CARLOS TORRES: Literatura y Plástica

Exposición individual de Carlos Torres (México, n.1949). Series de trípticos y “caches” en técnica mixta sobre papel y madera: “claroscuro”. Galería Nacional de Arte Contemporáneo (GANAC). Del 1 de diciembre de 1986 al 7 de enero, 1987, de lunes sábado.

La saturación del mercado artístico, con base en obras débiles en profundidad ideativa y oficio, ha lacerado lenta y pertinazmente la sensibilidad e inteligencia del espectador, en distintos medios culturales.  No obstante, algunos afirman que el público se ha vuelto miope respecto a la pintura y sordo hacia la música.

Pero los optimistas siguen confrontando su obra creativa, a pesar de los obstáculos, puestos por la ignorancia y la truculencia, entre sus actos y la percepción de los demás. Otros, en cambio, aprovechan esos obstáculos para hacer de las limitaciones del espectador promedio un “arte” en sí mismo, para vender lo didáctico como si fuera artístico.

El fotógrafo y pintor mexicano, residente en París desde 1974, Carlos Torres, con una evidente carrera como expositor, parece inscribirse en la segunda tónica.

Se vale para ello de series donde utiliza el color negro para esconder, deliberadamente, lo que ha representado en colores sobrios y a veces “sucios”.

De canon no figurativo, su trabajo evade el límite del marco del cuadro tradicional, para instalarnos en una visión oscura de sus propósitos y resultados. Intenta jugar a un escondido con el espectador, con el pretexto de estimular la activación de procesos físico-mentales que completen la ausencia de concreción plástica.

A su manera, nos participa de una intencionalidad didáctica. Esta puede ser válida, como intento de limpiar la percepción visual del público habituado a las exposiciones pseudoartísticas. Pero ello a costa de no proponer una obra personal, fecunda plásticamente y, auténtica, como resultado de un quehacer disciplinado y profundo.

"Sin título", Técnica mixta sobre tela.

LITERATURA Y PLÁSTICA

La activación que intente en el receptor de su pintura, parte de las consideraciones literarias (lirismo y esnobismos) de quienes prologan su conjunto titulado “Claroscuro”. La anécdota, por débil que sea, siempre es susceptible de ser engrandecida por un escritor y aún por quien, sin serlo, está habituado a hacer literatura de lo que no que no requiere palabras.

Por otra parte, el uso del color negro supone la absorción de una herencia moderna, a partir de autores pioneros en materia de color, como Joseph Albers, Robert Montherwell, Ad Reinhardt y Joan Miró, entre otros.

Como señalé ante una muestra colectiva, el año anterior, el negro ha sido siempre considerado color, porque fisiológica y psicológicamente produce sensaciones y tiene significados y efectos definidos; también porque al ser mezclado con otro tono cambia su carácter.

En otras palabras, se define el negro como color desde el momento en que nuestro ojo lo percibe como tal.

Torres no emplea el negro como color en sí mismo, sino como un medio para ocultar, para jugar al escondido con el espectador. Pinta su obra y luego la cubre parcialmente de negro, generalmente en rectángulos.

COLOR NEGRO COMO INTERMEDIARIO

Olvida que el negro, en cuanto color, es parte del conjunto de la obra y no sólo un intermediario del mensaje oculto o un antifaz. Por el contrario, es el que más impone su carácter: evoca autoridad, orden. No es sólo la fácil y obsoleta receta que se interpreta como luto, tristeza, misterio o depresión.

Técnica mixta. Serie "Claroscuro".

El negro, en cuanto color, puede ser fondo, estructura y elemento plástico, no sólo ausencia de luz. La obturación del yang puro del negro en las pinturas, no logra darles la significación y fuerza que pretende el autor, y cuya ausencia es crítica velada en algunos pintores contemporáneos.

Ello le ocurre al visitante mexicano, por cuanto no logra, tal vez por su obvia intencionalidad didáctica, establecer la polaridad dialéctica entre el negro y los demás colores de su limitada gama.

No hay presencia aquí de los polos activo-pasivo, claro-oscuro, ying-yang; eternos e inseparables, aunque opuestos.

Además, deja una duda: por qué la voluntad, sospechosa en parte, a pesar de las gangas literarias que anteceden la propuesta, de velar la obra. ¿Acaso es una manera de escamotear implicaciones sociales, entre otras, dejándolas libradas a conjeturas psicológicas o a elucubraciones esnobistas?.

La obra de Torres carece de compromiso artístico, que sustituye con una didáctica de la percepción. Respetable labor, pero más de un teórico que de un pintor. Asimismo es visible su imposibilidad, en las obras expuestas, de interiorizar su testimonio y permitirle al espectador atento algo más que un ataque a la epidermis, dispensable tras abandonar la GANAC.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el 12 de Diciembre, 1986. Revisado por el autor el 11 de Mayo, 2018.

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