FRANCISCO AMIGHETTI: Repaso

Exposición individual de Francisco Amighetti (San José, n.1907-1998). 40 grabados en madera (cromo y xilografía), 24 acuarelas y 13 dibujos. Galería Sophia Wanamaker, Centro Cultural Costarricense Norteamericano. Del 20 de septiembre al 17 de octubre de 1986, de lunes a viernes.

Algunos autores e incluso maestros de la plástica, al cabo de varias décadas de sus quehaceres, se sorprenden a si mismo haciendo repasos de su trayectoria por medio de exposiciones individuales, como en el caso de Amighetti.

La muestra de Paco Amighetti reúne acuarelas de factura reciente, en las que predomina el paisaje de la época lluviosa y una serie de dibujos lineales, realizados en la última década, de su esposa Isabel.

La exposición agrupa con carácter retrospectivo, la mayoría de los grabados en color (cromoxilografías) de los últimos 19 años, muestra el apogeo de este tipo de grabado con obras tales como “El niño y la nube” (1969) y el período de “retoma” nostálgica que se inicia con “La gran ventana” (1981), hasta sus últimos grabados, “Susana”, “Puerto” e “Insomnio”, de 1986.

En este último ámbito, la cromoxilografía, se reconoce la existencia de un estilo personal, afirmado en cada nueva obra; pero el cual lleva implícita la pérdida progresiva del sentido de aventura, inherente al arte.


"El niño y la nube", 1969. Cromoxilografía. Foto: Juan Carlos Flores Zúñiga

Estilo personal

Entendiendo aquí como lenguaje formal, cerrado y definido aplicado a una individualidad creadora (Amighetti), es estilo debe admitirse como ligado a un medio determinado de creación, en este caso, el grabado en color, en el que el autor ha logrado conciliar idóneamente, sus pretensiones iniciales como pintor con sus reales posibilidades de concreción como xilógrafo, dentro de un concepto plástico expresionista.

He manifestado antes mis preferencias por sus grabados en blanco y negro, por ser lo más fecundos, como testimonio de su sensibilidad en la figuración. Pero Amighetti prefiere el color por razones estilísticas y personales.

En sus cromoxilografías gana el frontalismo, explorado ya en su pintura al óleo que practicó hasta fines del decenio del 50. Al interpretarlo ahora profundiza la expresión del contenido dramático o tragicómico. 

Amighetti recupera en ese quehacer el concepto unitario del grabado: conjunción en una personalidad, del dibujante y el artesano grabador; tradición interrumpida durante casi tres siglos, después del declive de la xilografía realizada por los gremios artesanales, en el siglo XVI.

Esto es cierto, sobre todo, en sus obras monocromáticas, en particular las realizadas en blanco y negro.


"La discordia", 1969. Cromoxilografía. Foto: Juan Carlos Flores Zúñiga

No olvidemos que Amighetti, en su comunión conceptual con el expresionismo alemán del grupo “Die Brücke” (El Puente), opta por el grabado en madera, por estar ligada su práctica a la superficie, a la materia misma.

Su mundo se expresa por medio del color, principalmente el negro, y la textura, que participa como testimoniador del recuerdo que él mismo encarna, temáticamente, en distintas obras expuestas. Ejemplos, el niño de la parte inferior de “La gran ventana” (1981) o el de “La Iglesia de la Soledad” (1985). 

El niño, en su caso el “niño viejo”, es una constante que posiblemente lo exhibida a él mismo, como el acusador que tratamos de negar en nosotros: ese profundamente perceptivo, que vive enriqueciéndose por la experiencia y puede ser cósmico, desafiante, agresivo, irónico y poético.

Su característica en el grabado se basa en una continua agresión, no necesariamente hostil, que unas veces reclama del espectador atención hacia el pasado que recuerda con emoción; otras, hacia la malignidad naturalmente humano pero sublimada en fábulas y mitos; y algunas veces, como crítica onírica del entorno sociocultural cuyas realidades conoce.

Todo ello, además; se comunica mediante una sencillez de composición y concepto en lo cual domina una directriz sensible, revelada en la continua evocación nostálgica.

Sin recurrir a complicados temas, colores, formas y conceptos, define una obra de enorme consistencia.

"La gran ventana", 1981. Cromoxilografía. Foto: Juan Carlos Flores Zúñiga

Sin aventura

No deja de ser preocupante, sin embargo, que su indagatoria derivada de un conocimiento y disciplina respetables, tienda a la detención, a lo que algunos llaman “afirmación de un estilo”, pero que significa, a menudo, reiteración de elementos vividos, sin profundización.

Puede alegarse con justicia, que Paco Amighetti ya hizo lo que quiso. Pero lo que planteo es algo diferente. Un maestro, por el hecho de serlo, no es igual al artista-personaje hecho de serlo, no es igual al artista-personaje que hace fama y se desentiende. 

La propia práctica de Amighetti confirma, ya cerca de los 80 años, la necesidad interna de concretar una obra mayor, más ambiciosa dentro de una técnica que él ha elevado a categoría artística, tan digna como la pintura al óleo. 

Sin embargo, nuestro autor podría temer, como todos los que han logrado un estilo personal, aventurarse más allá de su actual estadio plástico para hacer nuevas propuestas, no necesariamente nuevos temas y formas.

Ante su presente exhibición uno se pregunta ¿Por qué reitera los mismos elementos cuya vigencia ya nutrió otras obras con mejores resultados visuales y emotivos? ¿Por qué el repaso de su proceso deja cierta insatisfacción, aunque se le reconoce una gran consistencia o fidelidad a sí mismo? 

También, uno se interroga. ¿Dónde está la aventura o la gratuidad, en el sentido recto de la palabra, en sus obras más recientes? ¿Dónde esconde la audacia o es que la ha perdido sin percatarse de ello en su transitorio a la madurez artística?

De alguna manera tenemos que aceptar, guardando el respeto por lo alcanzando en 60 años de trayectoria, que el maestro Amighetti, ya no nos prodigará nuevas propuestas en el ámbito del grabado en madera. Para el parece hoy adecuado tratar de estar a la altura de sí mismo, disfrutando lo conquistado.

Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA

Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 10 de Octubre de 1986.
Revisado por el autor el 10/3/18

Comentarios

Carlos Barboza Vargas dijo…
Amighetti más que critico era un estudioso del arte, su difusión y gran xilografo. Lo que necesita el arte son buenos observadores de la obra de un artista y con sus palabras pongan luz a las tinieblas del anafabetismo visual, para la comprensión del arte. Saludos Círculo de Críticos
Gracias Carlos. Don Paco de quien realice varias críticas a partir de los ochentas era un poeta que se expresaba en la madera. Al compartir más cercanamente con el aprendí mucho sobre la historia del arte costarricense que aún no ha sido escrita.

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