FELO GARCÍA: Reiteración
Exposición de Rafael "Felo" García (n.1928). 25 monotipias en color. Galería Enrique Echandi. Del 3 de Octubre al 3 de Noviembre, de 1985, de martes a domingo.
“Haz fama y échate a dormir”, reza un viejo refrán cuyo eco vulnera todos los ámbitos y muchas conductas artísticas.
Durante la década del
cincuenta del siglo pasado, tras el apogeo de la generación nacionalista
costarricense, la seducción por ser aceptado y vender, la negación del pasado
por desconocimiento o desinterés, la adopción y la repetición, con poca
disciplina, de fórmulas plásticas postmodernas perjudicaron el desarrollo de
una obra propia y significativa en la escena artística local.
Muchas “promesas” con
pretensiones artísticas claras se dejaron ganar por la búsqueda de aceptación y
”prestigio”, lo que produjo obras de acento complaciente, débiles en
profundidad ideativa. Se satisfacía, como ocurre hasta nuestros días, una
demanda comercial defendiendo una obra, que debería hacerlo sola, con un
currículo donde no podía faltar el premio nacional en su especialidad o las
pertinentes tres exposiciones individuales.
Se trata en el mejor
de los casos, de producciones que cumplen con el requisito del oficio, tienden
al preciosismo y tratan de compensar carencias conceptuales con la “cocina” o
acabado final: empastes fuertes, brillos, mucho colorido, monumentalidad,
texturas, etc. No expresan, no comunican, no aportan al medio local, ya no digamos
a Centroamérica.
Un caso excepcional entre los pioneros y pocos
maestros nacionales, por su aporte universal, es el de Francisco Amighetti,
quien encontró en el expresionismo, por medio del grabado en madera, su
auténtico camino.
El caso de Felo García es diferente, si bien
debe reconocerse su aporte, en 1958, al introducir en el medio local la
libertad formal y conceptual del expresionismo abstracto y el arte matérico, de
escenarios plásticos europeos y norteamericanos. Así lo evidencian obras suyas
como “La galaxia” y “Reflexión”.
"Sin título", 1985. Monotipia sobre cartulina. Foto: CCACR
La indignación pública que provocó junto con Manuel de la Cruz González, fue mucho más efectiva que la de Max Jiménez en la década del cuarenta, aunque este último abonó el terreno para que autores jóvenes abrieran los ojos a lo propio y a lo ajeno.
Sin embargo, García moderó su aporte hasta
convertirse en “historia viviente”, por medio de su repetición de técnicas y
maneras: pintura de acción, tachismo,
arte pop, y materismo, entre otras.
Treinta años después nos presenta sus
monotipias en color, que se componen mayormente de “motifs” cuya aceptación
pública fue comprobada en su exposición de 1973, compuesta por una serie de
óleos sobre tugurios y paisajes urbanos.
El proceso italiano del grabado conocido como
monotipia data del siglo XVII: permite obtener, por medio de la impresión
calcográfica sobre un metal, cristal, etc., una pieza única de grabado, aunque
también, se puede conseguir a partir de un grabado que se manipula
pictóricamente.
Con una “asepsia” arquitectónica, testimonia en
la mayoría de las monotipias expuestas, el entorno nacional a partir de casuchas
de barrios marginales, según dos estilos: uno, a partir de veladuras y una
construcción geométrica con pequeños cuadrados que parecen ventanas, lo que lo
emparenta con Feininger, y, dos, el traslado de temas y formas a una técnica
plástica diferente, a partir de representaciones similares en óleo.
El primer estilo, aunque no propio, es más
interesante, porque Felo construye en planos superpuestos como veladuras, elementos
constructivos sutilmente reconocibles y, en el otro estilo obvio, con sábanas,
cables de tendido eléctrico, techumbres y muros que en conjunto transmiten la
imagen de la arquitectura urbana propia de los anillos de miseria.
El artista elige sus temas con miras,
principalmente, a poner de manifiesta ciertos problemas de forma, que no son
nuevos y que han sido resueltos antes con mayor pureza formal.
La influencia de Lyonel Feininger, pintor estadounidense que
murió en 1956, es determinante. Como él,
Felo García emplea una estructura geométrica, un lenguaje de fondo naturalista,
y el cromatismo a veces suavísimo. No
obstante, construye sus cuadros con triángulos superpuestos que parecen
transparentes que sugieren una sucesión de capas, como algunos telones de
teatro. Como en Feininger, todas esas
formas parecen ensamblarse, unas dentro de otros, para comunicar la idea de la
profundidad y permitir al artista simplificar los contornos de los objetos sin
que el cuadro parezca plano.
La diferencia es que Feininger encontró su
esencia en el estilo de su invención a principios del siglo XX, García sólo
adopta su manera.
Al autor costarricense le gusta seleccionar
temas como tugurios y de arquitectura urbana que se prestan para poner en juego
sus triángulos y diagonales
Estoy persuadido de que no se necesita ser
arquitecto para proyectar un tugurio, pero si se necesita ser artista para
interpretarlo visualmente, ora en el óleo, ora en la monotipia, ora en
cualquier técnica artística.
Al fin y al cabo, la exposición es un “repaso”
de lo ya visto, con la única variante de los precios de sus obras facilitan su
adquisición en el mercado con respecto a los viejos óleos donde vertía las
mismas ideas originalmente.
Esta técnica del grabado se ha convertido para
García en una forma de extensión de su pintura, sólo que sin mayores aportes,
aunque si como un intento de búsqueda de las formas, experimentación comedida
de éstas y el color.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, ACC
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes
11 de octubre de 1985. Revisado por el autor el 12.3.18
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