Sombras de Canadá


Colectiva de fotografía canadiense contemporánea: “Canadian Tableau”. 449 piezas en blanco y negro, y en color de 25 fotógrafos. Espacio Jorge Debravo. Del 12 de marzo al 12 de abril de 1986, de martes a domingo.

Con frecuencia se describe al pueblo y territorio de Canadá como un mosaico de nacionalidades donde cada una, nativa o inmigrante, conserva su cultura y lengua, aun cuando se integre política y económicamente.
       
Sumando a la vasta y rica geografía norteamericana, Canadá ofrece muchos estímulos a los fotógrafos, quienes además gozan de una importante tradición y de apoyo oficial.
       
Canadá cuenta con fotógrafos internacionalmente conocidos, entre ellos uno de los más famosos retratistas del mundo, Yousuf Karsh. Sin embargo, la muestra seleccionada y enviada aquí por el National Film Board of Canadá es triste y descolorida por medianía imaginativa, técnica y formal.
       
Esto podría disculparse si se tratara de aficionados o jóvenes expectativas, pero se dice en el catálogo de la muestra que por lo menos tres de los expositores (Freeman Patterson, John de Visser y Pierre Gandard) son respetados profesionales con distinciones por su trayectoria artística.
       
El sentido de la composición de John de Visser, resulta insuficiente en sus impersonales escenas de agricultores y pescadores de Alberta y Terranova. Otro tanto ocurre con imágenes comunes de Patterson, con tal vez una aceptable excepción: la de dos buses escolares estacionados junto a un establo y un caballo blanco hecha de Nueva Escocia y que sugiere un conflicto entre épocas distintas en un mismo espacio y tiempo. Por lo menos 21 de los expositores muestran motivos tipo postal turística.

       
Tratase de un contenido ambiguo respecto a una identidad cultural; igual pudieron ser tomadas muchas de ellas en Inglaterra, Estados Unidos o algún rincón helado del Cono Sur. En su pretensión de documentar gente, entorno natural y artificial, fotógrafos y los curadores de la muestra confundieron un concepto colectivo - la exposición documental sobre un contexto canadiense - con un concepto individual, el valor propio de cada foto como arte y como testimonio documental.

El resultado es una muestra donde fotos óptimas para un reportaje gráfico, con poco texto, de una región, han sido segmentadas lo que les quita sentido como información y valor como fotografía al estar, en muchos casos, supeditadas a la existencia de las demás fotos.
       
Son fotos aceptables, no brillantes, de autores que tienen oficio pero no hacen gala de su técnica ni de su imaginación, lo que da como resultado una foto estándar, de impacto nulo para el espectador entrenado.

Excepción y regla
       
Hay que puntualizar que en un contexto de medianía cualquier excepción posible está sujeta a error. Sin embargo, existen algunas fotos de cuatro autores que confirman ciertas pretensiones artísticas y que, por ende, escapan al concepto. Hablamos de la foto de una violonchelista sentada frente a un lago rodeado por montañas en el parque nacional de Waterton, Alberta, obra de Charles Oberdorf.  Es una obra lírica que escapa al común exhibido; de igual forma, el niño que sostiene un cometa, una vertical invisible une los dos elementos, con el espacio celeste como zona de vibración entre ambos; la obra es de Stephen Homer.

Aunque mediante recursos, ya empleados por muchos fotógrafos, destaca la foto de trama abierta, de Irwin Karnick,  favorecida por un cedazo de una puerta tras la cual miran inquietos una anciana y varios niños. Este es un buen ejemplo de fotografía artística en color, en la que la gama tonal, semeja tonos pastel, con un acabado propio de la pintura.
       
Finalmente, en menor grado, Kan Azuna concreta, en una de las pocas fotos en blanco y negro, el contraste entre paz y turbulencia urbana, campo y ciudad. Calienta en el centro de la foto un espacio bucólico donde una pareja juega con un niño mientras los edificios delante de ellos, en grano abierto, evocan una amenaza latente.
       
Las excepciones, pese a no ser aportes brillantes, suman sentido en la composición, el color y la selección de un objeto interesante para fotografiar, así como evocan emoción, lirismo o nostalgia.
       
La presencia de elementos evocadores de lo emotivo en composiciones figurativas evita que caigan en la mecánica -aunque limpia-representación visual de su entorno, que hacen los restantes expositores.
       
No es esta la primera muestra irregular de fotografía contemporánea que podemos ver en nuestro medio y que revela la pobreza de criterio y los factores extra artísticos que tal vez influyeron en la selección final de la colectiva itinerante.
       
Si se pretendía informar sobre Canadá y al tiempo indicar que había un buen nivel de fotografía artística canadiense, el resultado no fue el óptimo.
       
Es bueno que se entienda de una vez en las naciones que patrocinan estas exposiciones que en nuestros países, aunque pequeños, la ignorancia artística no es tan supina como parecieran decir con lo que nos mandan.



Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 11 de abril, 1986. Revisado por el autor el 30 de marzo, 2018.

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