JOSE MIGUEL ROJAS: Distorsión de lo Experimental
Exposición individual de José Miguel Rojas (n.1959), 26 obras divididas
en cinco grupos en acrílico sobre papel y madera y collage. Sala Libre de la
Plaza de la Cultura. Del 11 de noviembre al 21 de diciembre, 1986, de martes a
domingo.
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 21 de noviembre, 1986.
La carrera artística de José Miguel Rojas,
aún no se ha iniciado y ya ha concretado cuatro exposiciones en sólo tres años.
En 1983, con una obra figurativa con algunos visos experimentales. En 1984, con
su serie “Los insepultos”, reveladora
de una gratuita violencia, basada en un conjunto de imágenes trasnochadas del “pop art” y la comunicación de masas de
finales de la década del 60 y principios de la del 70, como los “Salvajes”, tipo Marlon Brando; “The flower generation”, tipo John
Lennon; “Pacifismo y rebeldía civil”,
tipo Thoreau; y así sucesivamente, hasta recorrer una parte significativa de
los héroes populares de decenios pasados, en el mundo desarrollado anglosajón.
En el ´85 recuperó algunos de esos elementos iconográficos, con una mejor
ejecución de técnicas y medios, típicos de la estética del deterioro, “action painting”, “combine painting”, y manoseados recursos del dadaísmo y cubismo,
como el “collage” con elementos
extrartísticos.
Ahora en el ´86, como corolario de un trabajo
experimental, suponemos, dentro de su contexto cultural, revisa el retrato
hecho por el pintor Domenikos Theotokopulos (1541-1614), conocido como El
Greco. Especialmente a partir de la pintura titulada “El caballero de la mano al pecho”.
El trasfondo humanista y místico de las obras
de El Greco, la estilización de sus figuras, el cromatismo frío e inquietante,
el ritmo ascensional, las composiciones movidísimas y el tono enfervorecido,
son ignorados por Rojas. Sin duda se
preocupa más por asuntos coetáneos, la pérdida de sentido de la imagen
retardada, así como su objeto como elemento de perpetuación de una imagen, tras
la muerte física del creador original.
Neo-dada
Nuestro nivel autor, imbuido de un sano ideal
por experimentar, se confunde cuando exhibe obras que nada tienen que ver con
el arte, o quizá nutriéndose de una lectura visual parcial, pretende trastocar
los valores artísticos a partir de experiencias ya consumadas en otros países y
culturas, desde hace varias décadas.
Sin ir más lejos retoma algunos autores, como
Robert Rauschenberg (EE.UU, 1925-2008), que se caracterizan por haber iniciado,
en el decenio del cincuenta, una recuperación de los principios del dadaísmo,
con algunas variantes. Mientras el Dada aprovecha recursos del arte
preexistente y aceptado, para criticarlo burlonamente y negarlo. Rauschenberg y
otros participan de sus mismas prácticas, (“collage”
y construcciones) y recursos extra artísticos (clavos, maderas, plástico,
objetos desechados, etcétera), con el intento de trascender los sistemas, sean
cuales fueren, para ir a las cosas mismas y realizar una pintura, entre lo concebido
y lo preconcebido. Es decir “en la brecha
que separa el arte de la vida”, según sus propias declaraciones.
Aunque las pretensiones de estos autores a
menudo se queden en la teoría, incorporan objetos, entre ellos animales
disecados, ropa, guantes y plantas, que a la larga crean un nuevo sistema de
valores estéticos, con su propio mercado y cultores. Esa práctica se puede adscribir a la
tendencia neo-dada o “proto-pop” y es lo que pretende, según
parece, el autor costarricense.
Sin embargo, considero preocupante en José
Miguel Rojas, su falta de sentido de aventura en su propio quehacer al recurrir
a experiencias ajenas, sustentándose en lo pueril de la vanguardia (“pop” y “posmoderno”), sin aportar autenticidad.
En ello responde más a viejas maneras importadas
que, al fondo, puesto que no participa del contexto sociocultural que genera
las modas artísticas que le atraen.
Rojas es un respetable funcionario del Museo
de Arte Costarricense. Forma parte de una nueva generación de pintores que
pretende hacer pasar el “happening”
el juego y el artificio por arte. Es decir, estos creadores creen luchar contra
las concepciones clásicas y modernas de arte. No obstante, tratan de fundar un
nuevo sistema artístico que, al fin y al cabo, se asemeja a los anteriores en sus
mecanismos de difusión, mercado y percepción del público.
En el caso específico de José Miguel Rojas,
no le señalaría cierta ignorancia de la historia, sino que en parte la disimula
o que su lectura de ella es intencionalmente lineal, dado que se desentiende de
los aportes fundamentales de creadores nacionales y foráneos. De ahí que su obra muestra, como la de otros
autores de su generación, una contemporaneidad y violencia falsas, gratuitas,
no explicadas por su vivencia local y no obstante explícitas en su muestra: “Distorsiones sobre un personaje cualquiera
con la mano en el pecho”. Y antes con sus series uno y dos de “Los insepultos”.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC
Fuente: La Nación. SINABI (2017), p.2B. Publicado el viernes 21 de noviembre, 1986.
Revisado
por el autor el 19 de abril, 2018.
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