Crítica de Arte en Tiempos de Crisis
En la América Latina ha sido frecuente la queja sobre la ausencia de la crítica de arte sistemática, profesional e independiente. Pero cuando esta ha tenido lugar cumpliendo tales parámetros la respuesta general ha sido desacreditarla y restringir sus espacios. La señal que los medios de comunicación masivos vienen enviando, globalmente, desde principios de siglo es "retirada". Tanto medios como artistas y mercado han proclamado tácitamente el fin del arte y de la crítica como la conocíamos y restringido tanto el comentario como la crítica profesional.
Por ello, cabe ponderar las siguientes interrogantes: ¿Debe existir o no la crítica de arte en el medio artístico contemporáneo? ¿Qué papel cumple la crítica de arte en tiempos de crisis? Y luego ¿Sobre qué bases debe articularse?
Ya sea como crítico de arte, vocación que he ejercido por cuatro décadas dentro y fuera de mi país nativo, o espectador de las manifestaciones artísticas tradicionales y contemporáneas estoy convencido de la necesidad de la crítica de arte porque es la única que puede mediar con criterio profesional e independencia entre la confusión del momento cultural que vivimos - antes y durante la pandemia- y la obra que se produce al interpretarla, y contextualizarla empoderando al espectador especializado o no a hacer lo mismo.
Ciertamente, el último siglo ha visto el fin de la pintura1, la crisis de los museos2 y el fin del arte3 como lo resumió en el 2006 Donald Kuspit para quien el arte ha sido sustituido por lo que Alan Kaprow denomina el "post-arte" una suerte de nueva categoría visual que coloca "lo banal por encima de lo enigmático, lo escatológico por encima de lo sagrado, la inteligencia por encima de la creatividad".4
En criterio de Kuspit el carácter entrópico del arte moderno ilustrado particularmente por los teóricos y artistas Marcel Duchamp, y Barnett Newman, por su énfasis antiestético convierte al posmodernismo en la fase final del arte. Ha tenido lugar una degeneración de la precedente exploración del inconsciente humano universal a expresiones estrechas con base en agendas ideológicas temporales. Considera que los llama que "nuevos viejos maestros" son el futuro estético y humano en arte como reacción vacuidad y estancamiento de este milenio.
En tal contexto, la muerte de la
crítica parece "inevitable" para algunos, especialmente
curadores e historiadores que han asumido la "responsabilidad"
del comentario como sustituto de la crítica de arte, la historiografía en lugar
del criterio estético. Lo que parecen olvidar estos "conocedores" es
que la crisis es el estado natural de la crítica de arte desde que emergió como
género en el siglo XIX.
Como hace notar Paul De Man crítica sin crisis fracasa críticamente: “toda crítica verdadera ocurre en el modo de crisis. La crítica pertenece al corazón de la mise-en-abyme (puesta en abismo) que constituye una obra de arte, el efecto espejo autoreflejante por medio del cual una obra afirma, por su propia existencia, su separación de la realidad empírica”.5
La crítica de arte tiene entonces un propósito sociocultural innegable que cumplir al crear crisis y/o interpretar la crisis del arte y la cultura actual. La ausencia de crisis es lo único que limita el ejercicio de la crítica y su potencial liberador.
De hecho, aun en medio de la negación generalizada y el rechazo a la crítica de arte por parte de medios, mercado e historio-curadores, pocos entendidos dudan sobre el papel del crítico en medio de una exhibición o muestra artística.
Como aclara Boris Groys: "Desde hace mucho tiempo, el crítico de arte parece un representante legítimo del mundo del arte. Como el artista, el curador, el propietario de la galería y el coleccionista, cuando un crítico de arte se presenta en una inauguración o en algún otro evento del mundo del arte, nadie se pregunta: ¿Qué está haciendo aquí? Que se deba escribir algo sobre el arte se toma como algo evidente. Cuando las obras de arte no cuentan con un texto (en un folleto, catálogo, revista de arte o en otro lugar), parece que se han entregado al mundo desprotegidas, perdidas y desnudas. Las imágenes sin texto son vergonzosas, como una persona desnuda en un espacio público. Como mínimo, necesitan un bikini textual en forma de inscripción con el nombre del artista y el título (en el peor de los casos, puede leer "sin título"). Solo la intimidad doméstica de una colección privada permite la desnudez total de una obra de arte ".6
¿Dónde se puede encontrar entonces la crítica de arte en un entorno hostil que restringe la libertad de expresión al cantar "retirada" eliminando los espacios en los medios de comunicación para ejercerla públicamente?
En nuevo reducto alternativo es la "blogosfera". El discurso civil libertario del que es abanderada la crítica de arte se ha trasladado a las redes sociales, los blogs, los vlogs y los canales de video. De la misma manera que los lectores han migrado masivamente a la internet quebrando la circulación de los medios impresos, y los televidentes han abandonado los canales de televisión por los servicios de "streaming".
Lo anterior no es un fenómeno propio de la pandemia, porque el éxodo empezó muchos años antes cuando la libertad de expresión empezó a ser restringida por la teoría dominante en los medios de la "agenda setting".7 No obstante, los medios dejaron de informar e interpretar sobre lo que ocurre en el entorno, para informar e interpretar selectivamente solo aquello que les interesa ideológicamente visibilizar. Crearon su propia realidad, pero la blogosfera creo estableció un espacio más libre y menos manipulable.
¿DONDE ESTÁ LA CRÍTICA EN LA NUEVA
NORMALIDAD?
No solo ha migrado a la blogosfera,
sino que habla a una nueva generación de espectadores, artistas e
investigadores. Los principios de la crítica en línea son casi los mismos
del paradigma anterior, lo que ha cambiado radicalmente es la metodología. Es
ciertamente más demandante que la publicación en un periódico o revista, pero
se compensa grandemente por la libertad de comunicar, sin las presiones
comerciales e ideológicas de los medios tradicionales coligados con el
establecimiento cultural oficial.
En este nuevo contexto, la crítica de arte se sigue definiendo como una especialidad artigráfica que consiste en interpretar y contextualizar el hecho artístico: tradicionalmente se limitaba a valorar y reseñar obras y exposiciones no consagradas por la historia del arte. Esta definición, sin embargo, es insuficiente en el contexto sociocultural local y en un mundo globalizado donde la producción cultural mimética, improvisada y hasta truculenta es mercadeada igual que la obra que deriva de una disciplina artística, un concepto claro y un comportamiento íntegro.
Es insuficiente en
entornos socioculturales donde la ignorancia y la desinformación artística
están a la orden del día y donde el autor o autora, a falta de una exigencia
crítica sistemática, convierte la honestidad creativa en un asunto de ética
individual sujeta a las variaciones de la moda, el mercado y el gusto “oficial”
del público.
DEFINICIÓN ALTERNATIVA
Una alternativa que enriquece la definición de la crítica de arte es aquella que la considera como una forma de literatura que condensa o amplifica, enfatiza u ordena, o intenta armonizar todas las ideas que vienen a la mente cuando esta es confrontada por el fenómeno artístico.
Debemos al poeta y crítico francés, Paul Valery, el que la crítica de arte haya progresado del vituperio a la metafísica. Esta revolución es la que explica por qué todavía hoy leemos crítica de arte. Bien apuntaba, Charles Baudelaire que “No había un solo momento en que la crítica no haya estado en contacto con la metafísica”.8
Para establecer un fundamento claro, la metafísica es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad. Esto incluye la clarificación e investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que entendemos el mundo, como entidad, ser, existencia, objeto, propiedad, relación, causalidad, tiempo y espacio.
Poner atención con rigor obstinado al objeto artístico es una cualidad inherente al crítico profesional. Pero, los historiadores de arte y otros académicos en un afán de convertir a la crítica de arte en otra disciplina académica anteponen la definición de una metodología a la experiencia del hecho artístico. En otras palabras, tratan de convertir la crítica de arte en algo que no es como la historia del arte o la retórica curatorial.
No podemos confinar la crítica de arte a la disciplina académica porque sería el fin de esta, pero si podemos aceptar que este género literario existe debido al objeto artístico que examina. La crítica consiste en tomar decisiones como si importaran.
O como lo expresa el crítico David Hickey, “La crítica trata de canalizar cambio, y cuando nada cambia, cuando nadie disiente. ¿Quién necesita la crítica?”9
SIN CRÍTICA PREVALECE EL DINERO
Como ha señalado el crítico David Levi Strauss “sin crítica, la única medida de valor en el arte es el dinero, y esa medida ha probado ser tanto inconsistente como anquilosante. Entiendo que a los banqueros y administradores de fondos de inversión lo prefieran, pero no entiendo porque los artistas lo han soportado por tanto tiempo”10
Baudelaire y Valery representan la tendencia história de la crítica como extensión de la poesía.
Si la crítica es devaluada, los artistas y los curadores no tendrán otra elección en la presente crisis de valores relativos que depender de la canción que toque el mercado.
Por lo tanto, a la tarea de interpretación del hecho artístico coetáneo el crítico de arte – crítico porque posee criterio – se suma el papel de desmitificador.
Este papel es a menudo resentido por la comunidad artística que percibe una amenaza sobre su seguridad económica y prestigio social, así como para coleccionistas y marchantes que no quieren que se evidencie la fragilidad de las propuestas estéticas que promueven sustentadas más por el currículo, los premios y los artículos laudatorios de encargo.
El crítico se erige en “desmitificador”, en potencial destructor de falsas mitologías artísticas, a la vez que descubre los falsos valores de apreciación en el arte: lo complaciente y superficial que se fomenta en aras del “esfuerzo”, una deficiente producción cultural aunque la defienda como afirmaba la crítica argentino-colombiana, Marta Traba, “un público que quiere tener héroes aunque se demuestre que fueron cobardes, y que mantiene a ultranza a genios locales después de que sus páginas se han convertido velozmente en polvo y ceniza”.11
El curador, el comentarista, el periodista y el crítico de arte nada pueden aportar si lamen la obra artística con efusiones líricas de tercer orden tranquilizando al público y obteniendo, a cambio, gran simpatía de esos “artistas” y de ciertas audiencias y medios.
El crítico de arte, saludable y profesional, no debe buscar complicidad con la mentira, ni con la superficialidad. Debe testimoniar la verdad estética entendida como la suma de conocimientos y experiencias que le permite articular un criterio: como el artista auténtico todo esto resulta de la disciplina, el conocimiento, la integridad y la valentía.
La historia reciente ha demostrado que el desarrollo de la cultura desde el ámbito estatal mediante el fomento de la actividad artística financiada con fondos gubernamentales termina siendo un lastre para la misma cultura que se busca establecer.
En las artes visuales, por ejemplo, constatamos que la dirección de los principales entes de promoción y formación cultural está en manos de burócratas, llámense académicos en arte o ciudadanos ilustres.
Su concepto de la plástica no es dinámico, ni libre; antes bien, neutralizan la confrontación necesaria entre arte y público, creando un entorno donde sólo expone y es premiado el autor no controversial, que tiene buena relación con el director y/o curador de la galería o museo; o en su defecto, el que cuenta con un amplio currículo y premios.
En la práctica, la obra artística que debería ser lo primordial resulta relegada y cuando es objeto de comentarios oficiales tiene mucho de resabio anodino y clisé.
LA CRÍTICA NACE DEL ARTE
¿Por qué el arte necesita de la crítica? Porque la crítica es un reflejo de este, un lugar fuera del arte que sirve para reflexión, el discernimiento y la conexión con un mundo mayor. Por supuesto, que se puede producir un “arte por el arte”, pero qué sentido tiene si su conexión con el mundo real se vuelve tenue, y la relación con lo social desaparece. Si un artista y su arte quieren engancharse con la realidad, si quieren discusión y confrontación, necesitan de la crítica.
Por otra parte, un crítico no produce aisladamente. Por el contrario, su papel lo conduce a múltiples nutrientes políticas, sociales, económicas, psicológicas y culturales en las que debe mantenerse actualizado e investigando.
Por eso, su criterio implica discernir lo esencial, a partir de una multitud de datos e ideas, buscando distanciarse de sus preferencias, y las del mercado. Hay, sin embargo, un problema colateral derivado de los nutrientes de la crítica y es la ausencia de un pensamiento y sensibilidad crítica propia y a la vez, latinoamericana: el crítico, no obstante, suma su experiencia nacional a las referencias internacionales, a falta de referencias críticas sistemáticas y relevantes en el subcontinente.
PORCIÓN EXCÉNTRICA
No debe extrañar que esta realidad haya convertido a nuestra región en lo que Octavio Paz llamaba; “una porción excéntrica de Occidente”, que tiene crítica, pero carece de pensamiento crítico propio.
Nuestra porción dice el poeta e intelectual mexicano, “conoce la sátira, la ironía, el humor, la rebeldía heroica, pero no la crítica, en el sentido recto de la palabra. Por eso tampoco conocemos la tolerancia, fundamento de la civilización política, ni la verdadera democracia, que consiste en la libertad y que reposa en el respeto a los disidentes y a los derechos de las minorías. Nuestros pueblos viven entre los espasmos de la rebeldía y el estupor de la pasividad”12
En este contexto, el ejercicio de la crítica tiene connotaciones peligrosas. Tanto que muchos críticos en distintos ámbitos, aunque rigurosos y honestos, optaron por renunciar a la actividad interpretativa y desmitificadora.
Si el entorno no favorece el desarrollo de la crítica de arte, se puede preguntar uno: ¿Para que arriesgarse a practicar la crítica sistemática y profesional?
La respuesta es que sin crítica no puede darse en nuestro medio una producción cultural de calidad universal e influencia global.
Mientras el halago gratuito sustituya el criterio, mientras la medida de la integridad creativa sea la ignorancia del espectador y, mientras, los cínicos y charlatanes dominen la escena cultural, como burócratas del gusto, marchantes inescrupulosos, o autores inauténticos, no habrá calidad que señalar.
El crítico debe permanecer tan libre como el propio artista, de manera que pueda enfrentar las presiones interesadas en asimilarlo a los intereses creados o, en su defecto, por sacarlo de circulación.
Es un serio error de los artistas atacar la crítica porque esta es su propia progenie, y futuro. O como lo puntualizó Baudelaire, “Es del vientre del arte que nace la crítica”.13
Más que nunca, la integridad, disciplina, conocimiento y valentía de la crítica de arte en la nueva normalidad y los nuevos espacios de la blogosfera son la única garantía que tiene el arte y su audiencia, sobre la validez de lo que comunique como objeto de su crítica en las artes visuales, como en cualquier otro campo de la vida y en cualquier período de crisis.
M.A., Juan Carlos Flores Zúñiga, AICA, BSc, CPLC, ACC
NOTAS:
1. Kenneth Clarke “The Future
of Painting,” in The Listener, 1935; Douglas Crimp “The End of
Painting,” in October, Vol. 16, 1981.
2. Brian O’Doherty, Museums in
Crisis, 1972
3. Arthur C. Danto, “The End
of Art: A Philosophical Defense,” in History and Theory,
Vol. 37, No. 4, 1998
4.
Donald Kuspit,
"El fin del arte", 2006. Ediciones Akal.
5.
Paul De Man, “The Crisis of Contemporary
Criticism,” in Arion: A Journal of Humanities and the
Classics, Vol. 6. No. 1, 1967
6. Boris Groy
"Critical
Reflections” in ArtForum, October 1997.
7. La Teoría del establecimiento de la agenda se
refiere a como los medios influyen en el público directa o indirectamente, no
en las opiniones o dictámenes que estos enuncian; sino procurando la relevancia
o el espacio informativo a temas o cuestiones que los medios eligen. El estudio
realizado por McCombs y Shaw en 1972 refiere a que la gente considera unos
temas (la agenda del público), más destacados que otros en proporción directa a
la importancia que le dan los medios (la agenda de los medios), aunque estos no
se dejen influir por la audiencia, cuál será la actitud o decisión del público
en los asuntos que proponen los medios. "Su nombre metafórico proviene de
la noción de que los medios de comunicación mass-media son capaces de
transferir la relevancia de una noticia en su agenda a la de la sociedad"
(McCombs, 1996, p.17).
8.
Baudelaire, Charles. Salón de 1846: Delacroix
9.
Hickey, David. Discusión en el Instituto de Arte de
Chicago en 2005 que James Elkins y Michael New incluyeron en su libro “El
Estado de la Crítica de Arte: Seminario de Arte (Rutledge, 2007)
10. Levi Strauss, David. “De la
metafísica al vituperio: Crítica de Arte como si todavía importara”. Revista
ART, 3 de mayo, 2012.
11. Traba, Marta. Arte Latinoamericano. Pp.- 54-56.
Ediciones de la Biblioteca EBVC, Caracas, 1972.
12. Paz, Octavio. Palabras al simposio sobre arte
latinoamericano de Austin, Texas en “Puertas al Campo” Ediciones UNAM, México,
1966.
13. Baudelaire, Charles. Ibid.
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