OSGEMEOS: Paradoja y decadencia
Exhibición retrospectiva “Endless story” (Historia
sin fin) de Otavio y Gustavo Pandolfo “Os Gêmeos”, (Brasil, 1974). 1.000 obras
de arte, video, dibujo, tejeduría, fotografías y materiales de archivo, además
de 30 pinturas al óleo, acrílico y técnica mixta sobre tela y madera. 3er piso
del Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas, Washington D.C., Estados Unidos.
Del 29 de setiembre del 2024 al 3 de agosto del 2025. Abierto de lunes a
domingo de 10 a.m. a 5:30 p.m.
Con su reciente retrospectiva en
la capital estadounidense los hermanos gemelos autodidactas brasileños, Otavio
y Gustavo Pandolfo, autodenominados “Os Gêmeos”, han completado una
intensa y prolífica jornada refinando el grafiti hasta alcanzar una fase “rococó”
en todo tipo de soporte y medio de expresión, desde el mural, pasando por el
plano bidimensional, la escultura, el videoarte, las marionetas hasta llegar a
elaborados zootropos en tercera dimensión.
Su obra ligera y etérea, es una
historia sin fin, como el título de su reciente muestra en el Museo Hirshhorn,
con una narrativa principal sobre el escape y el crecimiento que comienza en la
oscuridad y termina en impresionantes vórtices de colores brillantes.
En la presente crítica
analizamos su abrumadora avalancha de figuras, episodios y colores que explota
cada espacio de la vasta área de exposición que ocuparon por casi un año en el
museo estadounidense, evocando un sueño lúdico que entremezcla la felicidad con
la melancolía confirmando su transición del arte callejero al entorno formal de
los museos y galerías.
Mi primer encuentro con el
grafiti fue en Nueva York en 1985. Surgido como movimiento cultural
en Filadelfia, Estados Unidos, a principios de la década del sesenta del siglo
pasado, se popularizó luego viralmente a fines de esa década en la ciudad que
visitaba, con los testimonios gráficos en paredes de edificios y trenes
subterráneos.
Dibujado con grafito o pintado,
estas expresiones de la subcultura urbana tuvieron su origen en las
inscripciones al aire libre que se hacían durante el Imperio romano en paredes
de acceso público con fines críticos o satíricos y que se conocen arqueológicamente
como “grafitos” aludiendo a la incisión con un estilete o punzón sobre
tablas.
Al principio las
representaciones gráficas que hacían furtivamente con recursos como la pintura
en aerosol – por el temor de sus autores a ser detenidos infraganti en su
práctica ilegal – resultaban ingenuos y chocantes a la vez. Unas
veces eran textos con pretensiones poéticas o filosóficas y otras simplemente
imágenes contestarias contra la policía y el orden establecido, pero casi
siempre afirmaban la identidad del autor con apodos ligados a un número como
TAKI 183, CLIFF 159 o CHINO 174. Los autores querían dejar huella con cada acto
de vandalismo gráfico. En cada representación había una urgencia por transmitir
el mensaje sin olvidar al mensajero.
A mediados de los años setenta,
muchos vagones del metro estaban tan completamente cubiertos de pinturas de
arriba a abajo (conocidas como “obras maestras”) que era imposible ver a
través de sus ventanas. Esto alentó una suerte de cruzada de las autoridades y
el público que obligó a los grafiteros a ser más agresivos y territoriales y a reinventarse
por temor a la represión policial.
El año anterior a mi visita a Manhattan,
la Autoridad de Tránsito de la Ciudad de Nueva York (NYCTA) inició un programa
quinquenal para erradicar el grafiti. Los años entre 1985 y 1989 se conocieron
como la era de los "grafiteros".1 Pero, con el
aumento de la seguridad, la cultura del grafiti retrocedió.
No obstante, a mediados de 1986,
la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) y la NYCTA estaban ganando su
"guerra contra el grafiti", y el último tren con grafiti fue
retirado del servicio en 1989.
Pero, el grafiti se reinventó en
especial en los años noventa con la adopción de nuevas técnicas como la
aplicación de aerosol con plantillas, y el pegado de carteles y pegatinas. Así
parte del trabajo se hacía en casa o en el taller. Luego, en la calle, se
trabajaba más rápido, reduciendo el tiempo que el artista estaba expuesto a ser
detectado por las autoridades. El más conocido representante de esta tendencia
es Banksy.
Para entonces el grafiti que era
uno de los pilares de expresión del “hip-hop” había invadido las
capitales europeas y latinoamericanas de la mano de una nueva generación,
convirtiendo a ciudades como Sao Paulo en Brasil en un modelo a seguir por los
grafiteros que ahora disponían de la Internet para propalar sus mensajes
afirmando un lugar para lo que se reconoce como “arte callejero”.
Además, habían experimentado una
crisis de identidad por el interés de artistas y marchantes en capitalizar sus
habilidades y temas y el éxito de grafiteros avenidos a artistas como
Jean-Michel Basquiat y Keith Haring en la escena posmoderna.
Un importante giro adicional
tuvo lugar cuando marchantes como Jeffrey Deitch, Roger Gastman y Aaron Rose
montaron en el 2011 en el Museo Contemporáneo de los Angeles California (MOCA)
la exhibición “Arte en las calles”, el primer evento de gran escala
enfocado en la historia del grafiti y el arte callejero. La exhibición incluyó
al dúo brasileño OSGEMEOS en el cual nos enfocaremos en la presente crítica, a
Banksy y a Shepard Fairey, entre otras celebridades, batiendo récords de
asistencia.
Sin embargo, el cambio en el
paradigma del mercado de arte no ha producido necesariamente una rápida
adopción por parte de los museos públicos, de las figuras que han emergido del
contexto del grafiti y el arte callejero.
Por ello, la retrospectiva de
OSGEMEOS (Los gemelos en portugués) en la capital estadounidense por casi un
año, ha marcado un hito en el proceso de reconocimiento del valor artístico de
los géneros ya citados, pero también plantea dos grandes interrogantes, que
contestaremos en la presente crítica:
Primero, ¿el grafiti, en lo particular, y el arte callejero, en general, siguen siendo contraculturales al ser sancionados por instituciones públicas y mostrados en museos? Y segundo, ¿En qué categoría estética debe ubicarse la producción de OSGEMEOS tras su transición del arte callejero al arte público?
"Retratos", 2023-24. Técnica mixta sobre
madera aglomerada. Os Gemeos. Museo Hirshhorn, Washington, D.C. Foto: AKEZ
GRAFITI VERSUS PICHAÇAO
En términos de tiempo, el
movimiento cultural del arte callejero ha llegado a su edad mediana. Muchos de
sus pioneros han muerto o se han retirado, y los que se mantienen trabajando
activamente con alguna notoriedad son mayores de cincuenta años.
Es el caso de OSGEMEOS y otros
grafiteros de Sao Paulo aun en obras que no presentan mensajes políticos de
forma explícita ni parecen encarnar la violencia del “antidiscurso”2 de que hablaba Baudrillard pero
que fomentan un diálogo con el dominante entorno urbano modernista que tratan
de contrarrestar, restaurando la interacción humana en espacios que se habían
convertido en vacíos o no debido a los planes de desarrollo urbano
implementados estratégicamente para afirmar divisiones sociales y ejercer
control político.
De hecho, en el caso que nos
ocupa, OSGEMEOS exponen lo absurdo de estas estructuras al repoblar los vacíos
con personajes fantásticos y coloridos, formando una sociedad alternativa y
rompiendo así la funcionalidad del muro como límite a la interacción. Algunos
de los grandes nombres del grafiti en Sao Paulo en los ochenta como Alex
Vallauri, Mauricio Villaca y Rui Amaral también trabajaron con figuras parecida
a las de los “comics” o con imaginería fantástica.
Pero, tratando de avanzar la
respuesta a nuestra primera gran interrogante, las creaciones de OSGEMEOS y sus
colegas en São Paulo funcionan de esta manera cuando se aplican a gran escala
en un entorno urbano, de forma espontánea y sin autorización ni sanción oficial
de ningún tipo.
Como ha explicado el historiador
de arte, Theodore Kuttner, “Existe una cierta paradoja en la promoción y
difusión de un movimiento contracultural, ya que implica inherentemente
subvertirlo, trivializarlo o, en cierta medida, apropiárselo. Sin duda, cuando
se encarga o autoriza oficialmente a artistas callejeros para realizar una obra
en un muro exterior público o privado, incluso si esta obra es temática y
estilísticamente idéntica a las obras creadas ilegalmente, el resultado debe
clasificarse como una obra de arte público.”3
En otras palabras, cuando cesa
la resistencia oficial desde el mismo Estado, como ocurre en Brasil, a
movimientos como el grafiti, y se lo sanciona e incluso comisiona para
proyectos públicos, la relevancia de la contracultura se disipa.
Debo hacer notar, sin embargo, una
importante excepción en el caso brasileño, -aunque hay similitudes con otros
países-, la existencia de un segundo movimiento callejero más vitriólico y
controversial: la pichação (Tagging en inglés, etiquetado o pinchar en
español).
En la expresión de las calles,
el tagging o pichação consiste en escribir una firma única y estilizada (la
etiqueta) con el nombre, la inicial o el logotipo de un artista en una
superficie pública. Es la forma más básica y común de grafiti, y sirve como marca
de reconocimiento, una forma de ganar respeto, cuestionar la propiedad o
incluso como guía para que otros artistas encuentren obras de mayor tamaño.
Obras en las calles de Sao Paulo. 2010. Coyo a la izquierda y OSGEMEOS a la derecha. Dominio público. Foto: Archivo AKEZ
Por más de tres décadas, la
pichação se apoderó por completo del paisaje urbano de São Paulo, impregnándolo
en extensiones inimaginables. Su extrema proliferación con su intenso rechazo a
cualquier floritura estética o color tuvo el efecto de hacer que el grafiti
pareciera inofensivo en comparación, a pesar de que muchos grafiteiros
(incluido OSGEMEOS) incorporaron la pichação en sus obras. Los medios, en este
caso, fueron los responsables de mover la atención pública y política en favor del
grafiti y en contra de la subversiva pichação en la escena visual urbana
brasileña.
Como han dejado claro los
artistas e investigadores, Tristan Manco y Caleb Neelon en su libro “Graffiti
Brasil”, el contraste entre la percepción pública del grafito y la pichação
ha sido el factor medular en el encargo y la concesión de permisos para murales
realizados por los grafiteros en Sao Paulo.
Escribiendo en el 2005, los
autores citados consignaron que la presencia constante de pichação en
todos los muros públicos, especialmente en los más prominentes, facilitó el
proceso de concesión de permisos a otros grafiteros menos polémicos. En São
Paulo, en particular, los muros nunca permanecían limpios más de unas pocas
semanas, y los administradores de propiedades a menudo buscaban la manera de
comisionar un mural con la esperanza de que esto mantenga el muro a su cargo
libre de pichação.4
Entonces el grafiti se convierte
gradualmente en una capa de protección estética alternativa contra el ataque de
pichação, aunque su efectividad se vio anulada cuando los pichadores comenzaron
a atacar los murales de grafiti específicamente por esta razón, incluso varios
murales realizados por OSGEMEOS.5
Como resultado de estos "ataques
vándalicos", la distinción entre la escena del grafiti que algunos
investigadores definen como "domesticada" y la obstinada
antiestética de la pichação se solidificó aún más en el discurso público como se
refleja en las palabras de Celita Procopio de Carvalho, presidenta del consejo
directivo de la Fundación Armando Álvares Penteado, patrocinadora en su sala de
la exposición “Vertigem” de OSGEMEOS que tuvo lugar en el 2009.
En su introducción al catálogo,
afirma: “Asimismo, el grafiti y el grafitero ya no se perciben de la
misma manera. Ya no se les etiqueta como vándalos, estatus que compartían hasta
hace muy poco con los grafiteros, y hoy sus imágenes componen el paisaje
urbano”.6
Es en el 2009 cuando OSGEMEOS y
otros grafiteros de su línea más oficial se consolidan en el mercado
internacional mientras el grafiti se separa intencionalmente en la esfera
pública y política brasileña del “tagger” o pichador afirmando dos
formas diferentes de intervención callejera.
Entonces tiene lugar la paradoja de que el éxito comercial y aprobación oficial de los gemelos brasileños los ha hecho distanciarse de la fuente de su popularidad. Aunque iconográfica o estilísticamente encarnen “estética callejera”7, de que habla el historiador de arte, Peter Bengtsen, se vuelven creadores de productos de comerciales que están de alguna manera asociados con el mundo del arte callejero, mediante el empleo de temas clisé, lo que altera la autenticidad de su obra.
"Sin título" (92 altavoces), 2019, "Gramófono", 2016 y 1983 – "THE BOOMBOX" (2017). Os Gemeos. Museo Hirshhorn, Washington, D.C. Foto: AKEZ
A diferencia de las obras
artísticas, como ha enfatizado el filósofo Nicholas Riggle, las creaciones
callejeras “están en gran medida desconectadas del mundo del arte
porque su importancia depende de que estén fuera de ese mundo”.8
Sin embargo, para los efectos de
la presente crítica, cuando un artista callejero produce una obra por encargo
en un contexto público, esa obra se convierte en parte del discurso público y
en objeto de reflexión, crítica y debate. Así que, independientemente
de si uno todavía considera o no los resultados de estas obras como “arte
callejero” este tipo de proyectos autorizados todavía tienden a generar una
forma de discurso en la esfera pública que puede utilizarse para comprender
mejor la relación entre el arte callejero y la cultura dominante. Por ello, no
es una osadía afirmar que las exposiciones en museos pueden ser la sentencia de
muerte para el arte callejero.
Lo que hace que OSGEMEOS lucieran
vívidos y en plena forma en la retrospectiva del Hirshhorn se debe primero que
todo a su gradual reinvención como artistas públicos, ya no grafiteros, - ahora
el mercado lo exhibe como escultores, pintores y narradores -y segundo a la
imaginería que desarrollaron primero como dibujantes en su niñez y luego
refinaron cuando la trasladaron a murales hasta alcanzar un “fase rococó”,
valga la analogía, con base en figuras humanoides caricaturescas, representadas
en una paleta de colores estridentemente espeluznante, que recuerda más un
programa de televisión infantil alucinante que algo que pueda ocurrir realmente
en la calle.
Debo aclarar que, si bien la
exuberancia de elementos en sus cargadas composiciones ha llevado a algunos a
tildarlos de “barrocos”, en general su obra carece de la parsimonia casi
matemática de dicho movimiento. Históricamente, el arte barroco presenta
colores más oscuros y temas religiosos, su decadencia llamada fase rococó se
caracteriza por la dominancia de los colores pasteles, oro y marfil, y temas
más seculares y ligeros temáticamente. Esto es patente en los gemelos, aun en
instalaciones como su altar animista dedicado a la cosmogonía de Tritrez.
No olvidemos tampoco como
trabajan y refinan las superficies y elaboran los detalles ornamentados, a
veces con líneas serpenteantes, pero siempre con una sensación de movimiento y
dramatismo decadente.
Pese a sus alusiones casi
folclóricas a la vida del grafitero paulino, es el mundo fantástico que han
creado en el espacio público externo – ahora redimensionado en el espacio
público interno de un museo – lo que gravita en su favor, aunque como asegura el
crítico Max Lakin, sus imágenes “insinúan una cosmología densa que
nunca se aclara del todo. Sus personajes, de rasgos aplanados y ojos que se
pierden en los límites de sus rostros amarillentos, flotan en campos
insondables de arte óptico…insinuando un surrealismo contemporáneo sin caer
jamás en lo verdaderamente siniestro. Sus avatares se atan fuegos artificiales
a la espalda y emergen de conchas gigantescas, más parecido a Tex Avery que a Marcel
Duchamp”.9.
"Tritrez", 2014. Pintura en aerosol y
lentejuelas sobre madera.Os Gemeos. Museo Hirshhorn, Washington, D.C.
Foto: AKEZ
RITUAL DE OFICIALIZACIÓN
Los gemelos han sido el rostro
del grafiti brasileño durante más de cuatro décadas. Su gradual aceptación en el
mundo del arte es evidente con la exposición que por casi un año mantuvieron en
el Museo Hirshhorn y que se transformó en una suerte de ritual de
oficialización “artística”.
Curada por Marina Isgro con el
apoyo de C.J. Greenhill Caldera, “OSGEMEOS: Endless Story (La historia sin
fin)” ha sido señalada como la primera muestra de los gemelos brasileños en un
museo estadounidense y la mayor exposición de su obra en los Estados Unidos.
Es una muestra diseñada a lo largo de diez salas
que abarcan desde sus murales públicos, pasando por sus obras tempranas, su
personaje emblemático, su mundo Tritrez, su tributo a la música y la cultura
hip-hop mediante diversas instalaciones, su enorme zootropo, culminando con sus
grafitis y colaboraciones con otros artistas. No obstante, cada galería es
diferente.
Al principio, una falange de vitrinas rebosa de
bocetos, tiras cómicas y parafernalia de grafiti, todo ello revelando los
métodos de trabajo de los gemelos y sus impresionantes habilidades de dibujo. A
medida que uno se adentra, se percibe una colaboración creativa que prospera
con la expansión: hacia el cine, la escultura y las instalaciones artísticas, y
la creación de mundos de fantasía futuristas.
La retrospectiva ocupó la
tercera planta del Hirshhorn para guiar a los espectadores a través de su
historia. Junto con pinturas, esculturas e instalaciones realizadas para
espacios museísticos y documentación de sus grafitis y murales al aire libre,
los brasileños compartieron cientos de dibujos poco vistos que ilustran su
desarrollo creativo a lo largo de los últimos cuarenta años.
En el vestíbulo al que se llega
por una escalera mecánica, pintaron dos de sus personajes más representativos:
uno con su estilo de los años 90 en la pared de entrada y otro con su estilo
actual en la pared de salida.
Las primeras palabras que acudieron a mi mente al ingresar al espacio circular del museo donde habitó la muestra fueron cursi y repetitiva. Y, sin embargo, uno no puede negar que tiene un encanto exuberante que invita a un relajante escapismo.
La exposición incluyó obras de todas las etapas de sus carreras, incluidos sus primeros días como artistas callejeros. Museo Hirshhorn, Washington D.C. Foto: AKEZ
Su transición de las calles al
museo y las galerías ha sido impulsada por una ambición muy personal según ha
confesado Gustavo uno de los gemelos en una entrevista reciente: “Para
personas como nosotros, que no fuimos a la escuela de arte, que somos
autodidactas, es un espacio (el circuito artístico formal) difícil de penetrar.
Obtener este tipo de reconocimiento, poder vivir de tu trabajo como artista, es
realmente gratificante. Todo artista debe ser valorado y reconocido”.10
A diferencia de Basquiat que
rompió definitivamente con el mundo del grafiti urbano y hasta declaró muerto
su acróstico “SAMO” para transformarse en el “artista” que el mercado le
prometió, OSGEMEOS sigue colaborando con los grafiteros mediante exhibiciones y
proyectos conjuntos.
UNA HISTORIA NO TAN BREVE
Nacidos en 1974, los gemelos
Pandolfo crecieron en Cambuci, São Paulo. Aún no tenían 10 años cuando entraron en
contacto con la cultura hip-hop. Bajo la influencia de su hermano mayor,
Arnaldo, se dedicaron al dibujo y sus padres pronto los inscribieron en un curso
gratuito de arte.
“Wild Style”, una famosa
película sobre hip-hop, fue una influencia temprana importante, y para 1986 se
habían transformado en jóvenes B-boys —un DJ local los apodó luego OSGEMEOS—
que frecuentaban la estación de metro de São Bento en São Paulo, bailando breakdance,
rapeando y haciendo grafitis.
En 1993 conocieron y entablaron
amistad con Barry McGee, el grafitero estadounidense conocido por su ingeniosa
y socialmente comprometida imaginería figurativa, quien se encontraba de viaje
en Brasil. Empezaron a colaborar con él y se hicieron amigos para siempre.
Para la década del 2000, los
gemelos Pandolfo ya realizaban grandes murales en muros de la ciudad y vagones
de metro, mientras exponían paralelamente en galerías comerciales. En el 2004,
en vísperas de los Juegos Olímpicos de Verano, fueron invitados a realizar dos
murales en la ciudad anfitriona, Atenas.
Al año siguiente, realizaron su
primer mural neoyorquino frente a una estación de metro de Coney Island, y
posteriormente realizaron un mural en el centro de Manhattan, en el mismo lugar
(la intersección de la calle Houston y el Bowery) que un famoso mural de Keith
Haring. Estaban estableciendo un linaje en el movimiento urbano globalizado.
Para la década de 2010, sus
obras se volvieron cada vez más ambiciosas, tanto en escala como en
complejidad. Se hicieron conocidos por pintar figuras a las que llamaban "Gigantes":
figuras enormes de piel amarilla, rostros anchos y cómicamente expresivos,
piernas delgadas y ropas coloridas inspiradas en parte en la vestimenta
tradicional brasileña.
"A deusa" (Una diosa). 2019. Técnica mixta con pan de oro sobre aglomerado de madera. Os Gemeos. Museo Hirshhorn, Washington D.C. Foto: AKEZ
Cuando el Instituto de Arte
Contemporáneo de Boston les dedicó una exposición individual en 2012, la
exposición se complementó con un mural a gran escala encargado: un niño con
pijama estampado agachado en un espacio que armonizaba perfectamente con la silueta
del edificio. Una explosión de color y estampados en el grisáceo centro de
Boston transformó por completo el paisaje urbano. Afortunadamente, la
presentación en el Hirshhorn incluyó un montaje de fotografías ampliadas de
este y otros murales conocidos.
Por supuesto, la aceptación
institucional en forma de murales por encargo es algo que los brasileños han
buscado como en su momento otros grafiteros y autores callejeros.
Sin embargo, dentro de la
comunidad del grafiti, el éxito en el mundo del arte, en forma de muestras
retrospectivas o monográficas en museos además de la representación por parte
de marchantes en galerías comerciales, causan un daño irreparable a su credibilidad
en la calle. Pero, OSGEMEOS parecen estar cómodos con su fama y creciente
afluencia.
EXUBERANCIA COMO CATEGORÍA
Gran parte de la imaginería de
OSGEMEOS está impulsada, como suele ocurrir con los mundos de fantasía, por la
nostalgia. Una galería está dedicada a "Tritrez", un mundo
místico inventado por los gemelos, un lugar donde "no hay nada de qué
preocuparse" y "todo está en armonía".
Empezaron a hablar a sus padres
sobre este mundo cuando tenían cinco años aproximadamente describiéndolo como
si fuera el cielo. De hecho, sienten que vivieron allí antes de nacer y dicen
que volverán allí algún día, cuando mueran. Sus creencias sustentan una
suerte de animismo metafísico, algo común en Brasil, aunque no lo llaman
religión, porque se relaciona con sus orígenes: explica de dónde vinieron, su
turbulenta llegada como bebés prematuros, un mundo mágico que querían replicar
y compartir con los demás.
En una de las salas con aspecto
de santuario, que incluye diseños geométricos y esculturas totémicas, se han
colgado coloridas pinturas sobre papel pintado estampado, al estilo de las
exposiciones de vacas de Andy Warhol. La instalación, según el texto sobre el
mural, combina “geometría mística y sagrada, referencias a películas de
los años 70 y 80 como ‘La Montaña Sagrada’ (1973) y ‘Flash Gordon’ (1980), y el
estilo afrofuturista de grupos de hip-hop como Soulsonic Force de Afrika
Bambaataa, ofreciendo una visión cálida y acogedora de la espiritualidad
moderna”.11
No debe extrañar entonces que sus pinturas estén inspiradas a veces por
paisajes y gentes brasileñas, otras por extraterrestres y viajes
interplanetarios, su esencia es la ternura (en formas expresivas) combinada con
un diseño llamativo y patrones audaces. Para lograr una fiel representación de
sus temas de inspiración combinan imágenes dibujadas y pintadas en acrílico y
aerosol con franjas de lentejuelas brillantes.
"O dia da festa de break" (El día de la
fiesta del breakdance), 2016. Técnica mixta sobre tabla. Os Gemeos. Museo
Hirshhorn, Washington D.C. Foto: AKEZ
La exposición recién concluida incluyó
todo tipo de esculturas e instalaciones, incluyendo una exhibición de decenas
de altavoces antiguos, un zootropo (los dispositivos protocinemáticos que crean
una ilusión de movimiento con un cilindro giratorio e iluminación
estroboscópica) y "La habitación de la luna", una instalación
poética de un dormitorio bañado por la luz de la luna.
Gran parte de la segunda mitad
de la muestra estába dedicada a una celebración nostálgica de la cultura del
grafiti de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Una serie de pinturas
muestra personajes de ese mundo, a menudo con la cara cubierta (para protegerse
de los vapores de pintura y preservar el anonimato), pintando los trenes del
metro de Nueva York por la noche.
Para OSGEMEOS lo importante en esta fase estratégica de su carrera hacia el mundo del arte formal, no son las viejas categorías de sincero y fascinante o ameno y estridente sino la exuberancia como evidencia su retrospectiva.
"Sin título", 2014. Zootropo hecho a mano
instalado en el Museo y Jardín de Esculturas Hirshhorn. Foto: AKEZ
FASE ROCOCÓ CALLEJERO
La tónica en su obra en general
es fantástica y épica, ligera y etérea, como un sueño de felicidad con un
trasfondo de melancolía. En su proceso creativo han adquirido una destreza que
hace que cada obra luzca exquisitamente pulida y detallada, ofreciendo un
espectáculo de técnica natural que invita a contemplarlas largamente.
Las delicadas líneas negras que
recorren muchas de sus imágenes evocan una llovizna de carbón con base en su
oficio en la pintura con aerosol y otras técnicas mixtas. El color prismático
de muchas de sus composiciones en gran formato tiene un grado de saturación
inusual en el grafiti.
Sus enormes murales ciertamente
captan la atención y la imaginación, destacándose por sí solos en paisajes
urbanos. Pero cuando sus obras de arte más pequeñas se limitan a un museo como
en este caso, las imágenes comienzan a resultar repetitivas, aunque parezca
provenir de un cuento de hadas. Claro, las personas y las cosas a menudo
levitan o están apiladas de forma imposible, y el entorno es un poco irreal:
húmedo y seco a la vez, o duro y esponjoso.
Pero tanto el metro de Nueva York como las favelas de São Paulo están presentes en el casi millar de obras exhibidas, y las figuras visten prendas con estampados brillantes que parecen verdaderamente brasileñas. No faltan peces con escamas de muchos colores. A menudo llevan algo en la boca, como los portadores de buena suerte que se supone que son: pequeñas chozas radiantes, personas o cabezas, figuras completas.
Mural en Calle Houston y el Bowery, Manhattan,
Nueva York. 2009. Os Gemeos. Foto: AKEZ
Como ha escrito la crítica
Roberta Smith, su obra califica dentro del “realismo mágico con un toque de
crudeza. Si bien la avalancha de figuras, episodios y colores resulta al
principio abrumadora, una lectura superficial de izquierda a derecha sugiere algunas
posibilidades narrativas. Básicamente … es una historia de escape y crecimiento
que comienza en la oscuridad y, tras seguir algunos consejos de la Biblia, El
Bosco y M. C. Escher, termina en un impresionante vórtice de brillante color”.12
Estas obras, ingeniosamente
compuestas, celebran una actividad que muchos aborrecen. Pero están tan
suavizadas y cargadas de nostalgia (el hip-hop y el grafiti alcanzaron la edad
adulta) que parecen completamente inocuas.
Por ello, vale la pena
considerar si su estética tiene futuro. O como pregunta el crítico, Sebastian
Smee, “¿la indudable originalidad de su obra se convertirá en nostalgia, una
nostalgia que puede tener un gran atractivo ahora mismo, pero que está destinada
a marchitarse y desvanecerse? ¿Su logro representa algo más que un
ejemplo notable de la aceptación de la cultura del grafiti en el mundo
artístico? ¿Sus patrones frenéticos y alegres son simplemente una tapadera para
la ternura y el kitsch de los recuerdos color de rosa?”. 13
La obra de OSGEMEOS es indudablemente imaginativa y caprichosa, como adentrarse en un sueño o en un universo alternativo reconfortante. Si bien abarcan una amplia gama de medios, poseen un estilo preciso y refinado que ha transitado inexorablemente del grafiti callejero al arte formal de exposición.
Su futuro como artistas no callejeros,
como parte de las respuestas a las interrogantes ya citadas, depende ahora de
que encuentren una manera de conectar con el presente más que evadirlo sin
abandonar su fortaleza creativa en el lienzo interminable de los espacios
públicos urbanos.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc,
CPLC, AICA
NOTAS:
1. Graffiti in Its Own Words. Dimitri Ehrlich and Gregor
Ehrlich. New York. June 22, 2006. https://nymag.com/guides/summer/17406/
2. Baudrillard, J. (1993) Symbolic Exchange and Death.
London: Sage.
3. Kuttner, Theodore. 2015. OSGEMEOS and the
Institutionalization of Street Art: Cyclical Narratives. Universidad der
Hamburgo, Alemania.
4. Manco, T. (2005) Lost Art; Neelson, Caleb. Graffiti
Brasil. London: Thames & Hudson. P.46
5. Sjöstrand, T. (2012) São Paulo: City of pixação. UP, Vol.
45, P.31.
6. Procopio de Carvalho, C. (2009) In: R. Silva (Ed.), Catalogue:
Os Gemeos – Vertigem. São Paulo: Fundação Armando Al- vares Penteado.
7. Bengtsen, P. (2014). The Street Art World. Lund: Almendros de
Granada Press. Pp. 60 y 76.
8. Riggle, N. (2010) Street Art: The Transfiguration of the
Com- monplaces. The Journal of Aesthetics and Art Criticism. Vol. 68, No. 3:
pp. 243-257.
9. Lakin, Max (18 de julio, 2024). Beyond Outlaw: New Paths
for Aging Taggers. New York Times.
https://www.nytimes.com/2024/07/18/arts/design/OSGEMEOS-barry-mcgee-lehmann-maupin-review-graffiti.html
10. Langlois, Jill. (27 junio, 2024). OSGEMEOS sacudió
Brasil. ¿Podrán los Gemelos del Grafiti conquistar Nueva York? New York Times.
https://www.nytimes.com/2024/06/27/arts/design/OSGEMEOS-art-brazil-graffiti-hirshhorn-maupin.html
11. Isgro, Marina (2024). OSGEMEOS: endless story. Hirshhorn
Museum and Sculpture Garden, Washington D.C., U.S.A. Rizzoli/Electa. P.7
12. Smith, Roberta (3 de Agosto, 2009). A World Springs to
Life on an Urban Wall. New York Times.
https://www.nytimes.com/2009/08/04/arts/design/04mural.html
13. Smee, Sebastian (31 de octubre, 2024). OSGEMEOS put on a
vibrant show of street art at the Hirshhorn. Washington Post, U.S.A.
https://www.washingtonpost.com/entertainment/art/2024/10/31/OSGEMEOS-endless-story-hirshhorn-museum/mexicano.
Comentarios
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