EL GRUPO: ¿Renacimiento tras la plaga?
Colectiva “Synergias” de “El Grupo”. 26 obras de 7 autores en pintura al óleo, acrílico, y técnica mixta. Galería Sophia Wanamaker, Centro Cultural Costarricense-Norteamericano, San José, Costa Rica. Del 21 de setiembre al 21 de noviembre, abierta de lunes a sábado.
Oficialmente se han liberado en casi todos
los países del mundo, las restricciones que acompañaron la pandemia causada por
el coronavirus SARS-CoV-2 que comenzó en el primer trimestre del 2020. Esta peste causó directa e indirectamente la
muerte de 18.2 millones de personas de acuerdo con la revista científica “The
Lancet” en su edición del 10 de marzo del presente año. (https://doi.org/10.1016/S0140-6736(21)02796-3) Solo en Costa
Rica, 1.138.416 fueron confirmadas con Covid-19 y 9.099 murieron como resultado
según datos oficiales al 5 de noviembre del presente año. (Fuente: CSSE (JHU) | Datosmacro.com | Our
World in Data)
Comparto la creencia de que crisis como la
pandemia experimentada globalmente nos fuerzan a repensar nuestras vidas y
generar maneras alternativas de ser y hacer. No obstante, todo lo que
dábamos por sentado y “normal” ha cambiado súbita e inesperadamente para
siempre obligándonos a hablar de una “nueva normalidad”.
Mirar al pasado es una forma
de ganar perspectiva en esta “nueva normalidad”. Una bacteria la “yersinia
pestis” causó la muerte de más de 75 millones de personas en Asia y Europa
entre 1346 y 1353. Conocida como “la gran plaga”, “la peste
bubónica” y “la peste negra”, acabó con la mitad de la población
europea. Durante los últimos dos años, ha sido revisitada por expertos y legos,
una y otra vez junto con episodios históricos como la gripe española de 1918
que causó más de cincuenta millones de decesos.
Dos creencias han dominado la lectura de
tales desastres según el historiador y curador de arte, Peter Manseau: Una
afirma que los eventos catastróficos están conduciendo a alguna parte,
imbuyendo trastornos como pandemias con un propósito unificador a lo largo del
tiempo, y otra admite que son solo una maldición tras otra: un desordenado
complejo de maldiciones que clama por una aclaración, sin duda, pero no la
simple historia que cualquier comprensión teleológica puede proporcionar.
La verdadera utilidad de la historia y la
crítica en tiempos de crisis que parecen no terminar no se encuentra en las
estadísticas de decesos o en encontrar un propósito práctico al sufrimiento
humano. Más bien se trata de considerar
lo que significa sobrevivir.
La más significativa obra literaria que dejó la “peste negra” en el medievo fue el “Decamerón” de Giovanni Boccaccio, una colección de 100 historias compartidas por diez narradores. Se trata de una crónica sobre cómo los humanos pasaban su tiempo en medio de una pandemia, exiliados de las vidas que habían conocido, e incluía mordaces descripciones de la enfermedad entretejidas con historias para distraerse del destino de una ciudad donde “A pesar de toda la sabiduría humana y la previsión que pudieron idear para evitarlo… los dolorosos efectos de la pestilencia comenzaron a ser terriblemente evidentes”.
Entre líneas, podemos deducir
en los relatos reunidos en ese texto un tedio y un pavor entrelazados que
parecen asombrosamente familiares al pasado más reciente.
RENACIMIENTO: Amenaza u oportunidad
Cada peste trae consigo tanto amenaza como
oportunidad. En Europa, la plaga facilitó una necesaria “rinascitá”
(renacimiento) cultural ante el estancamiento que había provocado el
oscurantismo medieval. En los siglos 14 y 15, la plaga desestabilizó un orden
social y cultural osificado abriendo el amanecer de una nueva era. Lo que
alimentó el renacimiento en países como Italia y conectó a los artistas,
escritores, filósofos y mecenas fue un movimiento centrado en lo que significa
ser humano.
La inspiración principal no provino de la
religión, sino de un retorno a las tradiciones filosóficas griegas clásicas del
humanismo. Según Platón, el mundo es como un ser vivo, cuya vitalidad general
está sostenida por un “alma del mundo”. El arte es uno de los grandes
facilitadores de la conexión humana y el crecimiento social y personal de esa
alma, así como un recordatorio de lo que significa ser humano: un antídoto
contra el cinismo, la desesperanza y la demagogia.
En el entorno regional y particularmente,
costarricense, dos años de pandemia han sido, sin embargo, insuficientes para
que renunciemos a nuestra vieja manera de pensar y hacer y, particularmente, al
miedo a la muerte, que fomentaron gobiernos y la industria farmacéutica.
Más bien desde el Estado hasta los medios e instituciones privadas se
sigue fomentado una suerte de negación perpetuando las desatinadas y obtusas
decisiones pandémicas como si la “nueva normalidad” no hubiera tenido
lugar. La oportunidad de renacimiento se vuelve así una amenaza.
Se aferran a políticas que restringen la
libertad de expresión en el arte y la cultura, fomentando autoritariamente el
miedo a la disensión mediante funcionarios e instituciones financiadas con el
dinero de los contribuyentes. La tónica imperante
en los oficiales liberales de los “grupos de poder” es “mejor pedir
perdón, que pedir permiso”. Ciertamente,
no somos ni más civilizados, ni más libres tras la pandemia.
Pero la realidad nos está alcanzando. El
mundo ha cambiado dramáticamente, y la gente busca nuevas formas de
comprenderlo. Muchos como en el renacimiento vuelven gradualmente a la razón y
los clásicos, aunque quienes detentan el poder no les den permiso.
Mientras nuestra sociedad como otras va
superando y sanando de la perdida y el dolor de la pandemia, y comienza a vivir
y disfrutar también aprende a mirar el arte de otra manera y los artistas están
tomando nota de ello.
Ante el avasallante número de
exposiciones, premios y políticas liberales y “neomarxistas” que fomentan la
ideología de género, la afirmación de minorías, el discurso ecofeminista, lo
efímero, el discurso de cancelación y lo posconceptual en el arte, así como las
relamidas copias de las expresiones contemporáneas, los artistas y los espectadores que han
renunciado al miedo están sedientos de realidad, no de demagogia.
LO REALMENTE IMPORTANTE
A pesar de todo, ¿Como sabemos que estamos
siendo parte de un nuevo “renacimiento” en el arte y la cultura tras la
peste? Porque tanto artistas como espectadores, local y globalmente, preguntan
tras la plaga, “¿qué es lo realmente importante?".
El colectivo “El Grupo” integrado
por siete artistas de distintas generaciones y trasfondos, trata de responder a
esta pregunta con la muestra “Synergias” que se exhibe la Sala Sophia
Wanamaker, del Centro Cultural Costarricense-Norteamericano, en la capital
costarricense.
Cuatro pintores veteranos: Rolando Cubero,
Carmen Borrasé Povedano, Miguel Hernández y Mario Madrigal-Arcia se unen a tres artistas
emergentes, Phillip Anaskin, Mario Rojas Kolomiets y Marcia Madrigal Guardia para articular
una propuesta liberadora a contrapelo de las tendencias favorecidas desde el
Estado antes y durante la pandemia.
La figuración es el hilo conductor de la
muestra que ha curado el propio colectivo. Artistas veteranos y noveles se unen
sinérgicamente, esto es, cooperan para realizar la compleja tarea de comunicar eficazmente
su respuesta creativa a un entorno sediento de respuestas.
No hay una línea estilística en común,
tampoco las influencias y procesos son similares. Estamos ante creativos
asimétricos que son parte del movimiento de la figuración y ejecutan sus
representaciones con base en la pintura de caballete con mundos ideativos que
se nutren del primitivismo moderno, el surrealismo, el simbolismo, el socio
realismo, el neoexpresionismo y el pop.
Cada una de las pinturas en la
exhibición articula una indagatoria propia que abre e inspira a quienes se
exponen a ellas a reflexionar sobre sus necesidades y expectativas más
profundas al conectarse al espacio humano procesando preocupaciones, ansiedades
y traumas.
Los miembros del colectivo
experimentaron durante la pandemia como muchos artistas la insostenibilidad de
vivir de la venta de su producción artística debido al cierre de museos y
galerías, la contracción del mercado local e internacional, y las restricciones
para salir de sus estudios. Poco o nada ayudó, que la administración de
izquierda que gobernó durante la pandemia demostrara incapacidad para articular
planes de estímulo para los artistas desde las instituciones culturales.
El lado positivo de este drama en
desarrollo es que los miembros del colectivo “El grupo” pudieron preservar su independencia
e integridad a pesar de los esfuerzos oficiales por favorecer a los
representantes de la burbuja del llamado “arte contemporáneo” con sus expresiones
antiestéticas a partir de intervenciones, instalaciones, desechos, panfletos,
performances y tokens no fungibles (NFT).
Este segmento de la escena
cultural se ha caracterizado por su limitada investigación, concepto sesgado, y
deficiente oficio e intencionalidad a pesar de ser estimulado hasta la fecha
por instituciones públicas que pretenden ignorar que el mercado de arte en la
pospandemia está dominado por el arte figurativo mediante la pintura de
caballete, el dibujo, el grabado, la fotografía y la escultura.
De hecho, como revela el reporte anual del
líder mundial en información sobre el mercado de arte, Art Price, la pintura
sobre tela representa el 82% de las ventas en el mercado mientras la vasta
mayoría de las expresiones contemporáneas ya citadas representan menos del 6%
de las ventas. (https://imgpublic.artprice.com/pdf/the-contemporary-art-market-report-2021.pdf)
AFIRMACIÓN RESILIENTE
Al recorrer la muestra, se
confirman dos fuerzas detrás del esfuerzo del colectivo, la afirmación de la
pintura en el género de la figuración y la resiliencia a las ideologías de moda.
La obra que abre la colectiva
es “Silencio y recato”, un óleo sobre tela de Rolando Cubero completada
este año. Se trata de una representación de una joven aparentemente
frágil pero cuya mirada parece advertir los peligros de un mundo saturado por
las imágenes sexuales, donde las relaciones y los cuerpos se cosifican en manos
de los medios y la cultura, y los sentidos son alterados para promover una
apreciación mórbida.
Pero a diferencia de la obra precedente
del pintor herediano, la representación busca en esta obra como en su pintura “Gaia-Madre
Tierra”, un óleo del 2021 también en la exhibición, mostrar la verdadera
naturaleza y trascender los prejuicios y los estereotipos. Cubero, se encuentra en una transición en el
concepto de su representación alegórica.
El erotismo sigue presente como una fuerza
natural, pero ha sido sublimado por una percepción sensible y espiritual sobre
el cuerpo humano y su entorno surreal; una alternativa consistente a un entorno
sociocultural que tiende a limitar y banalizar la desnudez.
Una obra, sin embargo, permite intuir la próxima
dirección de su proceso. Se trata de “La
niña de Ucrania”, un conjunto de óleo y técnica mixta que rompe con sus
formatos anteriores al invadir el espacio del espectador y obligarlo a moverse
de perpendicularmente y en paralelo hacia una cruz bañada en balas. No es un manifiesto antibélico,
no necesita serlo. Basta el drama y la tensión del rostro en la imagen para
atisbar la comprensible pugna entre naciones que profesan la misma fe y
comparten una historia en común.
DESARRIAGO Y VIOLENCIA
La muestra continúa con el contraste entre
los lenguajes del veterano Mario René Madrigal-Arcia afincado en Nicaragua y el
ruso Phillip Anaskin afincado en Costa Rica. Dos cosmovisiones en grandes
formatos separados por la técnica pictórica y la intencionalidad, pero además por
su sentido del tiempo.
Por una parte, Madrigal-Arcia continúa
explotando con buen oficio la veta de sus representaciones mágico-simbólicas
con equinos que traspasan el velo de lo ordinario y reconocible como otrora sus
frutas, animales y mujeres. Ha quedado
atrás su acercamiento místico al pasado con sus texturas y acabados dorados. Lo
que domina en cada una de sus obras en la serie de acrílicos “Equus” es
su sentido del color vibrante donde la fisonomía de las figuras desaparece
parcialmente mediante pinceladas amplias y contrastantes de la misma gama
tropical.
No es una obra pretensiosa, como la
pintura de la escuela nicaragüense de “Praxis” que conoció muy bien,
pero lo suyo en esta etapa se mueve peligrosamente entre lo complaciente y lo
dulzón. Me recuerda las series del
guatemalteco Elmar Rojas inspiradas en seres míticos indígenas. La diferencia central entre ambos es el drama
del color, que Madrigal ha apagado en favor del brillo que excita el ojo, pero
sin el misterio que mantiene el interés en la representación.
Siguiendo el recorrido, contrasta
inmediatamente la obra del joven Anaskin que parece pintar como si se le
acabara el tiempo. Desarraigado de su cultura
nativa no tiene claro, aún, su norte como se desprende de sus grandes óleos,
que se someten a la fuerza de su pincel al punto de dejar zonas de la
superficie sin acabar para comunicar fragmentos de un entorno violento.
“Ambientes hostiles” 1 y 2 así “El señor presidente” y “Cadete payaso” revelan dos influencias principales, el pop y el neoexpresionismo que ha destilado en su propuesta pictórica. Es una combinación sugerente porque del pop absorbe la estética de la vida cotidiana y los productos culturales de la época, pero sin caer en la descontextualización o la banalidad. Hay ciertamente una calidad cinematográfica en sus personajes, pero están al servicio de una expresión agresiva, en escenas descarnadas, pero su uso de las formas reconocibles no se dibuja primero y se pintan luego de manera burda. Tiene un gran potencial como artista, pero su carrera por exponer y el poco tiempo que dedica a meditar en su trabajo puede pasarle la factura.
Izq a der: "Cadete payaso", "Ambientes hostiles 1" y "Señor Presidente", oleos/tela. 2022. Phillip Anaskin. Galería Wanamaker, CCCN. Foto: Ooreamuno
METAFÍSICA Y SIMBOLISMO
Una artista que promete, pero está
mínimamente representada en la muestra es Marcia Madrigal Guardia. Dichosamente además de su acrílico/óleo sobre
tela “De la calma a la ira” contamos con una segunda representación en
el catálogo en la misma técnica, “Sin título”.
Es claramente una obra intimista y
metafísica como ha declarado una de sus apologistas, pero lo que resulta
meritorio es como a partir de su oficio como diseñadora, logra una imagen
pictórica completa en que las nubes evocan el volumen tridimensional, al tiempo
que invaden el espacio artificialmente humano causando desconcierto. No estamos ante una obra filosóficamente existencialista
o una enigmática alegoría sobre la condición humana. Estamos ante un artífice del color y el
espacio, que sabe como provocar en el espectador el sentido de lo inmaterial.
Otro joven, Mario Rojas Kolomiets, nos
presenta una obra en proceso que se vale de la ilustración simbolista y la
psicología para introducirnos a un microcosmos que somete a revisión basado en
lecciones aparentes de una jornada existencial que trasunta dolor y pérdida.
Cada una de las cuatro obras al óleo que
presenta, desde “La búsqueda de la justificación razonada” hasta “La
guía sojuzgada” está sostenida por un rechazo tácito a la falsa
sensibilidad y la descripción objetiva.
Rojas Kolomiets nos presenta el mundo como un misterio por descifrar
donde las escenas y personajes no toman ninguna posición o acción sobre su
destino o su circunstancia, sino que más bien trazan correspondencias no
visibles con respecto a los objetos y seres representados en entornos que
evocan lo inevitable.
Hay un oscuro pesimismo en los temas de sus
pinturas, pero no porque no crea en la esperanza, sino porque, aunque la intuye,
aun no la ha encontrado. Por esos sus personajes parecen a menudo aquejados por
la incertidumbre y el peso de ser analogías de otras existencias.
PINTURA DE HUMO
En la segunda sala de la galería, se
encuentra la obra de Miguel Hernández Bastos quien con resiliencia sigue
dibujando como si pintara. Sus cuatro
obras en la técnica del humo y de la pintura al óleo sobre tela retornan a una veta de la que
escribí ya en 1985 (https://arskriterion.blogspot.com/1985/06/miguel-hernandez-cuando-la-velocidad-se.html)
En esa oportunidad cité al crítico Pierre
Volboudt diciendo “La línea es el camino más corto entre la voluntad de
crear y lo creado”. Y es que Hernández Bastos es un creativo cuyo recurso
principal y recurrente es la línea.
Nuevamente, en esta muestra estamos ante
un dibujante competente, con conocimiento y experticia técnica, pero le pasa lo
que, a otros artistas gráficos como Fernando Carballo, que nunca completaron su
transición a la pintura como género. No hay nada de malo en dibujar, más aún
cuando su conocimiento y la aceleración de las figuras “humeantes” en
sus planos definen la vocación del artista herediano.
Diluidos en el humo, estos dibujos pintados
con óleo representan su más poderoso motivo, la anatomía humana, representada
en un rítmico movimiento, con musculaturas que salen al paso tratando de romper
metas imaginarias. No hay un propósito o una intencionalidad clara en su obra,
solo el ejercicio libre de diseñar sobre el plano sus preocupaciones estéticas
sobre el movimiento y sus secuencias en el cuerpo.
PRIMITIVISMO MODERNO
La muestra se cierra, con cinco obras de
Carmen Borrasé Povedano, centradas en su indagatoria testimonial sobre la
memoria. Se trata de óleos sobre tela
que evaden las etiquetas hiperrealistas y naturalistas.
Sus pinturas sobre tela
respetan los convencionalismos en términos de oficio. Pero, su propuesta es
ricamente intuitiva a la manera del “primitivismo moderno” ya que
recurre a la imaginería, los iconos, los objetos y memorabilia en el plano
pictórico. Además, amplia la lectura de cada obra con largos títulos casi conversacionales
y divertidos por su aparente “spanglish”, como “Momentos: The time is always
on time. Where you ready? Are you ready? Somos instantes. Sway away”, un
óleo sobre tela completado el año pasado.
La obra es tanto texto como imagen, luz y
oscuridad, ying y yang. Cualquier
lectura es posible, pero el mensaje final es hermético, pertenece a la artista.
Todo lo que podamos construir externamente es público pero irrelevante.
Aun cuando pretende lanzar los
objetos, marginados de sus propios destinos a poblar sus lienzos, a una
existencia a veces desproporcionada, ellos se conservan, rigurosamente
figurativos; la representación en su caso no siempre puede eludir los
resultados ilustrativos que la autora conoce muy bien.
Por eso, hemos puntualizado
antes, que su pintura no obedece a una directriz racional. Pero su producción
es prolija y muy consciente. De cierta manera es una “primitiva” pero no
en el sentido arcaico de ingenuo o “naif”, sino más bien procediendo a
la manera de los modernos primitivos como Mark Tobey quien, por ejemplo, se
valía de la caligrafía oriental y la memoria para testimoniar una memoria
cultural.
Borrasé por su parte representa una
etnología de su propio pasado en cada óleo mediante artefactos y recuerdos que
acopia y procesa en la superficie pictórica como en su óleo “Look…see? You are exactly where you are
supposed to be”. (¿Ver…mirar? Estás exactamente donde se supone que
debes estar). Cada título es oximorónico, tan básicamente lógico que parece
hasta absurdo.
La artista no pretende ser enigmática,
pero termina causando ese efecto porque simplemente obliga al espectador a
desarrollar su propia apreciación de cada obra y vivir con ella, aunque pueda ser realmente
solo una cómoda mentira piadosa.
Cada uno de los artistas del colectivo “El grupo”
comparte sinérgicamente al menos tres características: la pintura de caballete,
la figuración y la resiliencia ante las modas ideológicas. Desde su
propia esquina cada uno, sin excepción, ha consolidado su indagatoria personal
a partir de un oficio respetable y un concepto e intencionalidad propia, aunque
en algunos casos el proceso revele tareas pendientes.
Lo que gratamente sorprende al conversar
con algunos de los miembros del colectivo es que comparten tácita y
humildemente la máxima de Leonardo Da Vinci: “aprender es lo único que la
mente nunca agota, nunca teme y de lo que nunca se arrepiente”.
Cada época tiene su propia normalidad a la
que anhela volver. En ese sentido, el colectivo “El grupo” abre brecha,
sin importar sus defectos, en el ambiente local, con una producción asimétrica
pero profundamente humana en su representación. No obstante, la historia y el
arte amplían nuestra noción de lo que podría significar “normal” y su
regreso.
Al principio de El Decamerón,
cuando una de sus protagonistas lamenta la parálisis que le ha traído vivir con
miedo a la muerte, pregunta: “¿Qué hacemos aquí? ¿Qué esperamos? ¿Con qué
soñamos?”.
Estuvimos sumidos en la incertidumbre a
medida que un año de plaga se convirtió en otro, cambiando una y otra vez la
vida, las elecciones y las posibilidades personales, todo el tiempo confundidos
por nociones contradictorias de cómo debíamos comportarnos, convirtiendo en
normalidad vivir en el temor.
Las lecciones que podemos aprender de las
plagas del pasado y su impacto en el arte del presente no se limitan
simplemente a la tragedia de cuántos seres humanos murieron, sino a que los que
sobrevivimos, estuvimos esperando y soñando por este tiempo.
Por todo lo anterior, “Synergias” es una propuesta refrescante que rompe con el espasmo de la parálisis artística y humana en favor de un arte pictórico que trasciende la sobrevivencia para ofrecer respuestas relevantes y artísticas en la nueva normalidad. Y eso es definitivamente una revolución que facilito la peste.
Juan Carlos Flores Zúñiga y Mariamalia Sotela Borrasé
Comentarios
Desde el fondo de nuestro corazón los tenemos presentes, los recordamos muy frecuentemente, fueron muy especiales en nuestras vidas, marcaron un antes y un después que siempre sera así.
Leo tus artículos diarios y creo que tienes presente y comunicas tu vocación humanista de la persona que siempre da. En tu critica de arte estas solo, nadie hace lo que vos haces, criticas poniendo tu corazón de por medio, se siente el profundo respeto por el criticado .
Juan que difícil es llegar a ese nivel de calidad humana, de profundidad intelectual, sensibilidad y conocimiento.
Con un profundo respeto y cariño por el paso de ustedes en nuestras vidas, nuestra gratitud.
Gracias amigos
Adrian y Yorleny
Gracias por las palabras de afirmación en medio de este oficio a menudo ingrato de hacer lecturas críticas sobre lo que otros producen con ambición artística. Creo que todos tenemos habilidades naturales y otras adquiridas, pero un artista sobrepasa sus competencias para tomar el riesgo de crear un valor agregado a nuestra existencia y necesidades. Me gusta explorar en todo lo que vivo y percibo ese potencial desatado para crear algo nuevo, a partir de lo ya creado o soñado. Eres una bendición para nuestra vida y la de muchas personas, pero especialmente para Dios que nos ha llamado a hacer grandes cosas para transformar este mundo conforme a Su plan y propósito. Tengo la convicción de que el arte debe ser espiritual o no ser. Nos vemos pronto para ponernos al día.