MARK ROTHKO: Oscura Lucidez
Exhibición
retrospectiva de Mark Rothko (1903-1970).
40 obras en pintura al óleo sobre tela, y acrílico. Kunsthistorisches Museum, Viena,
Austria. Del
12 de marzo al 30 de junio, de 2019, de lunes a domingo.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
En 1968, Mark
Rothko consagrado ya como abanderado del movimiento de Expresionismo Abstracto
estadounidense (Escuela de Nueva York) recibió en su estudio a una mujer que insistía en comprar una de
sus telas. Rothko le señaló una enorme pintura de color azul oscuro y
rectángulos negros flotando sobre un profundo campo de color bermellón.
- “Señor
Rothko”, dijo la mujer con decepción, “Quiero una pintura alegre,
con rojo, amarillo y naranja, no una pintura triste”. Divertido
por la respuesta, Rothko respondió: “Rojo, amarillo y naranja - ¿No son
esos los colores de un infierno?”. La mujer abandonó el estudio sin comprar
nada.
Este
intercambio compartido por el marchante de arte, Arne Glimcher, permite
desafiar la interpretación de coleccionistas, espectadores e incluso críticos y
curadores de arte que han mantenido la errada noción de que las coloridas
pinturas que Rothko produjo en los cincuentas eran luminosas y alegres,
mientras sus trabajos con una paleta más oscura en la década siguiente
reflejaban una progresiva depresión y presagiaban su suicidio en 1970.
La historia,
proceso creativo y obra de Rothko permite afirmar, sin ambages, que no existía
tal dicotomía ya que, para el artista – como lo había expresado en distintas
ocasiones – la tragedia era el único tema lo suficientemente noble como para
convertirse en objeto de su obra.
La muestra
retrospectiva de cuarenta de sus obras, histórica y artísticamente relevantes,
en la primera retrospectiva de su obra en el Museo Kunsthistorisches de Viena
abierta hasta el 30 de junio, presenta una oportunidad única para examinar su
contribución al arte desterrando mitos creados por él mismo y sus apologistas.
La
experimentación de Mark Rothko con valores cromáticos oscuros en su paleta
comenzó en 1955 cuando intencionalmente incorporó colores óxidos, bermellón,
carbón, azul, gris y negro. No fueron el resultado de su estado
emocional influenciado por problemas de salud, artísticos y
afectivos. En abril de 1968 colapsó por un aneurisma provocado por
la hipertensión. No obstante, Rothko era un fumador empedernido que bebía
bastante, y tenía una difícil relación marital.
A pesar de todo
esto, su obra en 1969, un año antes de su muerte, se caracterizaba por el uso
de colores como el rosa y crema, el celeste y blanco y negro. Al
momento de su suicidio la obra que dejó sin terminar consistía en sombras de
resplandecientes rojos.
Obras de la retrospectiva de Mark Rothko en Viena. Foto: Kunsthistorisches Museum
DELEITE EN LA
OSCURIDAD
Para Rothko
pintar al óleo sobre tela, principalmente, era una experiencia positiva y
regocijante. Tanto así que cuando dejó
de pintar en ese medio por la toxicidad de la inhalación del aguarrás que usó
por décadas para adelgazar los pigmentos del óleo que le permitían crear diáfanas
capas de color sobre las telas pasó por un período de hasta seis meses sin
pintar. No tenía deleite alguno en
pintar obras en medios efímeros como el acrílico sobre papel. La obra
artística, en su criterio, debía pintarse al óleo sobre tela para ser eterna.
Sin embargo, la
noción de que el oscurecimiento de su paleta era un reflejo de su angustia
domina la percepción general, incluso de conocidos y amigos suyos de la época.
En una carta
que Rothko escribió en 1949 a su colega Clyfford Still dice “Este ha
sido el período más oscuro de mi vida – Por qué y cómo difícilmente lo
sé…Irónicamente mis pinturas nunca han sido más alegres, eufóricas. La gente
pensará que alegre debe ser este joven”.
Alison de Lima
Greene, curadora del Museo de Bellas Artes de Houston, que organizó una
retrospectiva de Rothko en el 2016 sostiene en relación con los catorce murales
negros en la Capilla Rothko de Houston, Texas, que “Oscuro no equivale
a melancolía, pero si insistimos en esto, es más cercano a la melancolía de los
grabados de Alberto Durero los cuales reflejan más un estado contemplativo que
nihilista”.
"Sin título", 1969. Pintura al óleo. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena.
VISIÓN TRÁGICA
Y SAGRADA
La
retrospectiva en Viena enfatiza la admiración de Rothko por el arte del pasado
a partir de dos valores que nutrían su proceso y visión: la tragedia y lo
sacro.
Estos valores
son evidenciados por la afición que tenía el estadounidense por la obra de
pintores neerlandeses como Rembrandt y Vermeer a los que estudiaba en el Museo
Metropolitano de Arte en Nueva York desde que se propuso ser
artista y, luego, a partir de 1950, mediante el primero de cuatro
viajes a Europa para visitar iglesias, capillas, ver obras de viejos maestros
en general, y el arte y la arquitectura italiana, en particular, que tuvieron
una fuerte influencia en el desarrollo de su obra pictórica así como
también, la música y la poesía clásicas.
En palabras
suyas “me convertí en pintor porque quería levantar la pintura al nivel
de intensa emoción de la música y la poesía”. Su música preferida era
la de Mozart, Schubert, Haydn y Beethoven.
Bautisterio de Iglesia,Torcello, Italia que visitó Mark Rothko en los cincuentas.
TRANSHISTORICIDAD
La curaduría en
Viena ha aprovechado las preferencias de Rothko por el arte europeo del pasado
para incentivar el interés del público uniéndose a la experimentación de
museólogos que fomentan la tendencia de la “transhistoricidad”.
El término
engloba una serie de prácticas curatoriales que mezclan las producciones
artísticas antiguas y contemporáneas en un “vis a vis” en el espacio
museográfico para crear confrontación e interés del público. La idea
central es atraer a los espectadores en general al momento histórico cuando la obra
de arte expuesta era contemporánea.
A modo de
ilustración, el Museo Kunsthistorisches de Viena cuyas colecciones permanentes
incluyen desde arte del Antiguo Egipto hasta creaciones del siglo XIX, pidió
prestadas 22 obras de arte contemporáneo para su exposición de julio del año
pasado titulada “La forma del tiempo”.
Un desnudo
cubierto parcialmente con un abrigo de piel del maestro flamenco Peter Paul
Rubens pintado al óleo entre 1636-38, por ejemplo, fue presentada al lado de
una pintura de un desnudo de principios de 1970 de la artista austriaca María
Lassnig.
Para la
presente retrospectiva el museo presentó una pintura de Rembrandt al lado de
una Rothko levantado todo tipo de comentarios marcados por las abismales
diferencias entre ambas creaciones artísticas.
Este tipo de
confrontaciones se volverán más frecuentes en el futuro buscando ser
interesantes y no siempre respetuosas con el fin de conectar a través de
barreras culturales y hasta geográficas a las nuevas generaciones de
espectadores.
Puesta en práctica de la "transhistoricidad" confrontando un Rembrandt con un Rothko en Viena.
MÁS ES MENOS
Rothko quien
nació en Dvinsk, parte del Imperio Ruso (hoy conocida como Daugavpils, en la
República de Latvia) en el seno de una familia judía que se vió forzada por
razones económicas, más que de persecución, emigró a los Estados Unidos en
1913.
Se asentó con
su familia en Portland, Oregón, donde sobresalió académicamente, lo que le
permitió estudiar varios años en la Universidad de Yale la que, sin embargo,
abandonó sin concluir sus estudios. Finalmente, se estableció en Nueva York en
1925 donde por un tiempo fue alumno de Max Weber en la Arts Students
League. Tras esta breve inmersión, Rothko prefirió dejar las
clases de pintura y se proclamó como pintor autodidacta.
Tuvo su primera
exhibición individual en 1933 y formó parte de un grupo de vanguardia llamado “Los
Diez” con el cual exhibía hasta que debido a la depresión económica debió
trabajar de 1936 a 1937 en un programa gubernamental que ayudaba a los
artistas.
En 1945 empieza
su asociación con otros artistas claves en el naciente movimiento del
Expresionismo Abstracto estadounidense, al exponer con Jackson Pollock, Barnett
Newman, Willem de Kooning y Clyfford Still.
El despegue de
la carrera de Rothko, sin embargo, tiene lugar hasta 1949 cuando desarrolla el
formato de composición por el cual es ampliamente conocido; rectángulos de
color de bordes difusos que flotan en el espacio de otra zona de color.
A diferencia de
sus colegas en el expresionismo abstracto, Rothko renuncia gradualmente a toda
convención en pintura, como la línea, el color, el movimiento y finalmente las
relaciones espaciales.
La magnitud de su renuncia se extiende progresivamente a formatos cada vez mayores donde provoca una impresionante solemnidad como si estuviéramos ante rituales de una religión primitiva en lugar de una exitosa decoración ambiental. Pero, como veremos adelante no se trata de una propuesta esotérica o espiritual.
La magnitud de su renuncia se extiende progresivamente a formatos cada vez mayores donde provoca una impresionante solemnidad como si estuviéramos ante rituales de una religión primitiva en lugar de una exitosa decoración ambiental. Pero, como veremos adelante no se trata de una propuesta esotérica o espiritual.
"Sin título", 1950. Pintura al óleo. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena.
PINTURA
AMBIENTAL
La curaduría de
la exhibición en el Kunsthistorisches de Viena, a cargo de Jasper Sharp,
subraya la influencia espacial específica de la Librería Laurenciana diseñada
por Miguel Ángel para los Médicis, los murales de Fra Angélico en las celdas
del convento de San Marcos en Florencia, Italia, así como los templos griegos
de Paestum y el Bautisterio de Torcello, Italia.
Es de tales
fuentes de donde Rothko se nutre para sus propuestas pictóricas cada más
monumentales y simplificadas, a base de planos que crean un ambiente que
estimula la auto-receptividad en el observador.
La exhibición
revela, en formato cronológico, el desarrollo de la obra y carrera de Rothko a
lo largo de cuatro décadas, desde sus tempranas pinturas figurativas y
realistas de la década del treinta como su autorretrato al óleo de 1936 pasando
luego por los años de transición de la década del cuarenta con obras que
enfatizan los temas urbanos como su conocida “Fantasía subterránea” de
1940 o se expresan gradualmente bajo una tónica surrealista con influencias
reconocibles de Miró, De Chirico y Max Ernst como en su óleo “Cuarto en
Karnak” de 1946.
La iconografía
surrealista cede ante formas completamente abstractas en la década siguiente
como sugiere su obra “No 2”, óleo de 1947 cuando ya era parte del
movimiento del expresionismo abstracto hasta llegar al
concepto compositivo que lo estableció a inicios de la década del
cincuenta con una obra más madura, sin títulos y dominada por relaciones
elementales y puras de color que ilustra “Sin título”, un óleo de 1950 y
también, su obra titulada “No 16” (rojo, blanco y negro) de 1957.
La muestra
confirma la consolidación de este tipo de composición en los sesentas con
pinturas al óleo como “No 7” (Café oscuro, gris y naranja), de 1963 y “Sin
título” (rojo, naranja) de 1968.
Es posible trazar consistentemente su
credo entre los cuarentas y los sesentas merced a una declaración que publicó
con su colega Adolph Gottlieb en el New York Times el 13 de junio de 1943. “Favorecemos
la simple expresión del pensamiento complejo. Estamos en favor del formato
grande porque tiene el impacto de lo inequívoco. Deseamos reafirmar el plano
pictórico. Estamos en favor de las formas planas porque destruyen la ilusión y
revelan la verdad”.
"No 7"(Café oscuro, gris y naranja), 1963. Pintura al óleo. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena.
ESPIRITUALIDAD
O VISIÓN TRÁGICA
La obra de
Rothko es evocadora de quietud y contemplación por su simplicidad lo que
fácilmente puede confundirse con vacío. Filosóficamente, más es menos para este artista. Algunos han tratado de
vincular el uso de recursos mínimos en sus composiciones de los cincuentas, y
sesentas con algún tipo postura espiritual oriental, como el Zen. Pero, esto está
muy lejos de la realidad objetiva de su concepto y el propósito de su obra.
Aunque Rothko
compartía la creencia de su generación de que la pintura era un acto de fe, su
propósito según se deduce de sus conversaciones con amigos y colegas era “tratar
de proyectar una visión trágica” y por supuesto le preocupaba la manera en
que esa visión era recibida.
“Un cuadro
vive por compañerismo y se expande y aviva a los ojos del observador sensible”,
escribió. “Muere por la misma prueba. Es por eso un acto riesgoso
enviarla al mundo. ¿Cuán a menudo debe ser dañada de manera permanente por los
ojos de la insensibilidad y la crueldad del impotente que podría extender su
aflicción universalmente?”
Sus colegas
han citado como antes de sus exhibiciones importantes, Rothko se retraía
defensivamente, y se angustiaba muchísimo al punto de que su preocupación por
la potencial percepción pública de su obra lo llevaba a colapsar
físicamente. Para él, que su obra se percibiera como ridícula era
una posibilidad real.
Resulta paradójico que pudiera ser contundente en sus aseveraciones públicas sobre la independencia de su producción y tan vulnerable a la hostilidad del entorno de cara a la exhibición de su obra.
Resulta paradójico que pudiera ser contundente en sus aseveraciones públicas sobre la independencia de su producción y tan vulnerable a la hostilidad del entorno de cara a la exhibición de su obra.
"Sin título", 1959. Mural al óleo para proyecto Seagram. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena.
COHABITACIÓN
CON EL MERCADO
Para 1961
Rothko se encontraba existencialmente atrapado entre seguir teniendo éxito
comercial y mantenerse íntegro en su búsqueda. Según explicó el
propio artista al pintor James Brooks que tenía un estudio en su mismo edificio,
la razón de su profunda melancolía era que “su trabajo había alcanzado
una aceptación tal que este cohabitaba tanto con el mundo de las inversiones como con el mundo del arte.”
En medio de la
exhibición, en Viena se ha destinado una galería completa a las pinturas
murales en gran escala producidas entre 1958 y 1959 para un restaurante de lujo
llamado “Four Seasons” en el edificio Seagram en Nueva
York. La historia de esta comisión es tanto interesante como
reveladora del carácter del artista y su lucha contra la comercialización de su producción.
El director del
Museo de Arte Moderno de Nueva York, Alfred Barr, convencido del mérito de
Rothko, lo recomendó ante la familia Bronfman, dueña del edificio, para que le comisionarán varias pinturas en
escala mural que se planeaba exhibir en el exclusivo restaurante. Pero mientras el pintor
pensó que sus obras colgarían de las paredes, el plan de los dueños del restaurante era
adornar las paredes de un salón de conferencias visible desde la sala de los
empleados.
Esto hizo que
Rothko renunciará a la comisión a pesar de que su situación económica no era
boyante. Como explicó en 1959 a la revista Harper´s Magazine “espero
arruinar el apetito de cada hijo de p.… que alguna vez coma en ese lugar. Si
el restaurante se rehúsa a colgar mis murales eso sería el halago final. Pero
no lo harán. La gente no soporta nada estos días.”
Finalmente, el
Museo Kunsthistorisches dedica una última sala a las pinturas más conocidas de
la última década de Rothko que muestran la influencia técnica de viejos
maestros como, por ejemplo, el color en capas a la manera de Tiziano y el
desarrollo del sentido de “luz interior” similar al de Rembrandt.
En ellas,
resulta manifiesto el sentido de lo trágico mediado por su creciente
minimalismo cromático, su imposibilidad de pintar en su medio de preferencia, el óleo, y
sus temores justificados o no a las audiencias que temía lo encontrarán ridículo. Su carrera artística, no obstante, concluyó súbitamente sin definición.
Los grandes
artistas son aquellos que ensanchan, aclaran o intensifican nuestra experiencia
a través de algún tipo de intercambio. Lo que ha hecho Rothko es ofrecer
mediante su obra un estimulante ambiente para que el observador atento se
sumerja en medio de su simplicidad compositiva en sus propios pensamientos y
emociones. Ir más allá de eso como pretenden sus apologistas solo evidenciará
en perspectiva las limitaciones de su obra y legado.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC, AICA
Comentarios
Creo que solo Bacon y el Bosco me impresionaron tanto.
Contemplación para llegar a lo trascendente de uno mismo, así, CON SUTILEZA Y SENCILLEZ, creo era MARK. GENIO Y GRACIAS POR SU APORTE.