LEONARDO DA VINCI: Ciencia del Arte
Exposición
Retrospectiva “Leonardo Da Vinci” (1452-1519).
160 obras en pintura al óleo, dibujos, manuscritos, esculturas y objetos de
arte. Museo del Louvre, París, Francia. Del 24 de octubre al 24 de febrero, de 2020,
de lunes a domingo.
"Madonna Benois"( 1478-82), izquierda con “Saint Jerome penitente,” derecha,
"La incredulidad de Santo Tomás", 1467-83. Bronce. Andrea del Verrocchio. A la izquierda estudios monocromáticos de Da Vinci sobre paños de lino sobre figuras de arcilla. Foto: Louvre
Las siguientes galerías nos llevan a través de una carrera de cuatro décadas, conforme el artista se traslada de una nación a otra bajo la protección de poderosos mecenas desde los Médicis de Florencia, pasando por el Papa en Roma, hasta el rey de Francia.
"La Belle Ferronière", 1490. Óleo/madera. Leonardo Da Vinci. Foto: Louvre
"Estrella de Belén", 1505-1510. Dibujo a pluma. Da Vinci. Foto: Louvre
Registraba sus observaciones, identificaba los patrones entre ellos, y entonces probaba esos patrones mediante observación y experimentación adicional.
"Juan el Bautista", 1513. Óleo/madera. Da Vinci. Foto: Louvre
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
Ciencia y Arte no son sinónimos. Se puede
reverenciar a los investigadores y artistas del pasado por sus respectivas
contribuciones a la humanidad, pero mientras los aportes de los primeros son
cuestionados constantemente por la siguiente revolución en el pensamiento
provocado por cambios paradigmáticos, a los segundos, en cambio, se les continúa
atribuyendo autoridad debido a una perenne falacia de antigüedad.
No obstante, los artistas, procesan la
información convirtiéndola en conocimiento de manera diferente a los
científicos. En general, tienden a ser más abiertos y son menos proclives a
encontrar una respuesta o solución a las grandes preguntas de la existencia
humana.
La ciencia estudia quién puede percibir ciertos
colores y otras sensaciones neurobiológicas; quién puede o no sentirlas y el
porqué de esa diferencia. El arte, en cambio, transmite sentimientos y
emociones, sin exigir a cambio una comprensión racional sobre los mismos. En
otras palabras, mientras que la ciencia explica y razona los sentimientos, el
arte los transfiere explica el científico Edward O. Wilson en su conocida
obra “Consilience” de 1998.
Pero si existe un área en común para el arte
y la ciencia. Me refiero al estudio y la difusión del conocimiento.
Por un lado, la ciencia intenta comprender el
mundo a partir de un conocimiento acumulado en el tiempo, basándose en
resultados reproducibles y en hechos demostrables y contrastados; buscando la
objetividad.
Las humanidades, por su parte, son disciplinas
académicas que observan la condición humana, y recurren a métodos
principalmente analíticos, críticos y especulativos. A modo de ejemplo, las
artes escénicas, visuales y literarias expresan el mundo a partir de las
experiencias idiosincrásicas, la intuición, el movimiento y las metáforas.
Los artistas, en particular, suelen
inspirarse en el pasado, pero la “verdad” de una obra de arte no se
halla a través una investigación sistemática que conduzca a hechos acumulativos
y reproducibles; ya que se trata con frecuencia de algo subjetivo y sensorial.
Por ello, el filósofo Sydney Hook puntualizó que “La
Madonna de Rafael sin Rafael, las sonatas y sinfonías de Beethoven sin
Beethoven, resultan inconcebibles. En la ciencia, por otra parte, la mayoría de
los hallazgos de un científico podría haberlos hallado perfectamente otro
científico de su mismo campo.”
óleo inconcluso de Leonardo Da Vinci en la retrospectiva del Louvre en París. Foto: CCACR
EL CASO DA VINCI
Pero ¿Cómo explicamos la emergencia de un Leonardo
Da Vinci con las diferencias citadas entre arte y ciencia hace ya 500 años? ¿Era un científico o un artista?
Tanto para conocedores como público en
general, Da Vinci está asociado a la historia del arte occidental, y se le considera
la personificación misma del hombre del renacimiento.
Su polifacético talento ha sido usado, no
obstante, como modelo romántico de lo que un Gran Artista debería ser en
términos de seriedad y compromiso, aunque en la vida práctica Leonardo estuvo
lejos de ese ideal.
En primer lugar, se identificó sobre todas
las cosas como un estudioso de la ciencia, que dedicaba más tiempo a escribir y
hacer bocetos de sus observaciones empíricas que a hacer arte, y que sistemáticamente
incumplió los plazos de las entregas de las obras que le comisionaron hasta el
último día de su vida.
El 2 de mayo de 1519 a los 67 años murió en
el castillo de Amboise en Francia donde servía como artista de la corte del Rey
Francisco I. Su última residencia explica porque una gran parte de la obra que
le sobrevive – cerca de 15 de las 20 pinturas que se le atribuyen – terminaran en
la colección del Louvre y que sea en Francia y no en su nativa Italia donde
tiene lugar desde fines de octubre el principal tributo por el quinto centenario
de su fallecimiento.
En medio de todo el ruido mediático causado
por el mercadeo de uno de los eventos artísticos más importantes de los últimos
años, la exhibición retrospectiva en el Museo del Louvre permite como ninguna
antes, debido a un minucioso trabajo curatorial preparatorio de cerca de diez
años, comprender mejor la visión ambigua y fragmentada de Leonardo Da Vinci con
relación al arte en general, y la pintura en lo particular.
Cuando se empieza a recorrer la muestra
entramos al penumbroso y sinuoso pero amplio mundo creativo del polimático Leonardo
Da Vinci mediante 162 obras suyas, incluyendo las cinco pinturas y 22 dibujos
del autor florentino propiedad del Louvre y, los préstamos de museos e
instituciones alrededor del mundo que permiten por única vez apreciar 11 de las
20 pinturas que le atribuyen los especialistas.
Los curadores Vincent Delieuvin y Louis Frank
han realizado un trabajo muy cuidadoso para que visitar la retrospectiva en el Louvre
sea una experiencia amigable y altamente educativa, arrojando luz sobre la
biografía de Leonardo reexaminando la documentación histórica.
De hecho, la curaduría rompe con el acercamiento
ortodoxo (canónico) a la vida del maestro florentino – basado en seis períodos
marcados por sus desplazamientos geográficos – para proveer en su lugar una
serie de claves para tener un acceso más directo a su universo.
Leonardo nació en la ciudad Da Vinci de la que toma su apellido, fruto de la relación entre su madre a quien amó profundamente, la joven hija de un granjero, y un notario en ascenso quien nunca reconoció legalmente al niño como su hijo legítimo.
Sabemos por la fascinante, aunque imperfecta biografía escrita por el arquitecto, pintor y ensayista italiano Giorgio Vasari (1511-1574) que Leonardo era un joven atractivo, muy inteligente, carismático, dotado en diferentes disciplinas - aunque nunca estudió formalmente - quien, tras ser acusado públicamente de abusar a un joven, admitió su homosexualidad.
En criterio de historiadores y críticos por igual, era una persona complicada, paradójicamente brillante y oscuro a la vez, generoso y tacaño, confiado e inseguro, distraído y obsesivo compulsivo.
Leonardo nació en la ciudad Da Vinci de la que toma su apellido, fruto de la relación entre su madre a quien amó profundamente, la joven hija de un granjero, y un notario en ascenso quien nunca reconoció legalmente al niño como su hijo legítimo.
Sabemos por la fascinante, aunque imperfecta biografía escrita por el arquitecto, pintor y ensayista italiano Giorgio Vasari (1511-1574) que Leonardo era un joven atractivo, muy inteligente, carismático, dotado en diferentes disciplinas - aunque nunca estudió formalmente - quien, tras ser acusado públicamente de abusar a un joven, admitió su homosexualidad.
En criterio de historiadores y críticos por igual, era una persona complicada, paradójicamente brillante y oscuro a la vez, generoso y tacaño, confiado e inseguro, distraído y obsesivo compulsivo.
Retrato de Da Vinci a los 65 años realizado por Francesco Melzi. Foto: Louvre
Los curadores han organizado la muestra
retrospectiva en siete secciones o galerías que nos permiten comprobar de primera mano como su producciòn iba de la mano con su ambigua personalidad.
La primera de siete secciones o galerías inicia cuando Leonardo llega a Florencia y se convierte en aprendiz en 1464 de Andre del Verrocchio, uno de los grandes escultores del siglo XV. Con él estudia la naturaleza escultural de la forma, el movimiento del cual depende la realidad y se construyen todas las narrativas y el claroscuro (el uso de la luz y la sombra para crear drama).
La primera de siete secciones o galerías inicia cuando Leonardo llega a Florencia y se convierte en aprendiz en 1464 de Andre del Verrocchio, uno de los grandes escultores del siglo XV. Con él estudia la naturaleza escultural de la forma, el movimiento del cual depende la realidad y se construyen todas las narrativas y el claroscuro (el uso de la luz y la sombra para crear drama).
En el centro de la sección titulada “Luz,
Sombra y Relevo” se levanta una escultura en bronce monumental del maestro
de Leonardo mostrando a Santo Tomas tocando dudoso en la herida del torso de
Cristo. Tanto Jesús como Tomas visten ropas flojas y mayores a sus tallas.
La pieza fundida casi en una sola pieza
revela la fusión del realismo y la gracia que caracteriza al arte florentino
del siglo XV. La obra está rodeada por un arco de once estudios monocromáticos de
paños de lino sobre figuras de arcilla pintados por Leonardo que buscan la tridimensionalidad
de la escultura de su maestro.
Fue con Verrochio que Leonardo estableció la
base de su propio arte; la idea de que el espacio y la forma se materializan a través
de la luz y solo existen en el juego de la luz con la sombra. ¿Quién es el
maestro y quién el estudiante?
COMPOSICIÓN INTUITIVA
A partir de 1478, Leonardo se enfoca en explorar
nuevas vetas – deja prácticamente la escultura - tratando de ganar libertad
creativa y dominar la verdad de la forma la cual como sabemos es una ilusión
que está siendo continuamente alterada por un entorno cambiante. Pero Leonardo insiste en la captura de tal
imperfección mediante su trabajo intelectual y técnico.
Esta necesidad imperiosa de sugerir
movimiento en el plano bidimensional fue lo que llamó “componimento
(composición) inculta” o composición intuitiva.
En sus propias palabras, “la más notable
forma de pintura es aquella que más se parece a lo que imita”.
Hacia los 25 años, señala que las formas
acabadas están muertas. Experimentando, percibe la potencia de una pintura que
no está perfectamente terminada. Esto explica su creciente tendencia a no
completar las obras que le comisionaban y seguir experimentando en ellas hasta
su muerte. Ejemplo de ello es su desgarrador “Saint Jerome penitente” que
parece una pintura inconclusa o un boceto muy elaborado.
Este período de exploración continuó en Milán
a donde se movió en 1482 para pintar “la Virgen de las piedras”, “Retrato de un músico”
y “La belle ferroniere”.
” Al igual que en la pintura,
puedo hacer todo posible", escribió Leonardo da Vinci en una carta de
postulación laboral. Con igual actitud
aceptaba las comisiones sin ningún ambage, pero estiraba las fechas de entrega
hasta puntos críticos y más allá. Por ello, algunas de sus pinturas fueron
completadas por asistentes.
En el Louvre se exhibe una de
ellas, “La Virgen de las piedras” de la que existen dos variaciones. Esta obra pintada entre 1483 y 1485 es característica
de Da Vinci por su mágico superrealismo, donde la representación es
naturalmente proporcionada, la ambientación fantástica, pero cada detalle observado
es exacto y cuenta en la composición.
El rostro de la virgen está iluminado
como por una lámpara de tungsteno contra un fondo que luce como una formación de
estalagmitas evocando una boca desdentada enorme.
"La Virgen de las Piedras", 1483-86. Óleo/madera. Da Vinci. Foto: Louvre
FLUJO Y ENIGMA
Los retratos de Leonardo en
cambio tienden a parecer terminados, aunque nunca se sabe. Veamos, por ejemplo, la helada mirada de la
niñera conocida como “La belle Ferroniere”. Es una obra en que
consistentemente revela un sutil sentido de flujo. Su rostro está animado no
solo por el juego ondeante de la sombra sino también por el movimiento de sus
ojos. Por estar sentada girando hacia su izquierda, un ojo está ligeramente más
cerca que el otro y por ello se ve mas grande.
Valiéndose de la técnica del “sfumato”,
de su propia invención, consistente en la aplicación de numerosas capas delgadas
de pintura al óleo haciendo que la transición de la sombra la luz sea casi
imperceptible, explota las esquinas blancas cerca de sus pupilas. Por supuesto
que no es lo único enigmático en esta obra como en otros retratos de mujeres
como la Gioconda.
A lo largo de la historia
diversos críticos han atribuido esto a poderes que nos sobrepasan lo que el crítico y ensayista inglés, Walter
Pater (1839-1894), describió como “una cadena de influencias secretas” que en el caso de Da Vinci tienen que ver con su "profunda preocupación por expresar la idea - el hecho - de la vida interior, de plantar un clamor sobre la belleza inherente del alma".
Para lograrlo Da Vinci se dedicó a
observar profundamente y representar con un enfoque científico y una actitud
perfeccionista esa cadena de influencias que conecta aun hoy todas las almas, vivas y muertas,
pasadas y presentes.
Cada una de las galerías y
secciones tratan de reforzar la hipótesis curatorial de que para Leonardo lo
que realmente importaba era la pintura descartando la creencia de que su mente era
demasiado flexible, activa y curiosa para ser contenida por una sola forma artística.
Pero si eso es cierto de este fatalmente
distraído polimático – inventor, naturalista, matemático - ¿por qué pintó tan
poco? ¿Perfeccionismo? ¿Indecisión?
La curaduría valiéndose de estudios
realizados con la moderna reflectología infrarroja ha dedicado una galería
entera a revelar con grandes imágenes como Da Vinci trabajaba infatigablemente en
sus obras. Continuamente revisaba sus composiciones y cuando maduró y desarrolló su famosa técnica del “sfumato”, pintaba con pinceladas con
creciente libertad, capa sobre capa mediante la técnica del óleo.
Una razón que podría explicar su
comportamiento es que siempre buscaba maneras de hacerlas las cosas nuevas resistiendo
los temas y enfoques tradicionales.
Estos datos fotográficos vienen
acompañados de docenas de dibujos preparatorios del artista que constituyen
evidencia de su método creativo de intenso trabajo. Mucho de este material fue
incluido en cuadernos como el llamado Códice Leicester, que compró Bill
Gates recientemente en subasta, organizado en categorías como anatomía humana, botánica,
zoología, cosmología e ingeniería.
Las imágenes son tanto precisas
como poéticas resultado de sus observaciones directas de disecciones en autopsias
a las que concurrió que le permitieron dibujo cráneos humanos, la ondulante flor de la “estrella de belén”, o diseñar el primer helicóptero todos
acompañados de sus exquisitos escritos.
OBSESIÓN Y LEGADO
Da Vinci estaba obsesionado con
la comprensión de los fenómenos naturales, desde las proporciones del cuerpo humano
a como se movían los músculos de los labios. "Él quería conocer todo a su alrededor, en gran detalle. Se hacía preguntas que la mayoría nunca piensa
como por ejemplo ¡como la lengua de un pájaro carpintero funciona”, escribió Walter Isaacson en el 2017 en su popular biografía sobre el artista florentino.
Para aprender sobre el mundo, Da
Vinci mezclaba sus propias observaciones con la experimentación. Nunca estudió
formalmente porque al ser un hijo ilegítimo no lo admitían en el sistema académico. Prefería, tal vez por ello, inducir nuevo conocimiento a partir de experimentos
que deducir a partir de principios teoréticos.
Registraba sus observaciones, identificaba los patrones entre ellos, y entonces probaba esos patrones mediante observación y experimentación adicional.
La obra de Leonardo tendió un puente
sobre el abismo que separaba los métodos no científicos medievales y nuestro
propio enfoque moderno.
Sus experimentos en anatomía y el
estudio de los fluidos, por ejemplo, fue más allá de los logros de sus predecesores.
Comenzando con su primer día en Milán
y acelerando hasta 1505, Leonardo fue absorto por sus investigaciones científicas.
Su investigación científica impactó
su obra artística decisivamente mediante tres prácticas conocidas:
1.
El Realismo a través de la Observación
Leonardo reconoció que una manera de pintar escenas
realistamente era observar con atención como los animales, la gente y los
paisajes realmente lucían. Se cuidaba de notar las diferencias en como un
objeto lucía de cerca y de lejos, y cuando era vista con luz brillante o
tenue. Escribía notas detalladas y sus
observaciones además de hacer bocetos de las cosas en sus cuadernos a través de
su vida.
2. La Perspectiva de la ventana
abierta
Es claro que la perspectiva ya
era conocida por los artistas medievales, pero arquitectos y pintores investigaron
a fondo y desarrollaron herramientas y modelos matemáticos para observar con precisión.
Leonardo aprendió las reglas de la perspectiva y desarrollo un instrumento
llamado perspectógrafo para perfeccionar su representación de la realidad.
Literalmente se pintaba como mirando por una ventana desde el plano en que se
representaba la realidad.
3. Proporción dorada
Da Vinci creó ilustraciones para “De Divina
Proportione” (Sobre la proporción divina), un libro sobre matemáticas escrito
por Luca Pacioli en 1498 y que fue publicado en 1509. El libro se centraba en
proporciones matemáticas para aplicar en arte y arquitectura. Pero aun de esto
ya Da Vinci usaba la proporción dorada para componer geométricamente sus obras.
Esto consistía en dividir el plano de la pintura en dos partes mediante una línea
que creando proporciones iguales.
¿Cuál es el aspecto artístico de
estas prácticas? ¿Qué tienen de artístico sus observaciones transcritas en
cuadernos o códices? Todos esos interminables estudios y bocetos no son
simplemente anotaciones.
Puntualizamos al inicio las
diferencias entre ciencia y arte, y como Da Vinci emerge como un puente entre
dos ámbitos complementarios, pero disímiles. Coincido con quienes ya han
puntualizado que el gran logro de Leonardo fue atenuar las distinciones entre
arte y ciencia, poniendo un valor superior a la experimentación con sus frutos
en el largo plazo sobre los cumplimientos en el corto plazo para satisfacer lo
inmediato o cliché.
Es fácil tal vez especular que Leonardo
Da Vinci buscaba como muchos artistas de su tiempo el reconocimiento de la
audiencia. No obstante, era protegido por patrocinadores poderosos y
representaba a menudo temas de encargo.
Pero si observamos una obra como San Juan el Bautista, rápidamente notaremos
que no estamos frente a un tratamiento evocador de lo religioso o piadoso. Es
un joven semidesnudo que seductoramente sonríe desde la oscuridad mientras nos
invita con un dedo levantado al cielo.
El legado de Da Vinci, tanto en
ciencia como en arte, a 500 años de su muerte, no se limita a sus
contribuciones en dichos ámbitos, sino al
espíritu libre con que afirmó mediante su insaciable investigación del mundo, “la
ciencia de la pintura” un instrumento a través del cual su obra que buscaba
crear vida aun conecta el pasado con el presente.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
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