GEORGES ROUSSE: Ilusionista del Abandono
Exhibición Retrospectiva de Georges Rousse (Francia, n. 1947): 20
fotografías de gran formato (3X4 metros) y una instalación de una escuela de la
Comunidad de Huaycán. Museo de Arte Contemporáneo, Lima, Perú. Del 31 de mayo
al 21 de octubre, de 2018, de martes a domingo.
En la presente muestra en el MAC de Lima, se incluye una instalación urbana lograda a partir del traslado completo de un aula de clase para escolares que se ubicaba en la zona de Huaycán en Lima, a la sala principal del museo donde fue transformada en una instalación por Rousse. Una nueva aula fue construida para los niños de Huaycán en sustitución de ésta.
Uno de los esfuerzos
sincréticos más innovadores en la cultura artística contemporánea, es la obra
desarrollada por el pintor y fotógrafo francés, Georges Rousses, que integra el
espacio arquitectónico para desarrollar sus instalaciones monoperspectivistas.
Su retrospectiva que es
acompañada de una nueva instalación en sitio específico ha sido itinerante
desde el 2010 permitiendo que se le conozca en el mundo de habla hispana a partir de sus exhibiciones en México, Chile, Brasil y ahora en Perú.
El polifacético
artista explota la fusión de la fotografía con la pintura en creaciones mixtas
centradas en espacios abandonados.
Las instalaciones
construidas para brindar solo una única perspectiva han sido populares en la última
década y los mejores ejemplos se han convertido instantáneamente en favoritos de las redes sociales.
El problema con la
exposición masiva es que los espectadores rara vez experimentan el deleite
táctil de estas ilusiones, no obstante, ven las fotografías, pero casi nunca ven la instalación original de primera mano.
Esto es especialmente
cierto cuando abordamos la obra de Georges Rousse quien ha venido creando
instalaciones con perspectiva única en espacios abandonados desde hace casi cuatro décadas.
Instalación, Castillo de Chambord, Francia. 2011
PERSPECTIVA DE POSGUERRA
Desde niño se sintió atraído por los viejos y, a menudo, abandonados interiores
de hogares y edificios en Francia e Italia. Deambulaba, según cuenta, tras la segunda guerra mundial por los bosques, edificaciones y búnkeres militares
olvidados que le ofrecían soledad, poesía y libertad.
De ahí su
coincidencia con el “land-art” - en su extravagante versión británica - que le
permite intervenir el espacio real y crear nuevas perspectivas, pero no con el
énfasis estadounidense en el uso físico de la tierra como medio de expresión,
sino mediante el registro fotográfico de las instalaciones. Dado que la acción de intervención de los
edificios que hace Rousse ocurre en el pasado, y es temporal, la fotografía se convierte en su
única personificación y registro.
Rousse no
pinta vistosos murales figurativos en sitio específico y los fotografía antes
de que los edificios sean demolidos, sino que más bien pinta murales
geométricos y explora la transparencia y los reflejos a la
manera del ruso Kazimir Malevich (1879-1935), padre del suprematismo.
El suprematismo como
movimiento artístico se enfocó en las formas geométricas fundamentales (en
particular, el cuadrado y el círculo), evitando cualquier referencia a la
naturaleza recurriendo a módulos geométricos y el uso a blanco y negro.
Las influencias en Rousse revelan una tendencia hacia las instalaciones ilusionistas, con
un estilo geométrico ambientado en lugares desolados a lo que contribuye su
frecuente monocromatismo como se evidencia en “Grandes Molinos” (2005) y el uso de un rojo ocre a la manera
renacentista como se observa en “Latina”
(1987).
Se considera a sí
mismo pintor, escultor, arquitecto, y finalmente fotógrafo, pero considera que
su materia prima es su mayor inspiración: el espacio. Una vez que elige un
lugar, crea con base en una perspectiva angular única, que cuando fotografía
obliga a la audiencia a reexaminar sus propios entornos, posibilidades,
transformaciones y finalmente, el espacio.
Rousse lo explica: “La convergencia de estos espacios van más
allá de un juego visual: Como en un salón de espejos, enigmático y vertiginoso,
cuestiona el papel de la fotografía como una reproducción fiel de la realidad;
sondea las distancias entre percepción y realidad, entre lo imaginario y lo concreto”.
"Grandes Molinos". 2005
EN RETROSPECTIVA
La presente retrospectiva que incluye
fotografías de sus instalaciones desde 1982 a la fecha, admite francamente la
influencia de Malevitch en su aparente simplicidad geométrica y tonos
monocromos.
El color negro, por ejemplo, domina la instalación que registró en Oberhausen, Alemania, en 1996 en una antigua sala de reuniones sindicales de una mina de carbón abandonada. Bajo el título “Memoria de los lugares” presentó seis fotos de gran formato en estilo “bodegón”.
El color negro, por ejemplo, domina la instalación que registró en Oberhausen, Alemania, en 1996 en una antigua sala de reuniones sindicales de una mina de carbón abandonada. Bajo el título “Memoria de los lugares” presentó seis fotos de gran formato en estilo “bodegón”.
En el 2011 fue invitado a intervenir
el Castillo de Chambord, en Francia, donde Leonardo Da Vinci concibió la
escalera helicoidal central a doble revolución. Por ser un sitio
histórico no podía afectar la arquitectura lo que lo llevó a crear un círculo
de color amarillo que sigue la curva de las vigas y recuerda la caída de las
masas en la serie del diluvio de Da Vinci.
Más tarde en el 2014, fue invitado a Guise, en el norte de Francia, donde recreó ciertas dinámicas en el histórico edificio del inventor y benefactor del siglo XIX, Jean Baptiste Godin, quien desarrolló una utopía social que duró cerca de cien años llamada el “Familisterio”. Allí desarrolló varias obras entre las que destaca una estructura a modo de despensa o economato para quienes comparte alimentos en el salón central del edificio.
Dos años después en un café de la cadena Starbucks, de Las Vegas realizó una instalación de colores vibrantes, de carácter permanente, que puede ser apreciada de diferentes ángulos porque está concebida a partir de la descomposición de la luz que se recrea en el arcoíris de su monumental estructura.
Más tarde en el 2014, fue invitado a Guise, en el norte de Francia, donde recreó ciertas dinámicas en el histórico edificio del inventor y benefactor del siglo XIX, Jean Baptiste Godin, quien desarrolló una utopía social que duró cerca de cien años llamada el “Familisterio”. Allí desarrolló varias obras entre las que destaca una estructura a modo de despensa o economato para quienes comparte alimentos en el salón central del edificio.
Dos años después en un café de la cadena Starbucks, de Las Vegas realizó una instalación de colores vibrantes, de carácter permanente, que puede ser apreciada de diferentes ángulos porque está concebida a partir de la descomposición de la luz que se recrea en el arcoíris de su monumental estructura.
En la presente muestra en el MAC de Lima, se incluye una instalación urbana lograda a partir del traslado completo de un aula de clase para escolares que se ubicaba en la zona de Huaycán en Lima, a la sala principal del museo donde fue transformada en una instalación por Rousse. Una nueva aula fue construida para los niños de Huaycán en sustitución de ésta.
Instalación, Aula para Niños, Huaycán, Lima, Perú. 2018
CONVERGENCIA
Georges Rousse
combina la pintura y la fotografía de manera inusual desde sus comienzos en
1981. Pinta primero la escena –
usualmente el interior de un edificio abandonado – y luego lo fotografía
exhibiendo el resultado en una brillante impresión a color en Cibachrome.
Es importante
recordar que el acabado de sus piezas debe mucho al Cibachrome que es un tipo
de soporte fotográfico hecho de poliéster para positivado directo a partir de
diapositivas en vez de negativos. Se basa en un proceso químico de destrucción
del color, sistema contrario al del papel fotográfico para positivado de
negativos. Es mucho más estable y duradero que otros procesos y causa un mayor impacto que otros soportes.
A partir de finales
de los ochenta, tras su estancia con una beca en Italia, la luz se convierte en
el nuevo carácter central en el teatro del abandono que construye y luego
fotografía.
Lo que captura
nuestra atención de inmediato no es tanto la pintura como la luz en sus
imágenes resultantes. Las imágenes son
blanqueadas hasta parecer casi invisibles filtrándose por las ventanas y las
puertas de los viejos edificios - objeto de su obra - evocando el
ambiente y el espíritu del siglo XIX.
El artista francés
puede pintar en el interior de las viejas edificaciones el tipo de formas
geométricas en el muro que pintaba el estadounidense Sol LeWitt (1928-2007)
pero a diferencia del artista minimalista y conceptual, Rousse confunde el
piso, el muro y el cielo en sus representaciones como se nota en “Coblence” y
“Metz” ambas realizadas en 1994.
Como dueño de la
composición que interviene en un sitio real específico arregla las fotografías
para que aprovechen el reflejo en una ventana o espejo que convergen con formas
arquitectónicas pintadas para dificultar la diferenciación entre lo que es
fotografía, pintura y arquitectura.
"Latina". 1987
Más emplea formas
transparentes, más opacos se hacen sus trabajos. Más dependen su sensuales y
esquemáticos trabajo de los espejos y las ventanas, más se siente que los
espejos y las ventanas, no solo la fotografía y la pintura, son ficciones.
Un factor enriquecedor para el espectador, en la presente muestra, es la curaduría, a cargo de Marisa Sanabria, quien ha diseñado escenograficamente, suficiente espacio entre las piezas
exhibidas y su audiencia para mejorar la percepción de elementos compositivos y fomentar una experiencia
sensorial integral.
La obra integradora
de George Rousse trasciende la discusión tradicional sobre los límites
impuestos a los géneros artísticos, en particular la pintura y la fotografía, para
revelar en lo que estos pueden transformarse ya sea en espacios casi
escultóricos como los de sus instalaciones o en sus composiciones pictóricas
registradas con la técnica fotográfica del Cibachrome. Todo está conectado
sincréticamente por su perspectiva foránea y la identidad local que adopta en
sus instalaciones en sitio.
El objetivo último de
su obra no es político, ni social. Como el artista renacentista adopta
con curiosidad insaciable los medios a su alcance para expresar una idea, comunicando con la maestría de un ilusionista su perspectiva sobre el
tiempo y la libertad perdida en ruinosos espacios abandonados.
M.A. Juan Carlos Flores Zúñiga, BSc, CPLC, ACC
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