ROJAS HOWELL: Inocencia de la Mirada
Revisión retrospectiva de la obra y carrera de Gioconda Rojas Howell (San
José, n. 1967) 56 obras en pintura al óleo, acrílico y técnica mixta. Taller
Rojas Howell, San Ramón de Tres Ríos, Costa Rica. Colección del artista.
"Amo, luego soy; peso luego existo", 1990. Acrílico sobre tela.
Uno de los ataques tradicionales
a la pintura moderna y posmoderna ha provenido de comentaristas académicos que
la han tildado de primitiva e infantil. La frase cajonera y peyorativa ha sido
“eso lo puede pintar hasta un niño”.
En su obra “Los elementos del dibujo” (1857) el crítico John Ruskin animaba a
los artistas a tratar de recuperar lo que llamó “la inocencia de la mirada”, para que pudieran representar la
naturaleza con la frescura y vitalidad de un infante, o de una persona ciega
que súbitamente recobró la vista.
En una vena similar, el también
crítico Charles Baudelaire afirmó que “el
genio es ni mas ni menos que la niñez recobrada voluntariamente” en su obra “El pintor de la vida moderna” (1863).
Muchos artistas, desde entonces,
han roto con la tradición académica embarcandose en una regresión experimental
al estado de la niñez con su gracia visual.
A manera de ejemplo, Monet y Cézanne,
entre los impresionistas, buscaron intencionalmente recrear el “episodio de Damasco” (en alusión a la
explosiva experiencia visual del apóstol Pablo como se relata en el libro de
los Hechos del Nuevo Testamento) para expresar en la pintura la idea de una
explosión sensorial a primera vista. Por
ello, no debe extrañar que Cézanne declarara en 1904 “quisiera ser como un niño”.
En las primeras dos décadas del
siglo XX el interés en la creatividad infantil encontró eco en los artistas que
buscaron purificar la decadencia del arte del siglo precedente mediante el
estudio de las culturas primitivas que se consideraban por entonces retrogradas
en el mundo civilizado occidental.
De hecho, las culturas y sus artefactos
primitivos eran considerados como crudas expresiones de la “infancia humana” y
a sus creadores se los tildaba de “salvajes”.
Expresionistas, cubistas,
futuristas y miembros de la vanguardia rusa exhibieron con frecuencia sus obras
junto al arte infantil. Los ejemplos
abundan: la obra de Oskar Kokoshka fue presentada por primera vez en 1908 junto
con garabatos hechos por niños. Alfred Stieglitz organizó cuatro exhibiciones,
entre 1912 y 1916, dedicadas al arte de los niños en su legendaria galería 291
en Nueva York; y la exhibición Dada en Colonia, Alemania, incluyo garabatos
infantiles al lado de los trabajos de Max Ernst y sus colegas.
Los artistas, sin embargo, no
fueron influenciados solamente por la naturaleza “primitiva” de las creaciones infantiles sino también por los
modelos educativos progresivos introducidos en el sistema escolar que algunos
de ellos experimentaron como niños.
De hecho, la apreciación de
patrones y formas geométricas con base en bloques o cubos introducida por los
juguetes educativos creados por Friedrich Froebel fueron fundamentales para el
desarrollo del modernismo como han reconocido Braque, Mondrian, Kandinsky,
Klee, Le Corbusier y Frank Lloyd Wright.
Algunos artistas fueron más allá
como Lionel Feininger, Piet Mondrian, Joaquín Torres-García, Alexander Calder,
Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat confeccionando juguetes para niños que
incluían en sus exhibiciones o permitiendo a los niños hacer garabatos sobre
sus obras como parte del proceso creativo.
El principio aquí es claro: lo
real se hace más vivo, fresco y conmovedor cuando revivimos nuestra infancia.
No obstante, tanto poetas como artistas han mimado al niño como la gran fuente
imaginativa y al arte llamado “primitivo”
como el más vital e imaginativo.
Este preámbulo es indispensable
para acercarse y experimentar integralmente la obra pictórica que Gioconda
Rojas Howell ha desarrollado en las últimas tres décadas.
Como los artistas que la han precedido
ha buscado consistentemente estar en contacto con el niño, o para los efectos
la niña, que mora en su interior, a menudo utilizando los elementos primitivos (caligrafía,
garabatos, graffitis, figuras, objetos) como una piedra en la que afila su
lenguaje para desafiar al mundo social adulto, el cual demanda que cada uno
desempeñe un papel predefinido y se identifique completamente con ese papel.
"A veces el corazón teme quebrarse", 2001. Acrílico/tela.
CRONISTA DE PEQUEÑAS REALIDADES
Para cuando entré en contacto con
su obra en 1991, ya Rojas Howell había realizado cuatro exposiciones
individuales apartándose casi desde el inicio de las propuestas académicas y
las modas imperantes. Su formación en ingeniería química y como restauradora en
el Teatro Nacional la hicieron nadar contra corriente consolidando en poco
tiempo un testimonio visual propio e inalienable.
A partir de 1987 empezó con obras,
mayormente no tituladas, casi monocromas donde tejía una narrativa visual a
partir de sus vivencias de infancia y sueños.
Ya para inicios de la década del noventa se han convertido en crónicas
mínimas que comunican su verdad.
Autodefinida como “cronista de pequeñas realidades”, su
pintura principalmente en acrílico sobre tela evoca el principio borgiano de “El Aleph” donde un punto contiene los
demás puntos, un equivalente plástico del paradigma del quantum donde no hay
vacío que llenar en su cada vez más vastos espacios.
Como indicaba en 1992 en mi obra
“Magia y Realismo: arte centroamericano
contemporáneo” en su obra de los noventas “lo que no vemos en el espacio sigue existiendo a pesar de nuestra
ceguera perceptiva habituada a reconocer sólo lo que puede ver en la pantalla
de lo aprendido, repetido, fosilizado” (p.223)
La conquista, a lo largo de tres
décadas de carrera, de los espacios blancos, de atmósfera apastelada, explaya
su propia percepción de lo que realmente importa: recuperar la inocencia en la
mirada.
Como creadora ha seguido el
camino del niño que descubre el todo a partir de detalles que holográficamente
contienen y reproducen ese todo. No está ajena por supuesto a lo lúdico que
puede experimentar tanto el niño como el adulto. Sus obras tridimensionales
atestiguan el juego como un componente indispensable de su inocencia ocular.
Los textos insertados en la
mayoría de sus telas son otro componente recurrente en sus composiciones como elementos
plásticos más que literales. Por ello son fragmentarios, poéticos y a menudo
indescifrables, contribuyendo al mismo objetivo de recuperar la inocencia, pero
no como un discurso que se puede analizar, sino como un elemento plástico más
en la composición. En otras palabras, la temática y el título evocador de cada
una de sus obras no es relevante para comprender su obra o experimentar su
vigor.
"Miércoles y caracoles", 2011. Técnica mixta/tela.
LIMPIEZA TÉCNICA Y CANDOR
En términos de proceso artístico
– de tres décadas - ha venido enfatizando la tonalidad monocroma, la gama de
colores limitada, y el uso de componentes y formas mínimas. Sigue siendo una artista figurativa como punto
de partida, pero más por la ruta de evocación o la referencia que por la intencionalidad.
Aunque se la puede asociar con el
minimalismo, por su producción de los últimos cinco años, se nutre más de la
experiencia modernista europea que de la estadounidense.
Formalmente se esfuerza por reducir
sus componentes plásticos a lo esencial, despojando al cuadro de elementos
sobrantes, evidenciando que ha adoptado el reduccionismo propuesto
originalmente por el vanguardista ruso Kazimir Malevich, los constructivistas
rusos y el movimiento artístico De
Stijl.
El uso creciente de los colores
puros, las formas geométricas simples, los tejidos (bordados) la acercan al
minimalismo, pero el hecho de que sus obras no están destinadas a ser objetos
efímeros, descartables, que dependen del espectador y el contexto sociopolítico
para completar o transformar su significado la separan claramente del
conceptualismo.
Hay continuidad e integridad en
su proceso, aunque a veces experimente con “ready-mades”
a lo Marcel Duchamp o construya obras tridimensionales cargadas de ironía
motivadas por la necesidad de dar respuesta a un hecho coetáneo de carácter
social como ocurre en mucho del arte conceptual.
"Todos queremos cambiar el mundo", 2017. Técnica mixta/tela.
INTEGRIDAD
Rojas Howell construye obras
estimulantes para conducir a sus espectadores por la vía del sueño a recuperar
inconscientemente etapas perdidas de la infancia. Como ilustraciones del
pensamiento su obra se ocupa de la memoria y la sensibilidad cotidiana en
espacios dominados por los blancos del sueño, y la caligrafía torpe y sincera
de los niños y los adultos que nunca dejan de ser niños.
Pero además agrega un valor en
términos de conducta artística que sustenta la integridad de su concepto y
práctica pictórica, a saber, un estilo de vida acorde con su expresión
artística.
Cuando Rojas Howell incorpora la
disciplina del silencio, y la práctica de estar totalmente presente
(mindfulness) enriquece su proceso creativo. No es una moda pasajera para ella
ya que no hay encubrimiento, sino consecuencia de su proceso: lo que vemos y
percibimos es lo que es.
No cae en la tentación de la
producción en serie, ni se rinde ante las oportunidades y peligros de ser
integrada como un recurso más de la decoración y el diseño interior. Nada
sobra, nada falta. Ha logrado mantenerse fiel a la inocencia de la mirada.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
Comentarios
Muchas gracias por compartir esto hoy, muy honrada me siento por tu análisis exhaustivo sobre mi trabajo y por esta publicación.