ROLANDO CUBERO: Alegoría de lo Efímero
Revisión retrospectiva de la obra y carrera de Rolando
Cubero (Heredia, n. 1957) 25 pinturas al óleo y en acrílico. Taller-Galería Cubero,
Barva, Heredia, Costa Rica. Colección del artista.
Cualquier
aproximación a la obra del pintor Rolando Cubero, demanda un saludable
ejercicio de contextualización: su
enfoque dominante en la figura humana, a menudo desnuda, no puede ni debe ser
analizado al margen de una sociedad cuya percepción ha sido alterada por la
cultura del consumo que ha cosificado el cuerpo y su desnudez.
La exposición a
imágenes de cuerpos desnudos en los medios de entretenimiento alrededor del
mundo ha alcanzado niveles exponenciales en las últimas décadas. Los análisis estiman que el contenido sexual aparece
en el 85% de las principales películas, 82% de los programas de televisión, 50%
de los videos musicales y 37% de las letras de las canciones.
Esas son imágenes
prevalentes que quedan registradas por décadas en la mente de hombres y mujeres
y que alteran su percepción del cuerpo humano desnudo.
¿Cuál es la
diferencia entre la exposición medial al desnudo y su representación en la
producción artística de Rolando Cubero?
La tensión entre la
exposición del cuerpo y el arte ha sido esencial en el desarrollo de las formas
y las representaciones de este autor local.
No es necesario hacer un recuento histórico para afirmar, sin ambages,
que el desnudo ha sido y sigue siendo uno de los motivos más comunes de las
artes visuales alrededor del mundo.
"La noche que no duerme" óleo-tela. 2003
DESNUDEZ Y DESNUDO
¿Qué tiene el desnudo
—y el sexo— que, cuando se encuentra en el arte, causa un profundo rechazo o un
apoyo irrestricto?
Por un lado, se ha
pretendido hacer una separación artificial entre la vida y el arte, o puesto en
palabras del historiador Kenneth Clark “Un
cuerpo desnudo, es vulnerable y defectuoso, feo y decadente. La desnudez es
ideal y generosa. No es un cuerpo real, sino imaginado”.
El crítico Jonathan
Jones difiere de Clark y afirma, “En
arte, existen cuerpos desnudos quebrados, vulnerables, y existen chispazos de
perfección física, de formas arrebatadas, en la desnudez. La vida también es
así. Existe la belleza física, existe el amor físico, y hay momentos en que el
cuerpo del amante alcanza la majestad divina”.
En inglés es fácil
hacer la diferencia porque a nivel lingüístico una cosa es “nakedness’ y otra ‘nudity’. Desnudez y desnudo han sido diferenciados
para diferenciar el arte de la realidad circundante.
Ese ha sido el
asidero de la censura, religiosa y estética, que por siglos aceptaba el desnudo
en el arte en el tanto el cuerpo fuera representado en formas perfectas, sin
asimetrías, o defectos humanos. Cuando Miguel Ángel pintó las figuras desnudas
de la Capilla Sixtina, el artista Daniele da Volterra fue el encargado de
pintar hojas de parra sobre cada uno de los sexos de los ángeles. Siglos más
tarde muchas parras fueron removidas.
Cuando Francisco de
Goya pintó la maja desnuda fue llevado a juicio. La pintura se salvó y Goya fue
absuelto por su amistad con un cardenal.
Pero, cuando Edouard Manet pintó y expuso en 1863 su pintura “Olympia”
ésta se convirtió en un objeto sexual en tiempos en que la apreciación del
cuerpo parecía convertirse en algo común: la orquídea en la cabeza de la mujer,
sus tacones, la pulsera que encierra su muñeca, todo apuntaba a la sensualidad
y a la exposición sexual de un cuerpo que parece dispuesto a ella. De aquí en
adelante la representación del cuerpo y la desnudez cambió radicalmente.
"Eco de sierpes" - óleo-tela. 2008
TEOLOGÍA DEL CUERPO
De cara a un mundo
saturado de imágenes sexuales, donde las relaciones y los cuerpos se cosifican
en manos de los medios y la cultura, y los sentidos han sido alterados para
promover una apreciación mórbida, el arte está en la posición privilegiada de
revelarnos la verdadera naturaleza y trascender los prejuicios y los
estereotipos.
Esta es justamente la
contribución medular del pintor costarricense, Rolando Cubero, con sus alegorías
pictóricas que abren una percepción sensible y espiritual sobre el cuerpo humano
en su audiencia; una alternativa a un entorno sociocultural que tiende a limitar
y banalizar la desnudez.
No olvidemos que un
desnudo expone más el efecto sobre quien lo ve que sobre sí mismo. La sorpresa
y la representación, no obstante, están engranadas en el público: el artista por
su parte tiene la función de retarlas, que es justamente el aporte de Cubero en
sus cuarenta años de trayectoria.
A través de un oficio
constante y una continua exploración figurativa, el artista herediano ha
forjado con autenticidad una carrera en la que ha transitado del surrealismo al
realismo mágico latinoamericano y luego al realismo figurativo bajo las
influencias de la pintura renacentista, Rafa Fernández y Julio Escámez, entre
otras referencias.
Su obra ha
participado de una misma búsqueda, bajo distintos estilos, particularmente
durante los ochentas, pero, la afirmación de intencionalidad o concepto se da a
partir de los noventas con sus alegorías que pretenden representar lo efímero
en el ser humano: vigor físico, sexualidad, erotismo, deseo, poder, emoción, belleza, y hasta libertad.
Valiéndose del
desnudo, masculino y femenino, brinda una imagen a lo que no tiene imagen, para
que sea comprendido. Algunos ven esto como hermetismo, cuando en realidad
Cubero apunta, a partir del 2000, hacia una espiritualidad del cuerpo que,
gradualmente, construye con una introspección, que es tanto cósmica como
surreal.
Aunque no es una
persona religiosa, el pintor, practica intuitivamente su propia versión de la
“teología del cuerpo” que tiene su origen en el cristianismo.
Cuando la Iglesia primitiva
comenzó a difundirse por el Imperio Romano, se encontró con un mundo moralmente
decadente. Los paganos no respetaban ni la sexualidad ni el matrimonio. La
degradación moral en el campo de la sexualidad humana se reflejaba incluso en
ciertos cultos de las “religiones”
mistéricas, en los cuales los miembros de esas sectas se involucraban en la
práctica abominable de la prostitución “sagrada”.
Por mucho tiempo,
esto llevó a que se cultivará desde la religión una cultura de rechazo al
cuerpo y a la sexualidad. Solo en las últimas décadas, se empezó a revertir esa
tendencia en favor de un tratamiento de estos como componentes integrales de la
espiritualidad, y no extraños. La desnudez no es pornografía, ni pecado, en el
nuevo entorno cristiano.
"Hechizo de luna llena" óleo-tela. 2015
REALISMO Y ALEGORÍA
Cubero recurre a una
representación del cuerpo mediante un oficio realista, pero conceptualmente
espiritual. Para ello, emplea a fondo la alegoría que antes se confundía como
un sinónimo del simbolismo, que ya ha sido usada como recurso en obras de tema
religioso y profano desde la antigüedad: Egipto, Grecia, Roma, Medioevo y el
Barroco.
En el fondo, este
artista en cada pintura al óleo, aunque también ha trabajado con el acrílico, trata
de dibujar lo abstracto, hacer “visible” lo que solo es conceptual, obedeciendo
a una intención en parte didáctica.
Así, por ejemplo, en
su conocido óleo “Laocoonte” de 1999,
inspirado en el relato de “La Eneida”
de Virgilio, representa a los hijos del sacerdote de Poseidón sucumbiendo, a
modo de castigo, a las serpientes enviadas por Atenea, Caribea y Porse, como
alegoría del pecado de la carne, mientras que en el óleo “La Rosa Virgen” del 2017 la rosa blanca entre los pechos del
desnudo femenino es una alegoría de pureza que el entorno paradójicamente contradice.
Como creador de
alegorías, el artista no se esfuerza en explicarlas para que todos puedan
comprenderlas, sino que más bien descansa en el carácter evocador de éstas para
que el espectador se detenga y procese más allá de las emociones epidérmicas.
Su gran insumo son
las emociones abstractas que ordena causalmente – caos ordenado – en su
composición de cuerpos y objetos que resuelve en el plano pictórico con un
cierto acabado matérico.
En sus obras,
particularmente, los titulados “Eco de
Sierpes” (2008), “Nexus benedictus”
(2009) y “Ave gratia plena “(2012), se
confirma su dominio de la figura humana, el escorzo y la perspectiva, en una
atmósfera geométrica a veces rígida que contagia la expresión de sus personajes
desnudos que aguardan, envueltos en sus propios pensamientos, con la mirada
perdida.
Sus primeras obras en
esta tónica carecían de elocuencia y hasta resultaban insípidas, ya que no se
podía romper con la mirada el hielo maquinal de las relaciones rígidas
planteadas. Pero, esto ha cambiado merced
a la “espiritualidad” que marca
conceptualmente su producción posterior al 2000.
"Dafne" - óleo-tela. 2003
DINÁMICA DE LA CONCIENCIA
A pesar de que, en su
proceso plástico, se deja llevar por la alegoría sobre lo efímero como tónica
dominante, y una continua búsqueda del orden, Cubero se deja influir, también,
por dos dinámicas: lo que él o la modelo aporta de suyo a la representación
inicial de la obra y, la conciencia que se le revela conforme la “cocina”.
En otras palabras,
somos testigos de una dialéctica filosófica en su quehacer. El artista toma
conciencia del acto creador y es capaz de reflexionar sobre el como si fuera un
tercero. Basta examinar obras recientes como “Dafné” y “Equilibrio II” (2018).
Este tipo de
competencia es humanista en esencia, y permite a Cubero no solo fotografiar su
objeto – un o una modelo en determinada pose -, y basarse en él o ella para su
transcripción a la tela, como hacen muchos hiperrealistas.
Pero ahí termina la
similitud con estos últimos, porque Cubero no sólo transcribe las referencias,
sino que las somete a una introspección de lo que está pensando en su interior como
artista y ser humano, lo que lo conduce a transformar mentalmente los insumos.
En este contexto, no
hay vanidad en el proceso, ni la ambición de pintar una obra maestra, solo una
toma de conciencia de los recursos a su disposición para comunicar orden en un
mundo caótico donde la esclavitud de lo urgente ha minado la apreciación de lo
realmente importante: nuestra sagrada humanidad.
Juan Carlos Flores Zúñiga, M.A., BSc, CPLC
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