HIGH SOCIETY: Eterna Vanidad

Exposición Colectiva “Alta Sociedad: Cuatro Siglos de Fastuosos Retratos”. 35 pinturas al óleo en gran formato y a cuerpo entero. Rijksmuseum, Ámsterdam, Países Bajos. Del 8 de Marzo al 3 de junio, de 2018, de lunes a domingo.

El anhelo de preservar la memoria y estatus de los logros humanos mediante imágenes es tan viejo como la humanidad. Pero, de todos los medios para el control de la imagen, el más efectivo ha sido el retrato pintado, que alcanzó su formato de mayor impacto a partir del siglo XVI con el renacimiento para servir a la clase gobernante o “Alta Sociedad”.

Una de las raras oportunidades que se han presentado recientemente para examinar a los personajes de la llamada “alta sociedad” y sus ejercicios controlados de autopromoción o relaciones públicas, es la colectiva del Rijksmuseum en Ámsterdam, que ha reunido 35 de los más famosos retratos de los ricos, famosos y poderosos producidos a lo largo de cuatro siglos.

Los retratos de gran formato y a cuerpo entero seleccionados para la exhibición con la cooperación de grandes colecciones en Francia, Italia, Inglaterra y Estados Unidos incluye artistas históricamente consagrados como Cranach, Rembrandt, Veronese, Velázquez, Reynolds, Gainsborough, Sargent, Munch y Manet, entre otros.

High Society” como se titula la muestra, en el Rijksmuseum,  permite atisbar detalladamente en la clase gobernante a lo largo de los siglos mediante sus símbolos de poder, posturas, gestualidad, contexto, sus vestimentas, accesorios, familia y armas.

(Izq a der) Retratos de “Marquesa Luisa Casati con galgo” (1908) de Giovanni BOLDINI, Dr. Pozzi en su hogar", 1881, de John Singer Sargent, y “Jane Fleming, última Condesa de Harrington” (1778-79) de Joshua Reynolds. Fotos: AKEZ

CAMBIO PARADIGMÁTICO

Los sujetos de estos retratos se representaban a cuerpo entero, de pie y en un gran formato (249 x 147.3 cm) aunque el tamaño de los cuadros continuó aumentando con el paso de los siglos.  La escala de estos retratos representando sujetos seculares rompió el paradigma medieval de que los mismos estaban reservados únicamente  para  las descripciones pictóricas de Dios, Santos y escenas inspiradas en la Biblia.

Al principio el retrato de gran formato se empleó para preservar el legado e influencia de personajes de la monarquía y la nobleza, como el Emperador Carlos V de la dinastía de Habsburgo, quien se declaraba a sí mismo representante de Dios sobre la tierra.  Pero, con el progreso económico de la burguesía y el éxito social de diversos profesionales y artistas se extendió posteriormente a distintos grupos en la escala social.  Sin embargo, fueran nobles o plebeyos, la preocupación dominante era comunicar quienes eran o que aspiraban a ser y el retrato de gran formato les confería un estatus instantáneo.

Los artistas contaban a su haber con distintos métodos para destacar el estatus de sus respectivos clientes. Una de las obras centrales que prueba este punto son los retratos de boda de Marten Soolmans y su cónyuge Oopjen Coppit, de Rembrandt, obra restaurada en conjunto por el Rijksmuseum y el Louvre y que fue comprada a la familia Rothschild en el 2015 por 160 millones de euros.

Rembrandt se valió de su gran destreza para describir la textura y tejido de las vestimentas de esta pareja para llamar la atención sobre su posición social y riqueza económica.  Curiosamente, esta obra afianza el mito de que los holandeses vestían de negro como resultado de su puritanismo, cuando en realidad este color era muy caro de obtener porque implicaba un complejo proceso de teñido y solo los poderosos podían pagar por telas con dicho color.

Retratos de boda de "Marten Soolsman" y "Oopjen Coppit", 1634. Oleo/tela. REMBRANDT. 
Foto: AKEZ

PECADO TRÁS LA AUTOPROMOCIÓN

Las imágenes creadas bajo una luz que favorecía a los clientes han sido desplegadas para esta exhibición de tal manera que puedan ser observadas con gracia y candor, a pesar de las dudosas conductas que volvieron legendarios a personajes como el Dr. Samuel-Jean Pozzi (1846-1918) y la Marquesa Luisa Casati (1881-1957), cuyos retratos, como parte de la exhibición, merecen comentario aparte.

Los retratos de ambos fueron pintados en el contexto optimista y de prosperidad que caracterizó a Europa en lo que se conoce como la “Belle Époque” (1871-1914). Una clientela pudiente de empresarios, artistas y profesionales complementaban su estatus con el accesorio más costoso para garantizar su acceso a la alta sociedad, el retrato de gran formato y a cuerpo entero.

Pozzi fue un destacado profesional, pionero en el desarrollo de técnicas que abrieron el campo de la ginecología en Francia, en particular por sus innovaciones para garantizar la reproducción segura y proteger la dignidad de las mujeres. Pero, era también un ávido coleccionista de arte y esteta a quien el autor de su más famoso retrato,  John Singer Sargent, reverenciaba. Esta admiración es patente en la obra incluida donde Pozzi, es presentado a pesar de ser un hombre mundano y mujeriego, en un estilo eclesiástico con su bata roja y una pose amanerada a la manera de los cardenales que pintaban los viejos maestros. Los largos dedos del Dr. Pozzi y sus elegantes manos sugieren su destreza como cirujano y a la vez su sensualidad, lo cual se afirma con el fondo de las atractivas cortinas y su vestimenta informal. 

A pesar de su glamoroso estilo de vida, Pozzi que era conocido por su atractivo como “La sirena” por sus amigos, fue ultimado de cuatro balazos por un ex paciente que se había quedado impotente tras una amputación practicada por el galeno.

Por su parte, la Marquesa Luisa Casati, fue una mujer que impactó su entorno social y cultural al hacer de su vida una “obra de arte viviente”. No obstante sigue siendo la  musa de artistas, cineastas y diseñadores de moda aun después de su muerte en el siglo pasado. Si bien dilapidó su fortuna en aventuras, orgías, drogas y lujos, deseaba que su estilo de vida se preservara a través de numerosos retratos al óleo que contrató; el más famoso de ellos pintado por Giovanni Boldini en 1908 y presente en el Rijksmuseum.

Era una mujer cuya realidad trascendía los límites del retrato al vestir serpientes vivas como joyería y pasearse por Venecia, su ciudad nativa, con un par de guepardos controlados sólo por correa. El pintor que con el tiempo se volvió comercial por el facilismo con que pintaba sus retratos, destaca en esta obra en particular porque a pesar de su ejecución rápida, suelta, de pinceladas gruesas, revela al personaje extravagante de una manera fresca y hasta divertida.

Las  fuertes pinceladas de su retrato con su postura segura y su penetrante mirada resumen a una mujer cuyo propósito en la vida era convertirse en una obra de arte. Este retrato y otros llamaron la atención de los diseñadores de moda que reconocieron la oportunidad de crear publicidad beneficiosa para ambas partes. De hecho esta obra de Boldini fue exhibida en la vitrina de una tienda de alta costura en París junto con las creaciones que lucía.  El vínculo entre personaje de influencia y comercio quedó establecido para siempre en ese acto.

Retratos de "Conde Iseppo da Porto con su hijo Adriano" y "Condesa Livia da Porto Thiene con su hija Deidamia", cerca de 1552. Oleo/tela.  Paolo VERONESE. Walters Museum, Baltimore, E.U.A. 
Foto: AKEZ

ARTE QUE HACE PERDURAR LA VANIDAD

A modo de contrapunto, se habilitaron tres salas para mostrar las actividades que tenían lugar paralelamente tras bambalinas o a puerta cerrada con base en los vicios de Avaricia, Lujuria y Gula.  No obstante, muchas de las obras en estas salas exhiben un humor satírico con mensajes moralizantes revelando una triste realidad detrás de los retratos (parrandas, visitas a burdeles, borracheras, adulterio, abuso, etc.,)  

Por ello, es que se considera que los artistas profesionales contratados para estos encargos,  muchos de ellos “Viejos Maestros”, servían como agentes de relaciones públicas a los ricos y famosos de su tiempo.

Cuando aún no se habían inventado las relaciones públicas, la autopromoción encontró un vehículo único al alcance de quienes tuvieran dinero, poder o ambos, para proyectar una imagen inmaculada ante una audiencia fascinada por un recurso artístico fuera de su alcance.

Mucho antes de que la fotografía y los “selfies” se propagaron en las redes sociales creando modernas descripciones controladas de la imagen que los interesados desean comunicar, el retrato fue el ejercicio supremo de la percepción que se proyectaba bajo la respetabilidad del arte.

A diferencia, de  los recuerdos efímeros y rápidamente olvidados en nuestra red social, los retratos presentes en “High Society” de la mano de sus creadores seguirán deslumbrando en los siglos venideros como lo han venido haciendo en los cuatro siglos precedentes.

Hay una innegable verdad en cada retrato artístico de esta muestra, el artista con oficio y concepto claros puede crear obras maestras aunque el sujeto que contrata sus servicios solo busque proteger su lugar en la historia. El poder y el estatus influyen pero nunca definen el verdadero arte.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, AICA

Comentarios

Leticia Leon dijo…
Maravillosa muestra. Aprendí muchísimo con su explicación y evaluación crítica. Gracias Juan Carlos y Orietta por ésta producción desde los Países Bajos.
AICA Costa Rica dijo…
Un aporte robusto a una género de análisis permanente por los cambios culturales. Gracias.
Fundacion LiderInnova dijo…
Una crítica puntual y relevante sobre una emblemática exposición. Gracias
María Vargas Alvarado dijo…
No conocía la escultura hondureña. Hay mucho potencial y su crítica aclara mucho sobre su estado.

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