo si uno es totalmente consciente de la iconoclasia”.
No obstante, Soto
partía en su proceso creativo de la premisa de que un experimento para
transformarse en una verdadera obra de arte debía transmitir una idea de la
historia contra la que se estaba rebelando.
Por ello, Soto quien
hasta 1965 se declaraba pintor, abandona progresivamente la bidimensional en
favor de instalaciones y escultura cinética hacia la segunda mitad de los
sesentas como evidencian obras suyas en la muestra como ”Tres velocidades” composición
en madera, pintura y metal de 1966 y “Vibración pura”, una pintura en
acrílico sobre madera y metal de 1968 en la que sobresalen cuerdas de nylon.
Las obras de esta
etapa evocan relieves construidos con diferentes materiales que permanecen
inertes ante un espectador estático y cobran vida en cuando este empieza a desplazarse
alrededor de la obra. De hecho, es el cerebro del espectador el que activa el
efecto al interpretar que nos movemos en una dirección contraria a la que realmente está teniendo lugar.
Todo es apariencia en el arte cinético.
Ya para finales de
los sesentas emergen sus estructuras “penetrables” compuestas por
multitudinarias tiras verticales de material plásticos que permite al
espectador moverse dentro de ellas mientras su desplazamiento produce ilusiones
ópticas y auditivas.
La retrospectiva incluye
su “Penetrable blanco y amarillo” de 1968 construido en metal pintado
con marcos de aluminio y serigrafías sobre paneles de plexiglás.
El artista parece haber
estado interesado en la transformación de los elementos, la desmaterialización
de la materia sólida como un proceso. Por
eso a medida que uno, como espectador, observa la obra, “la ilusión óptica
transforma la línea pura en vibración pura, la materia en energía”, en un
perfecto equilibrio como declaraba Soto en 1965.
Por eso agregó a su
innovación la experiencia sensorial como revela su “Penetrable sonoro”
de 1970 compuesto con metal, fibra vulcanizada y pintura.
A diferencia de
otros artistas cinéticos, Soto no invisibiliza al ser humano en su obra más
conocida. Todo lo contrario. Estamos ante
obras que requieren del espectador participante para completarlas.
En contraste con el cinetismo de Gabo, Duchamp, Tinguely, Vasarely, y Calder, la obra de Soto,
particularmente sus “penetrables”, intencionalmente busca llenar el
espacio público para el que fueron diseñados con la interacción humana. El objeto es una excusa para la
experimentación virtual y presencial con la cuarta dimensión. Pero también, es
una excusa intencional para construir relaciones “espirituales” con el
destinatario de las obras. Es decir, las que surgen de la interacción entre
distintos elementos en la experiencia artística.
El movimiento en
estas obras no depende ya solamente de los efectos ópticos propios que desarrolló en sus etapas anteriores, sino que es completado por la presencia del cuerpo
humano.
Algunos quieren
ver una metáfora de su tierra de origen, la selvática Guayana venezolana, en sus hileras
de plásticos colgantes con sus movimientos que provocan efectos ópticos al
observador que se mueve entre ellas. Pero el objetivo primario de Soto es crear
un ambiguo espacio estético, definido por la obra como objeto y el visitante
interactivo donde se funden espacio y tiempo en una experiencia particular y temporal.
En palabras suyas,
“En los Penetrables el espectador atraviesa cuerdas verticales o barras que
llena el espacio entero disponible y constituyen la obra. A partir de ese
momento, el espectador y la obra están física e indisolublemente entrelazados”.
Soto produjo 25
penetrables en toda su carrera, murió en el 2005 de cáncer a los 81 años en
París.
ATISBO EN LA CUARTA
DIMENSIÓN
Como un consumado artista cinético se expresó consistentemente mediante un lenguaje
abstracto geométrico en un claro desafío a la figuración tradicional, que rechazaba
por representar el orden del pasado. Para lograrlo estudió y perfeccionó los
artificios visuales – lo que llamó óptica pura - que le permitieran provocar
sensaciones estéticas en sus espectadores.
Esto es justamente lo que dificulta la evaluación crítica de su obra.
Pero, entonces, ¿Qué
lo diferencia realmente de otros autores cinéticos comerciales? Su
intencionalidad plástica, no tanto su técnica depurada y precisa que pudo llevarlo a una estilización superficial.
Muchos de sus
colegas en el arte cinético presionados unas veces por un mercado que fomentaba
la solución decorativa y otras por ambición personal y falta de investigación cedieron
produciendo obras abrumadoramente repetitivas y estilizadas dando la espalda a
lo desconocido y adoptando fórmulas segura de efectos visuales consumibles. Eso trajo descrédito al arte cinético en general.
Soto, en cambio, siguiendo
los pasos de Vasarely, teoriza y experimenta con base en los elementos que empleó
en su obra, caracterizada por tres formas básicas (la línea, el cuadrado y el
círculo) para lograr un mundo abstracto de relaciones puras que tiene una
existencia independiente del mundo de las cosas.
Esto es pretencioso como casi
todo en el arte contemporáneo, pero una pretensión que lo distancia positivamente
del resto de la manada cinética.
Volvamos por un
momento al concepto original de la retrospectiva en el Guggenheim Bilbao sobre la cuarta dimensión espacial que no es claramente explicado por la curaduría en su catálogo, pero que sabemos que no puede ser demostrada científicamente
por más que insistan los teóricos de “las cuerdas”.
Como seres humanos experimentamos directamente en el mundo real sólo tres dimensiones espaciales (longitud, latitud y altitud),
mientras la cuarta dimensión el tiempo solo puede intuida y calculada pero no
es material, ni tangible.
El cubismo, el
surrealismo y el futurismo se ocuparon de explorar y, explotar la tetradimensionalidad
en el arte hasta que el cinetismo
experimento combinando ciencia y filosofía con lo “inmaterial” o la cuarta
dimensión llamada también “espiritual”, o metafísica, creando experiencias que
permitieran mediante la interacción entre el objeto y el espectador atisbar a un
mundo de nuevos significados y posibilidades que pueden surgir- como en el caso
de Soto -de la combinación de elementos simples y neutrales simplemente
yuxtapuestos.
Pese a la factura
efímera de los “penetrables” que le sobreviven, Jesús Soto intuyó como otros
vanguardistas antes que él, que hay un mundo de nuevos significados y
posibilidades que proviene de lo material pero que puede gozar de una
existencia inmaterial, libre, pura y precisa mediante la obra de arte que
completa solo el espectador cuando se vuelve parte de ella y ese es
definitivamente su legado más importante.
Mariamalia Sotela Borrasé y Juan Carlos Flores Zúñiga
Comentarios
No se si recibio el escrito parcial pero ella nacio en 1926 y estudio con Amadee Ozenfant en New York School of Fine Arts Luego de vivir en Ecuador, Venezuela y Puerto Rico, hoy en dia reside en Florida donde sigue trabajando a diario en sus obras.En 1968 realizo su primera exhibicion en el Museo de la Universidad de Puerto Rico y Museo de Ponce, en Puerto Rico, luego en Quito, Ecuador en 1970.
Seria muy interesante compartir informacion del arte y vida de mi mama con usted como critico y estudioso de arte cinetico por lo que considero que en cuanto a sus obras cineticas, es un estilo unico dentro de lo que tradicionalmente considera cinetico y optico.
Como ella resume, lo que hize es encontrar, con el efecto moire, una forma de incorporar movimiento como elemento estetico a mis obras de abstraccion geometricas de tal forma que no tuve que abandonar mi pasion por la composicion y rechazo a la simetria, repeticion o serialismo.