CLAUDE MONET: Preso del Tiempo y el Espacio
Serie
de Nenúfares (lirios acuáticos). Casa Museo y Jardines de Claude Monet
(1840-1926) en Giverny. Abierto del 1 de abril al 1 de noviembre de cada año,
de lunes a domingo, y “Nenúfares: Arte Abstracto Estadounidense y el último
Monet” en el Museo de L´Orangerie, Jardín de las Tullerías, París, Francia. Abierto del 18 Abril al 18 de agosto, 2018, de lunes a domingo.
En la primavera de 1883 Claude Monet se trasladó a vivir
definitivamente con su familia de ocho hijos a Giverny, un adormilado pueblo de
300 habitantes bordeado por el Río Sena en la frontera con Normandía.
El artista era relativamente desconocido y su situación
económica aún precaria. Eligió, sin
embargo, alejarse del entorno cultural parisino y del movimiento pictórico del
cual fue líder y al que dio nombre diez años antes con su obra “Impresión, Amanecer”.
Monet se enamoró de la casa y el jardín que alquiló
entonces y que luego pudo ampliar grandemente tras comprar la propiedad en 1890,
gracias al éxito que tuvo su marchante Paul Durand Ruel con la venta de sus
obras y las de otros artistas en los Estados Unidos a partir de 1885.
En 1890 el impresionismo en París aún no gozaba de
credibilidad, pero en solo diez años se transformó en el estilo artístico de
Francia y por primera vez se celebró a Monet como el gran pintor nacional. Mucho de esto se debe a Durand Ruel.
En Giverny Monet creó un jardín japonés para contemplación y relajación y una laguna que llenó de nenúfares o lirios acuáticos cruzada por un puente arqueado.
Escribió entonces, “Mi jardín es mi más hermosa obra maestra. Trabajo en mi jardín todo el tiempo con amor. Lo que más necesito son flores. Siempre. Mi corazón está siempre en Giverny, tal vez porque debo a las flores el haberme convertido en pintor”.
Fue en ese lugar donde vivió por espacio de cuarenta y
tres años, y disfrutó finalmente del
reconocimiento de la crítica y el éxito comercial por la venta de sus
obras. Pero también esta propiedad fue
la fuente principal de inspiración para las últimas tres décadas de su vida.
La presente crítica se enfoca en este período de su vida
y carrera y en el cambio conceptual que revolucionó su obra y dejó un legado
para las siguientes generaciones de artistas, especialmente a partir de sus
series de nenúfares o lirios acuáticos que pude apreciar in-situ tanto en los jardines de Giverny como en los museos de París y Nueva York.
IMPRESIÓN Y PÉRDIDA
El movimiento impresionista, del cual Monet era líder
principal, se había enfocado inicialmente en pintar al aire libre desafiando los
cánones académicos, para representar la impresión visual subjetiva del artista
con respecto al sujeto o realidad que
observaba enfatizando la atmósfera luminosa que lo rodeaba.
Pero cuando muere su primera esposa y modelo, Camille, en
1879, el trabajo de Monet cambia sustantivamente enfocándose más en experimentar el flujo del
tiempo y los efectos del ambiente y la personalidad que influyen en el tema de la obra. Su preocupación por la modernidad cede a su
creciente interés en las atmósfera y el entorno.
Un ejemplo de ello son sus series de Almiares o montones
de trigo formados en los campos después de la cosecha que pintaba en diferentes
momentos a través del día. Estos
estudios sobre los efectos de las variaciones de estado anímico, de la luz y de
la atmósfera continuaron con su serie desarrollada entre 1892 y 1895 sobre la
Catedral de Rouen.
Los resultados fueron docenas de telas de un colorido
brillante y un poco exagerado que constituía un registro de percepciones
acumuladas.
“Lo que quiero es
reproducir lo que encuentra entre el motivo y yo”, dijo Monet en 1895. O como declaró en una oportunidad, “quiero hacer arquitectura sin usar líneas o
contornos”.
EL ORIGEN DE LAS
SERIES
¿Por qué Monet se sintió tan atraído por la idea de
desarrollar series pictóricas? Los
estudiosos indican dos factores: primero que todo, aún antes de 1890, Monet a menudo
había retornado a ciertos motivos, como acantilados, puentes, campos agrícolas
y ríos. En segundo lugar, la luz en la naturaleza está en constante cambio,
pintar el movimiento de la luz era una forma de realismo.
Además, las series desafiaban la pintura académica con su
precisión lineal y estructura fija y reforzaba el argumento de los
impresionistas sobre la naturaleza cambiante y atemporal.
Es en la naturaleza que Monet descubrió, paradójicamente,
una forma de estar comprometido con el
cambio, como modernista, y demostrar su insatisfacción con la vida moderna.
Sus series hasta esta etapa están marcadas por una lucha
entre la luz natural y otra luz identificada con la religión. Monet era
claramente republicano y ateo como muchos de los impresionistas. Nunca entraba a las catedrales que pintaba
hasta que su obra estaba muy avanzada.
La luz que representaba disolvía la estructura del edificio suavizandolo como si la luz natural
transformara la religión en algo orgánico, convirtiéndola en una forma
natural. Para Monet la naturaleza reemplaza
a la iglesia organizada mientras él se convierte en su principal sacerdote.
RETIRO EDÉNICO
Es evidente en la obra de Monet la huella dejada por la pérdida
y la desilusión, no obstante, había dejado de pintar personas desde 1890. Estaba
muy molesto con su país por el affaire Dreyfus que estalló en 1898 y Giverny le
ofreció un retiro a su propio mundo edénico.
A su dolor y desilusión se suma la muerte en 1911 de su
segunda esposa, Alice, seguida de la muerte de su hijo Jean, y el estallido de
la primera guerra mundial en 1914. Afectado por todas estas pérdidas Monet cesa
prácticamente de pintar.
Pero entonces su amigo, el estadista francés George
Clemenceau, le pide que desarrolle una obra que levante al país de la
pesadumbre creada por la gran guerra en la que murieron millones. Monet se resiste alegando que está muy viejo, pero su amigo
logra levantarlo de su luto animándolo a pintar lo que Monet llamó luego “la gran decoración”.
Es cuando concibe una serie de paisajes acuáticos
secuenciales, basados en los recursos que ofrecían sus jardines en Giverny que
deberían situarse en dos salas ovales como un mundo dentro del mundo.
Monet experimentó una transformación que dejará un legado
sin precedentes en otros movimientos artísticos como el expresionismo
abstracto, el pop y el minimalismo. Lo
hace abandonando el enfoque del impresionismo de representar la percepción
subjetiva de la luz y la atmósfera y capturando en su lugar el espacio y el
tiempo, un mundo dentro del mundo.
Con ese propósito, construye un nuevo estudio con un muro
de vidrio a través del cual ve el jardín y se mueve con un caballete portable
para capturar la luz y perspectiva cambiante de sus nenúfares. No dejará de
trabajar en estas pinturas hasta el final de su vida.
NENÚFARES PARA LA PAZ
Monet ofreció al Estado francés sus paneles de nenúfares
como un símbolo de paz poco después del armisticio del 11 de noviembre de 1918.
Los lirios acuáticos fueron instalados de acuerdo al plan
de Monet en el Museo L´Orangerie en 1927, pocos meses después de su muerte.
El conjunto tanto en dimensiones como en concepción
acompaña al espectador en un recorrido a lo largo de casi cien metros lineales que develan un
paisaje salpicado por lirios acuáticos o nenúfares, ramas de sauce, reflejos
de árboles y nubes, creando en palabras de Monet “la ilusión de un todo sin fin, de una ola sin horizontes y sin costa”.
El Museo de L´Orangerie cerca de la plaza de la Concordia
en París, alberga ocho composiciones basadas en los lirios de agua pintadas por
Monet en varios paneles ensamblados con la misma altura (1,97mts) pero
diferentes en longitud, para que puedan ser colgados conforme a los deseos de
Monet a lo largo de las paredes curvas de los salas ovaladas.
El concepto de la instalación nos permite como espectadores disfrutar de dos
zonas tonales diferentes pero complementarias: escenas del amanecer al este y
del atardecer al oeste en un continuum de tiempo y espacio materializado. Las salas reciben luz natural desde los
techos ovalados sin afectar la atmósfera.
El primer salón consta de cuatro composiciones que
muestran los reflejos del cielo y la vegetación en el agua, desde el amanecer
hasta el atardecer, mientras en la segunda sala las pinturas se caracterizan
por contrastes creados por las ramas de un sauce llorón alrededor del margen
del agua de la laguna.
LEGADO IMPERECEDERO
Esta serie en particular ha impactado a artistas
identificados con el expresionismo abstracto como Mark Rothko y Jackson
Pollock, artistas pop como Andy Warhol en sus retratos repetidos con distinta
luz y atmósfera y muchos minimalistas que usan la misma técnica de la serie
exhibida en L´Orangerie.
No obstante, el Museo de L´Orangerie mantiene en
exposición hasta el próximo 18 de agosto una selección de veinte pinturas
claves de artistas como Jackson Pollock, Mark Rothko, Bartnet Newman, Clyfford
Hill, Helen Frankenthaler, Morris Louis, Philip Guston, Joan Mitchell, Mark
Tobey, Sam Francis, Jean Paul Riopelle y Ellswoth Kelly que permite redescubrir
la influencia del maestro de Giverny y su serie de lirios acuáticos sobre la
escuela de arte abstracto de Nueva York.
Monet fue el catalizador al dar a luz el concepto en su
serie de una pintura descentralizada, donde ningún aspecto de la pintura domina
a otro, creando el estilo de una pintura total. Por ello, las dos salas que
contiene su serie de ocho pinturas evoca el símbolo de lo infinito considerando
que las pinturas representan el ciclo de la luz a través del día.
Monet quería que su serie sirviera también para llevar
sanidad a las personas heridas. Quería que los visitantes fueran capaces de
sumergirse completamente en las pinturas y olvidaran el mundo exterior, así
como él lo hizo en Giverny para sublimar su dolor, pérdida y desilusión. Su deseo era ofrecer belleza a las almas
heridas.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC, ACC
Comentarios
Con sus series, Monet lleva más allá todavía su búsqueda de la representación de la luz. Pinta los efectos cambiantes en función de las horas, de los días y de las estaciones, y trabaja en varios lienzos a la vez para compararlos y captar bien la más mínima variación de luz. Cuando pinta una serie, lo que quiere no es destacar el tema: en realidad, esto solo es un pretexto para observar los efectos lumínicos. Al repetirlo, Monet quiere mostrar la evolución de su tema más que
el tema en sí mismo.
Las obras de los luministas están mucho más estructuradas y dibujadas para llegar a un acabado más claro. Aunque, a primera vista, esto parece ir contra los principios de los impresionistas, lo cierto es que el resultado es sorprendente y de un valor estético destacable. Saludos cordiales estimado Juan Carlos Flores Zuñiga.